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Burbujas Financieras (II): Compañía de los Mares del Sur

Burbujas Financieras (II): Compañía de los Mares del Sur

Si los franceses perdieron la cabeza por un escocés, los ingleses encontrarían en su tierra la perdición.

La Burbuja de la Compañía de los Mares del Sur es una de las historias más rocambolescas que escucharás en mucho tiempo pero llena de lecciones para nuestro día a día en los mercados.

Aquí os contamos la historia del delirio colectivo que hizo desvanecer la fortuna de muchos ingleses, incluida la de uno de sus hijos ilustres: Isaac Newton

Comienzos de la Compañía de los Mares del Sur


En este nuevo capítulo de la historia de la bolsa de valores, estamos en pleno siglo XVIII e Inglaterra mira con recelo las grandes riquezas que extrae España de las minas del Perú y México.

Sus barcos no pueden cruzar y negociar en las costas de Sudamérica y mientras tanto sus vecinos franceses se bañan en oro especulando con las grandes riquezas de la Compañía del Misisipi.

Robert Harley, Conde de Oxford, decide plantear un proyecto para restaurar el crédito público. Una compañía de comerciantes asumiría la deuda del Estado a cambio de un interés del 6%.

Para el pago de estos intereses se cedieron permanentemente los impuestos sobre el vino, el vinagre, las mercancías de la India, las sedas, el tabaco, las aletas de ballena y algunos otros artículos. Se le garantizó el monopolio del comercio con los Mares del Sur, con el cual se reconocería a la compañía.

Desde el principio comenzó la especulación sobre las riquezas existentes en la costa oriental de Sudamérica. Todo el mundo había oído hablar de las minas de oro y plata de Perú y México.

Se difundió un informe falso, el que aseguraba que España estaba dispuesta a ceder parte del tráfico comercial cuatro puertos en las costas de Chile y Perú, lo que aumentó la confianza general y durante muchos años las acciones de la South Sea Company fueron muy valoradas.

Pero Felipe V de España tenía otros planes.

España firmo un contrato por el que se cedía el privilegio de proporcionar negros a las colonias durante treinta años y de enviar un navío una vez al año a negociar con México, Peru o Chile, a cambio del 25% de los beneficios y un 5% de impuestos adicional.

El conde de Oxford mintió y afirmó que se enviarían dos barcos adicionales al acordado y una lista de todos los puertos que quedaban abiertos.

El primer viaje no se haría hasta 1717 y al año siguiente se suprimió el comercio debido a la ruptura con España.

Banco de Inglaterra vs Compañía de los Mares del Sur


Es entonces cuando las dos grandes instituciones financieras del país, la compañía de los Mares del Sur y el Banco de Inglaterra, luchan por obtener la concesión de la deuda pública ante la Cámara de los Comunes.

La propuesta era asumir los 30 millones de libras de deuda del Estado y recibir un 5% de interés a cambio por 10 años.

Unos días después y por la vía de urgencia sería aprobado el proyecto y la locura especulativa se apoderó de las calles. No sin oposición.

Walpole, un miembro de la Cámara acuñaría las siguiente frases:

“la peligrosa práctica de la especulación distraerá el don de la nación de la actividad industrial y comercial. Será un cebo peligroso que llevaría a los incautos a la ruina, al hacerles cambiar el producto de su trabajo por la perspectiva de una riqueza imaginaria”.

“si el plan tenía éxito, los consejeros de la compañía se convertirían en los dueños del gobierno, constituirían una aristocracia nueva y absoluta en el reino y controlarían las resoluciones de la asamblea legislativa. Si fracasaba, de lo cual estaba convencido, el resultado traería el descontento general y la ruina para el país".

Tal sería el delirio, que cuando llegara dicho día la gente se despertaría como de un sueño y se preguntaría si esas cosas podían haber sido ciertas.”

¿Qué pasaba en Exchange Alley?


El nombre de la South Sea Company estaba continuamente ante el público. Aunque el comercio con los estados de Sudamérica producía poco o ningún incremento de sus ingresos, continuó prosperando como corporación financiera.

Sus acciones estaban muy solicitadas, y los miembros del consejo de administración, alentados por el éxito, empezaron a pensar en nuevos medios de ampliar su influencia.

El proyecto del Misisipí de John Law, que tanto deslumbró y cautivó a los franceses, les inspiró la idea de que ellos podían llevar a cabo el mismo juego en Inglaterra.

El fracaso previsible de sus planes no les apartó de su propósito. Creyéndose muy listos, pensaron que podrían evitar los errores, llevar adelante siempre sus proyectos y estirar al máximo la cuerda del crédito pero sin llegar a romperla.

Exchange Alley, el barrio de Londres donde se comerciaba con valores, hervía de excitación.

