Si quisiéramos reducir a una sola idea lo sucedido en las Bolsas en noviembre, esa idea conecta inevitablemente con la victoria de Trump en las elecciones americanas del 4 de noviembre. A partir de esa fecha, los índices americanos no han parado de subir, mientras que la mayor parte de las Bolsas mundiales han bajado en noviembre, con muy pocas excepciones.
Ese prolongado impacto no nos ha sorprendido, es más, pensamos que continuará. En nuestro comentario de hace dos semanas, el lunes 18 de noviembre, bajo el título “Primeras dudas sobre el trumpismo”, decíamos que “lo que Trump representa ha llegado para quedarse y su onda expansiva será, en nuestra opinión, duradera y profunda, siendo bastante probable que sobreviva al propio Trump”. Seguimos pensando lo mismo y, por tanto, no pensamos que el efecto Trump se haya agotado en noviembre.
Pero también hemos dicho en varias ocasiones que conviene moderar la euforia a la hora de evaluar ese efecto Trump, y que conviene analizar bien los impactos. El “trumpismo” tiene luces y sombras, y por ahora los mercados han visto solo las luces y las han visto desde el ángulo más favorable.
Esta última semana, a medio gas por las fiestas en Estados Unidos, hemos tenido un ejemplo de cómo el mercado hace caso omiso de las sombras, es decir, de los aspectos más inquietantes de la política económica de Trump. El anuncio de aranceles a China del 35% y del 25% a Canadá y México, ambos socios del Tratado de Libre Comercio, han sido recibidos por las Bolsas americanas con completa indiferencia, a pesar de que es bastante obvio que los aranceles generalizados provocarán una contracción del comercio internacional y del crecimiento económico, además de elevar la inflación. Una elevación de la inflación que se añadiría al repunte que ya estamos viendo en la subida del IPC en Europa al 2,3% (desde el 2%) y en el dato de octubre del deflactor de gastos personales en Estados Unidos, que ha subido al 2,8%.
Es cierto que, siendo Trump un negociador nato, hay que tomar estos agresivos anuncios y otros que puedan venir como una herramienta de negociación más que como una decisión firme e irreversible. Pero hay aspectos inquietantes en la respuesta que las Bolsas globales han dado al “trumpismo”, siendo uno de ellos el que las Bolsas americanas van agrandando aún más su distancia con las europeas, abriendo una brecha cada vez mayor. En noviembre el Dow Jones ha subido un 7,5%, el Russell de pequeñas compañías un 10,8%, el S&P un 5,7% y el Nasdaq un 5,2%. Entre las Bolsas europeas, solo el Dax alemán es capaz de subir un 2,9% en el mes, mientras que el Eurostoxx ha caído un 0,5% en el mes, el Cac francés un 1,6%, el Ibex un 0,3% y el Mib italiano un 0,2%. En Asia, el Nikkei ha caído un 2,2% en noviembre y el Hang Seng de Hong Kong un 4,4%.
Esta última semana, el guion ha seguido siendo el mismo. Las Bolsas americanas han subido, mientras que las europeas y el Nikkei han bajado. El Dow ha avanzado un 1,4% en la semana, el S&P y el Nasdaq un 1,1% y el Russell un 1,2%. En Europa, el Cac ha bajado el 0,3%, el Mib el 0,2% y el Ibex el 0,1%, mientras que el Eurostoxx ha subido solo un simbólico 0,3% y el Nikkei japonés ha bajado un 0,2%. Curiosamente, el Dax alemán ha subido un 1,6% a pesar de que el sector automovilístico y, en general, sus empresas industriales exportadoras podrían verse muy impactadas por los aranceles de Trump.
La brecha, por tanto, se va agrandando y la pregunta es: ¿podría ser también la subida en solitario de las Bolsas americanas un arma de negociación de la nueva Administración Trump? ¿Podría Trump estar pensando en utilizar esa fortaleza de las Bolsas americanas y esa capitalización diferencial de sus empresas como un potente instrumento de control corporativo sobre unas debilitadas empresas europeas? ¿Y podría ir en esa misma línea la subida del dólar?
Es verdad que la política de Trump tiene su punto fuerte en la desregulación y en liberar a las empresas de la pesadísima carga regulatoria que son el resultado de varias décadas de políticas intervencionistas y de cultura “antiempresa”. Esas son las luces del “trumpismo”. Pero, como ya hemos dicho en comentarios anteriores, el modelo de que Estados Unidos crezca en solitario mientras el resto del mundo decrece es, sencillamente, inviable.
El escenario óptimo sería que Europa tomase lo mejor de Trump, su empuje desregulatorio y proempresa, impulsando decididamente la iniciativa privada y el emprendimiento. Es decir, que Trump fuese un revulsivo para una Europa cuya economía está básicamente estancada, sobre todo en los dos países centrales, Alemania y Francia. Con una reconstrucción de Ucrania que moverá muchos recursos el día que termine la guerra, con un euríbor ya en el 2,5% tras haber caído fuertemente en noviembre (hace un año estaba en el 4%) y con una nueva rebaja de tipos por parte del BCE a la vista, digan lo que digan los “halcones” de su Consejo, como Isabel Schnabel, a la economía europea le vendría muy bien tomar nota de los aspectos más positivos de la “trumponomics”, entre ellos, la desregulación; y en esa dirección de aliarse con el “trumpismo” en lugar de combatirlo, parecen apuntar las declaraciones de Christine Lagarde de hace unos días.
Esta semana el plato fuerte a nivel macro será el informe de empleo norteamericano de noviembre, que se publica el viernes, y a nivel micro los resultados de Salesforce, que se publican el martes.
De momento, como decíamos antes, lo que cabe esperar es que el “efecto Trump” continúe en diciembre, aunque posiblemente perdiendo algo de fuerza. Pero la extensión de la guerra comercial contra China a todos los países, en un modelo de proteccionismo extremo y generalizado, no parece una buena fórmula de crecimiento a largo plazo, ni siquiera para la economía norteamericana.
Artículo escrito por Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4 Banco.
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Artículo originalmente publicado en r4.com. El presente artículo de opinión no presta asesoramiento financiero personalizado. Ha sido elaborado con independencia de las circunstancias y objetivos financieros particulares de las personas que lo reciben. El inversor que tenga acceso al presente artículo de opinión debe ser consciente de que los instrumentos a que el mismo se refiere pueden no ser adecuados para sus objetivos específicos de inversión, su posición financiera o su perfil de riesgo ya que éstos no han sido tomados en cuenta para la elaboración del presente artículo de opinión, por lo que debe adoptar sus propias decisiones de inversión teniendo en cuenta dichas circunstancias y procurándose el asesoramiento especializado que pueda ser necesario. Los datos han sido elaborados por el autor / es con la finalidad de proporcionar información general a la fecha de elaboración y está sujeto a cambios sin previo aviso. Este artículo está basado en informaciones de carácter público y en fuentes que se consideran fiables, pero dichas informaciones no han sido objeto de verificación independiente por cualquiera de las entidades del Grupo Renta 4 por lo que no se ofrece ninguna garantía, expresa o implícita en cuanto a su precisión, integridad o corrección.
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