Un mes después del desplome provocado por el “Liberation Day”, el S&P y el Nasdaq no solo han vuelto a los niveles que tenían el 2 de abril, sino que, además, en el caso del S&P, cerró el pasado viernes su novena sesión consecutiva de alzas, una racha de subidas que no se había visto desde hace más de 20 años, en noviembre de 2004. A la vez, el tipo del Bono del Tesoro americano a diez años (T bond) se ha mantenido en el 4,30% y el dólar también se ha mantenido en torno a 1,13 con el euro. Wall Street ha celebrado así los cien primeros días de la presidencia de Trump, un político sin duda peculiar, cuyos críticos siguen insistiendo en que provocará un desastre en la economía y un “crash” en las bolsas.
Por el momento, esas sombrías predicciones no se han cumplido y Trump ha superado su primera gran prueba, que era la estabilización de los mercados financieros tras la pésima decisión de abrir la “guerra comercial global” y tras la vuelta atrás de esa decisión al comprobar la respuesta de las bolsas y los bonos. Y lo ha hecho con la inestimable ayuda de un Wall Street lleno de liquidez y siempre deseoso de ver el ángulo positivo de las noticias, en esta ocasión con la ayuda de las grandes tecnológicas, que han revivido al calor de sus buenos resultados y de sus buenas expectativas. Y con la ayuda también de los datos económicos del primer trimestre que van apareciendo.
Pero ¿son tan buenos los datos? La realidad es que no son tan malos como algunos temían, pero tampoco son magníficos, más bien indican un cierto deterioro. En el lado negativo, el PIB del primer trimestre en Estados Unidos, que se publicó el pasado miércoles, puede estar anticipando una recesión técnica, al haberse contraído un 0,3% en los tres primeros meses del año. En la misma línea, el ISM de manufacturas de abril se ha situado en 48,7 puntos, por debajo de los 50 que marcan la entrada en contracción. Pero en el dato del PIB ha pesado mucho el adelanto de las importaciones para evitar los aranceles. Las importaciones restan en el PIB y, por tanto, la fuerte subida de las mismas explica esa caída del 0,3%, y tal vez provoque lo contrario en el segundo trimestre, es decir, una cierta subida al bajar drásticamente las importaciones.
El lado positivo lo ha puesto el informe de empleo de abril, publicado el viernes, con 177 mil empleos nuevos frente a la estimación de 133 mil. El dato está por debajo de los 288 mil de marzo y la creación de empleo sigue mostrando una cierta tendencia a la baja, manteniendo la tasa de paro en el 4,2%, pero el dato de abril ha servido, sin duda, para alejar los temores de recesión. Otro buen dato ha sido el llamado deflactor de gastos personales (PCE deflator) de marzo, que se publicó el 30 de abril y que ha bajado al 2,3% desde el 2,7% del mes anterior.
Si pasamos a los indicadores anticipados de sentimiento, la confianza de los consumidores, medida tanto por la Conference Board (que se publicó el pasado martes) como por la Universidad de Michigan, sigue empeorando, especialmente en su componente de expectativas, y el déficit comercial también ha seguido empeorando en marzo, aunque aquí juega de nuevo el adelanto de las importaciones. En China, los PMI de abril publicados la semana pasada son los peores datos desde diciembre de 2023, indicando contracción; y en Japón, el Banco Central ha rebajado las previsiones de crecimiento de manera significativa tanto para 2025 como 2026 hasta +0,5% y +0,7%, respectivamente.