Las acciones de la compañía, que habían estado a ciento treinta la víspera, subieron gradualmente hasta trescientos y siguieron aumentando con la más asombrosa rapidez durante todo el tiempo en que el proyecto de ley se estuvo discutiendo en sus distintas fases.

Las listas de gente para invertir en acciones se completaban enseguida y el comercio en ellas era enorme mientras, por supuesto, se recurría a todo tipo de medios para elevar artificialmente su cotización.

Pero el día que se aprobó el proyecto las acciones cayeron. 

Rápidamente los consejeros idearon un plan y convocaron en la misma calle a los interesados propuestas del gobierno español para cambiar Gibraltar y Mahón por algunas plazas de la costa de Perú.

Además los barcos ingleses podrían hacer cuantos viajes quisieran al otro lado del Atlántico.

La cotización de las acciones se disparó…

Momento ideal para, como nos enseña el manual de empresas que le importa poco el accionista, lanzar una ampliación de capital.

En pocas horas captaron 2 millones de libras adicionales prometiendo un dividendo del 10%

Otras burbujas especulativas de la época


Los londinenses se olvidaron que la avaricia es uno de los 7 pecados capitales y fue el momento para que los más astutos de la clase se quedarán con el dinero de todos aquellos que las promesas de fortuna les nublaba el juicio.

Aparecieron proyectos conocidos como burbujas, que prometían llevar a cabo alguna acometida y a cambio levantaban miles de libras sin justificación alguna o ingresos que lo justificaran.

Eran básicamente cheques en blanco… (SPAC de la revolución industrial)

La más conocida fue la de un mercader que nombró a su proyecto:

Una compañía para llevar a cabo una actividad muy provechosa, pero que nadie debe saber en qué consiste

En un día había alcanzado el capital suficiente y esa misma tarde embarcó hacia el Continente y nadie supo más sobre él.

Otro fraude que tuvo gran éxito fue el los Globe Permits.

No eran más que pedazos de naipes sobre los que estaba impreso un sello en cera con el signo de la Globe Tavern. (La inspiración de Forum Filatélico)

La única ventaja de que disfrutaban sus poseedores era la autorización para suscribir acciones en un futuro impreciso de una nueva fábrica de tejido de lona.

Resultó ser otra Burbuja.

El rey promulgó una proclama, declarando que todos estos proyectos ilegales serían considerados perjuicios públicos y, en consecuencia, perseguidos. Además, prohibía a los corredores que compraran o vendieran sus acciones bajo multa de quinientas libras.

A pesar de la proclama, los especuladores maliciosos siguieron traficando con ellas y los ilusos aún les animaban.

Las acciones de la Compañía, pasaban de 500 a 800 y en días a 640. Y fue entonces cuando todo se desplomó.

El fin de la South Sea Company


La burbuja estaba entonces hinchada al máximo y empezó a temblar.

Muchos de los rentistas acusaron a los consejeros de la compañía de parcialidad en la confección de las listas de adjudicación de acciones.

Después se produjo más inquietud al trascender que Sir John Blunt y algunos otros habían vendido. 

Durante todo el mes de agosto la cotización siguió cayendo La situación era ahora alarmante.

Se acordó que el Banco de Inglaterra viniera al rescate emitiendo bonos (dando ideas de riesgo moral al BCE), pero las fichas del dominó ya habían comenzado a caer.

La Sword Blade Company, que hasta entonces había sido la principal cajera de la South Sea Company, dejó de pagar.

Esto fue considerado el inicio del desastre y provocó una gran carrera hacia el Banco, que tenía que desembolsar dinero más rápidamente de lo que lo había ingresado.

Las acciones de desplomaron y se inició una comisión de investigación que termino arrestando a buena parte de los consejeros y lores involucrados en esta burbuja.

Así acabó una de las locuras especulativas más grandes de la historia de Reino Unido.

Si en la primera burbuja el oro y la plata fueron los protagonistas y la solución ante la debacle financiera.

En esta historia el gran ganador fue el Banco de Inglaterra, el mismo que sucumbiría ante George Soros en 1992

Isaac Newton y la Compañía de los Mares del Sur


Uno de los hombres más brillantes de nuestro tiempo Isaac Newton fue uno de los afectados en esta burbuja.

A pesar de ser uno de los matemáticos más brillantes que conoceremos, el aspecto psicológico le jugó una mala pasada.

Newton ganó mucho dinero al principio de la burbuja e incluso era conocido por sus grandes aciertos en las inversiones.

Pero le pudo la avaricia en una burbuja y lo terminó perdiendo todo.

Fuente: The Telegraph
Fuente: The Telegraph

Mucho se ha escrito sobre la quiebra de Newton pero te recomiendo el siguiente estudio sobre la bibliografía de este episodio de su vida: Newton's financial misadventures in the South Sea Bubble


Artículo publicado en la newsletter dominical de Bolsa de Rankia

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