Cuando hablamos de inversión nos referimos al posicionamiento que adoptamos como inversor, de nuestro perfil de permanencia, de nuestro sentimiento como propietarios partícipes de una parte alícuota de un negocio en marcha. No somos inversores especulativos, que buscan anticiparse al movimiento del precio de un valor en el mercado y obtener una rentabilidad perentoria, con alto riesgo, ya que nadie puede conocer o predecir el 100% de los movimientos de los precios.
Para nosotros, el precio de una acción en el mercado no es su valor. El precio está lleno de emociones, de sentimientos, que van de la euforia a la catástrofe y marcan máximos y mínimos sin sentido.
Para nosotros, el valor de una acción lo determinará su capacidad de generación de caja, su evolución en el tiempo, su capacidad de crecimiento, su buena gestión, su fortaleza financiera, su posicionamiento en el mercado como objeto diferenciado, su diversificación del riesgo, etc...
Nuestro deber es mostrarnos como socios pasivos, pacientes y vigilantes de que se cumplan los objetivos propuestos en nuestro Plan Financiero hasta la desinversión.