Como decíamos, Wall Street siempre está dispuesto a ver el ángulo positivo y esta vez ese ángulo lo han aportado las grandes tecnológicas, sobre todo Microsoft y Meta Platforms, que publicaron sus cifras el miércoles tras el cierre de la sesión y que han logrado devolver “momentum” a las tecnológicas, con sus subidas semanales respectivas de un 11,1% y de un 9,1%. Los resultados de Apple y de Amazon, publicados el jueves tras el cierre de la sesión no gustaron demasiado, de hecho, Apple ha caído un 1,9% en la semana y Amazon ha subido solo un 0,5% en la semana, pero el tono positivo ha sido el dominante en las tecnológicas y, al final, el Nasdaq se ha anotado una ganancia semanal del 3,4% frente al 2,9% del S&P y del 3% del Dow Jones. En Europa, el Eurostoxx se anota una ganancia del 2,5% y el Dax alemán está ya de nuevo por encima de los 23.000 puntos y casi en máximos históricos tras haber subido esta semana nada más y nada menos que un 3,8%, a pesar de que la economía europea y alemana se enfrentan a un escenario muy desafiante debido a su elevada exposición al comercio internacional y a pesar de que el índice ZEW anticipa una fuerte caída en la confianza.
Nos encontramos así de nuevo en unas bolsas que han vuelto al optimismo y que parecen ver cosas que el resto no ven. Es difícil hoy articular un “equity story” atractivo para las economías norteamericana y europea. La norteamericana se enfrenta inevitablemente a una cierta contracción al reducir el gasto público y al reducir el consumo para reequilibrar la balanza comercial con el exterior. La europea porque, además de tener también el problema de una deuda pública excesiva, que algún día el BCE dejará de financiar tan generosamente, está atrapada entre los aranceles de Trump, que aunque se suavicen harán daño, y la posible desviación de la sobreoferta china hacia el mercado europeo, como ya se ha visto con el coche eléctrico.
Si miramos a las tecnológicas, que son las que están ahora moviendo el mercado, vemos que tras las subidas las valoraciones vuelven a ser exigentes en algunos casos. Microsoft cotiza a un PER de 33,4 veces beneficios, Meta a un PER 22,8 veces beneficios, Amazon a un PER de 31 veces beneficios, Apple a un PER de 29 veces beneficios, Nvidia a un PER de 39 veces beneficios, Netflix a un PER de 54 veces beneficios y Tesla a un PER 158 veces beneficios, la única que está algo más razonable en términos de valoración es Alphabet, cuyo PER es de 18 veces beneficios. En Europa SAP, que es de lejos el mayor valor del Eurostoxx por capitalización bursátil, cotiza a un PER de 57 veces beneficios.
Entonces, ¿hasta dónde va a llegar la remontada bursátil? Alcanzados ya prácticamente los 5.700 puntos del día previo a las elecciones, el siguiente nivel relevante serían los 5.800 puntos a los que llegó el S&P en las sesiones siguientes a las elecciones. Si ese nivel se rompe con fuerza podríamos esperar que el S&P de nuevo supere los 6.000 puntos, por muy sorprendente que pueda parecer. Pero para ello haría falta que la Fed escuche las peticiones de Trump y baje tipos el miércoles 7 de mayo, mostrando una predisposición a seguir haciéndolo en las siguientes reuniones. La opinión más extendida es, sin embargo, que la Fed no bajará tipos hasta la reunión de julio.
Por el momento, la mayor parte de los analistas sigue apostando por un S&P en el entorno de los 6.000 puntos a fin de año, pero hay opiniones más cautelosas. Si pensásemos en un crecimiento moderado de los beneficios por acción (BPA) del 6%-7% y en los múltiplos históricos (PER de17 o 18 veces beneficios), la valoración podría ir hasta los 4.700 puntos, y si pensamos en un crecimiento de beneficios más moderado, del entorno del 3%, la valoración podría irse hasta los 4.500 puntos. El año es muy largo, ya veremos cómo evolucionan los beneficios, que de momento se están comportando bien.
Con el trasfondo de las negociaciones comerciales, esta semana la atención se centrará en la decisión de la Reserva Federal el miércoles y en la rueda de prensa posterior, y si la Fed baja tipos contra pronóstico cabe esperar otro rally. El lunes se publican los ISM de servicios y compuesto de abril en Estados Unidos, que son relevantes, tras la fuerte caída del ISM de manufacturas antes comentada. En el lado de los resultados empresariales, aparte de algunas tecnológicas como Advanced Micro Devices (AMD), Palantir o Uber, entramos ya en compañías más tradicionales como Ford, Siemens, BMW, RheinMetall, Maersk, o en bancos como Unicredit, Sabadell o Commerzbank. Empiezan también a publicar algunas cadenas minoristas americanas, como Loews, que nos pueden dar un avance de cómo está el consumo.
Tras la fuerte subida de la última semana lo normal sería una cierta estabilización de las bolsas, con alzas adicionales si la Fed baja tipos o si hay avances sustanciales en las negociaciones sobre aranceles, a la espera de que lleguen otros “momentos de la verdad” para Trump, cuando se vaya confirmando la desaceleración del crecimiento económico.
Artículo escrito por Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4 Banco.
Por el momento, esas sombrías predicciones no se han cumplido y Trump ha superado su primera gran prueba, que era la estabilización de los mercados financieros tras la pésima decisión de abrir la “guerra comercial global” y tras la vuelta atrás de esa decisión al comprobar la respuesta de las bolsas y los bonos. Y lo ha hecho con la inestimable ayuda de un Wall Street lleno de liquidez y siempre deseoso de ver el ángulo positivo de las noticias, en esta ocasión con la ayuda de las grandes tecnológicas, que han revivido al calor de sus buenos resultados y de sus buenas expectativas. Y con la ayuda también de los datos económicos del primer trimestre que van apareciendo.
Pero ¿son tan buenos los datos? La realidad es que no son tan malos como algunos temían, pero tampoco son magníficos, más bien indican un cierto deterioro. En el lado negativo, el PIB del primer trimestre en Estados Unidos, que se publicó el pasado miércoles, puede estar anticipando una recesión técnica, al haberse contraído un 0,3% en los tres primeros meses del año. En la misma línea, el ISM de manufacturas de abril se ha situado en 48,7 puntos, por debajo de los 50 que marcan la entrada en contracción. Pero en el dato del PIB ha pesado mucho el adelanto de las importaciones para evitar los aranceles. Las importaciones restan en el PIB y, por tanto, la fuerte subida de las mismas explica esa caída del 0,3%, y tal vez provoque lo contrario en el segundo trimestre, es decir, una cierta subida al bajar drásticamente las importaciones.
El lado positivo lo ha puesto el informe de empleo de abril, publicado el viernes, con 177 mil empleos nuevos frente a la estimación de 133 mil. El dato está por debajo de los 288 mil de marzo y la creación de empleo sigue mostrando una cierta tendencia a la baja, manteniendo la tasa de paro en el 4,2%, pero el dato de abril ha servido, sin duda, para alejar los temores de recesión. Otro buen dato ha sido el llamado deflactor de gastos personales (PCE deflator) de marzo, que se publicó el 30 de abril y que ha bajado al 2,3% desde el 2,7% del mes anterior.
Si pasamos a los indicadores anticipados de sentimiento, la confianza de los consumidores, medida tanto por la Conference Board (que se publicó el pasado martes) como por la Universidad de Michigan, sigue empeorando, especialmente en su componente de expectativas, y el déficit comercial también ha seguido empeorando en marzo, aunque aquí juega de nuevo el adelanto de las importaciones. En China, los PMI de abril publicados la semana pasada son los peores datos desde diciembre de 2023, indicando contracción; y en Japón, el Banco Central ha rebajado las previsiones de crecimiento de manera significativa tanto para 2025 como 2026 hasta +0,5% y +0,7%, respectivamente.
Como decíamos, Wall Street siempre está dispuesto a ver el ángulo positivo y esta vez ese ángulo lo han aportado las grandes tecnológicas, sobre todo Microsoft y Meta Platforms, que publicaron sus cifras el miércoles tras el cierre de la sesión y que han logrado devolver “momentum” a las tecnológicas, con sus subidas semanales respectivas de un 11,1% y de un 9,1%. Los resultados de Apple y de Amazon, publicados el jueves tras el cierre de la sesión no gustaron demasiado, de hecho, Apple ha caído un 1,9% en la semana y Amazon ha subido solo un 0,5% en la semana, pero el tono positivo ha sido el dominante en las tecnológicas y, al final, el Nasdaq se ha anotado una ganancia semanal del 3,4% frente al 2,9% del S&P y del 3% del Dow Jones. En Europa, el Eurostoxx se anota una ganancia del 2,5% y el Dax alemán está ya de nuevo por encima de los 23.000 puntos y casi en máximos históricos tras haber subido esta semana nada más y nada menos que un 3,8%, a pesar de que la economía europea y alemana se enfrentan a un escenario muy desafiante debido a su elevada exposición al comercio internacional y a pesar de que el índice ZEW anticipa una fuerte caída en la confianza.
Nos encontramos así de nuevo en unas bolsas que han vuelto al optimismo y que parecen ver cosas que el resto no ven. Es difícil hoy articular un “equity story” atractivo para las economías norteamericana y europea. La norteamericana se enfrenta inevitablemente a una cierta contracción al reducir el gasto público y al reducir el consumo para reequilibrar la balanza comercial con el exterior. La europea porque, además de tener también el problema de una deuda pública excesiva, que algún día el BCE dejará de financiar tan generosamente, está atrapada entre los aranceles de Trump, que aunque se suavicen harán daño, y la posible desviación de la sobreoferta china hacia el mercado europeo, como ya se ha visto con el coche eléctrico.
Si miramos a las tecnológicas, que son las que están ahora moviendo el mercado, vemos que tras las subidas las valoraciones vuelven a ser exigentes en algunos casos. Microsoft cotiza a un PER de 33,4 veces beneficios, Meta a un PER 22,8 veces beneficios, Amazon a un PER de 31 veces beneficios, Apple a un PER de 29 veces beneficios, Nvidia a un PER de 39 veces beneficios, Netflix a un PER de 54 veces beneficios y Tesla a un PER 158 veces beneficios, la única que está algo más razonable en términos de valoración es Alphabet, cuyo PER es de 18 veces beneficios. En Europa SAP, que es de lejos el mayor valor del Eurostoxx por capitalización bursátil, cotiza a un PER de 57 veces beneficios.
Entonces, ¿hasta dónde va a llegar la remontada bursátil? Alcanzados ya prácticamente los 5.700 puntos del día previo a las elecciones, el siguiente nivel relevante serían los 5.800 puntos a los que llegó el S&P en las sesiones siguientes a las elecciones. Si ese nivel se rompe con fuerza podríamos esperar que el S&P de nuevo supere los 6.000 puntos, por muy sorprendente que pueda parecer. Pero para ello haría falta que la Fed escuche las peticiones de Trump y baje tipos el miércoles 7 de mayo, mostrando una predisposición a seguir haciéndolo en las siguientes reuniones. La opinión más extendida es, sin embargo, que la Fed no bajará tipos hasta la reunión de julio.
Por el momento, la mayor parte de los analistas sigue apostando por un S&P en el entorno de los 6.000 puntos a fin de año, pero hay opiniones más cautelosas. Si pensásemos en un crecimiento moderado de los beneficios por acción (BPA) del 6%-7% y en los múltiplos históricos (PER de17 o 18 veces beneficios), la valoración podría ir hasta los 4.700 puntos, y si pensamos en un crecimiento de beneficios más moderado, del entorno del 3%, la valoración podría irse hasta los 4.500 puntos. El año es muy largo, ya veremos cómo evolucionan los beneficios, que de momento se están comportando bien.
Con el trasfondo de las negociaciones comerciales, esta semana la atención se centrará en la decisión de la Reserva Federal el miércoles y en la rueda de prensa posterior, y si la Fed baja tipos contra pronóstico cabe esperar otro rally. El lunes se publican los ISM de servicios y compuesto de abril en Estados Unidos, que son relevantes, tras la fuerte caída del ISM de manufacturas antes comentada. En el lado de los resultados empresariales, aparte de algunas tecnológicas como Advanced Micro Devices (AMD), Palantir o Uber, entramos ya en compañías más tradicionales como Ford, Siemens, BMW, RheinMetall, Maersk, o en bancos como Unicredit, Sabadell o Commerzbank. Empiezan también a publicar algunas cadenas minoristas americanas, como Loews, que nos pueden dar un avance de cómo está el consumo.
Tras la fuerte subida de la última semana lo normal sería una cierta estabilización de las bolsas, con alzas adicionales si la Fed baja tipos o si hay avances sustanciales en las negociaciones sobre aranceles, a la espera de que lleguen otros “momentos de la verdad” para Trump, cuando se vaya confirmando la desaceleración del crecimiento económico.
Artículo escrito por Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4 Banco.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Artículo originalmente publicado en r4.com. El presente artículo de opinión no presta asesoramiento financiero personalizado. Ha sido elaborado con independencia de las circunstancias y objetivos financieros particulares de las personas que lo reciben. El inversor que tenga acceso al presente artículo de opinión debe ser consciente de que los instrumentos a que el mismo se refiere pueden no ser adecuados para sus objetivos específicos de inversión, su posición financiera o su perfil de riesgo ya que éstos no han sido tomados en cuenta para la elaboración del presente artículo de opinión, por lo que debe adoptar sus propias decisiones de inversión teniendo en cuenta dichas circunstancias y procurándose el asesoramiento especializado que pueda ser necesario. Los datos han sido elaborados por el autor / es con la finalidad de proporcionar información general a la fecha de elaboración y está sujeto a cambios sin previo aviso. Este artículo está basado en informaciones de carácter público y en fuentes que se consideran fiables, pero dichas informaciones no han sido objeto de verificación independiente por cualquiera de las entidades del Grupo Renta 4 por lo que no se ofrece ninguna garantía, expresa o implícita en cuanto a su precisión, integridad o corrección.
El Grupo Renta 4 no asume compromiso alguno de comunicar dichos cambios ni de actualizar el artículo. El inversor tiene que tener en cuenta que la evolución pasada de los valores o instrumentos o resultados históricos de las inversiones, no garantizan la evolución o resultados futuros.
Cualquier entidad integrante del Grupo Renta 4 o cualquiera de las IICs o FP gestionados por sus Gestoras, así como sus respectivos directores o empleados, pueden tener una posición en cualquiera de los instrumentos, directa o indirectamente, o en cualesquiera otros relacionados con los mismos; pueden negociar con dichos valores o instrumentos, por cuenta propia o ajena, proporcionar servicios de asesoramiento u otros servicios al emisor de dichos valores o instrumentos, a empresas relacionadas con los mismos o a sus accionistas, directivos o empleados y pueden tener intereses o llevar a cabo cualesquiera transacciones en dichos valores o instrumentos o inversiones relacionadas con los mismos, con carácter previo o posterior a la publicación del presente artículo de opinión, en la medida permitida por la ley aplicable. Asimismo, pueden proporcionar comentarios de mercado, verbalmente o por escrito, o estrategias de inversión a los clientes que reflejen opciones contrarias.
Este artículo no puede ser: (1) copiado, fotocopiado o duplicado en ningún modo, forma o medio (2) redistribuido o (3) citado, sin permiso previo por escrito. Ninguna parte de este artículo de opinión podrá reproducirse, llevarse o transmitirse a aquellos países (o personas o entidades de los mismos) en los que su distribución pudiera estar prohibida por la normativa aplicable. El incumplimiento de estas restricciones podrá constituir infracción de la legislación de la jurisdicción relevante. El sistema retributivo del autor/es del presente artículo de opinión no está basado en el resultado de ninguna transacción específica de banca de inversiones.
Renta 4 Banco, S.A., es una empresa domiciliada en Madrid, Paseo de la Habana, 74, 28036 Madrid, teléfono 91 384 85 00. Es una entidad regulada y supervisada por el Banco de España (BdE) y por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) respecto a los servicios de inversión y auxiliares.