Es frecuente y común que seamos inundados con noticas acerca de disturbios sociales en algunos países emergentes y los medios de comunicación se encargan de hacer la Noticia lo mas alarmante, virulenta e impactante posible para generar esa emoción de urgencia, novedad y catastrofe que tanto vende.
Como el ser humano es entusiasta de la “falacia narrativa” entonces unimos el destino y desempeño de los paíes emergentes con las noticas de descontento social, protestas y demás noticias amarillistas y miopes. Lo único que hace esto es amplificar la volatilidad de los precios dejando al descubierto ineficiencias de las cuales podemos tomar ventaja si sabemos buscar, porque después de todo a los Mercados no les importa lo que ES sino lo que creen que ES y será.
No sé si hayáis tenido la oportunidad de estar más de un par de semanas en algún país emergente y realmente respirar su atmósfera. No hablo de vacaciones donde casi siempre se ve el lado bueno del país y uno va a pasarla bien. Para quienes hayan tenido esa oportunidad sabrán que las revueltas, conflictos en las calles, huelgas, descontento social, shocks en las cadenas de abastecimiento, corrupción y violencia son casi su raison d'être. Así son los emergentes y así fueron los desarrollados no hace mucho cuando eran considerados emergentes.
Debido a mi trabajo he podido pasar largas temporadas en varios países emergentes y frontiers, viendo algunos lugares que no muchos turistas visitan y tratando de interpretar ángulos del país a través de datos y encuestas que son difíciles de entender desde fuera. Mi reducida experiencia (reconociendo posibles errores en mi proceso inductivo y bias personales) me dice que estos eventos son tan cotidianos como pasajeros y aunque en algunas pocas ocasiones logran cambios reales, estos cambios son un proceso y no un evento.
No estoy tratando de minimizar las demandas de quienes protestan, ni el peligro que estos eventos pueden desencadenar si no son abordados (o al menos se finge abordar), ni la importancia de seguirlos. Lo único que trato de decir es que para bien o para mal vivimos en una corpocracia y los intereses de las corporaciones (y por lo tanto del mercado) se anteponen (y sobreviven o se adaptan mejor) muchas veces a los de la sociedad y tienen mayor capacidad de convencimiento sobre la clase política, independientemente de si esto está bien o mal es lo que tenemos hoy. Por eso incluso cuando el cambio ―aparentemente desordenado y a veces radical― exigido por los descontentos sociales da resultado, sólo será un resultado parcial y los intereses de las corporaciones permanecerán (aunque tal vez no intactos), ya sea adaptándose a las nuevas condiciones o imponiendo las suyas. Ojo, las corporaciones pueden ser privadas o inlcuso políticas o una mezcla. Recordemos que el Mercado es una de las representaciones más fieles de survival of the fittest y hablo del Mercado donde todos participamos y no únicamente los Mercados financieros.
Recuerdo muy bien cuando las noticias auguraban el fin de Brazil con Lula e inlcuso Greenspan lo comentó varias veces. Lo que sucedió fue un enorme crecimiento con todos los problemas y vicios que esto trae en los emergentes. Así pues un país, emergente o no, podrá saltar de un político a otro, de un partido a otro, de una corriente o ideología a otra, inclusive las transiciones podrán parecer caóticas en algunas ocasiones y sin esperanzas (y sin duda alguna habrá casualties), pero el Mercado tiene la mayor capacidad de adaptarse y sobrevivir, claro con algunas excepciones como Rusia en el siglo XIX y Alemania/Austria a principios del XX, pero aun así hubo varias empresas que sobrevivieron a esos desastrosos cambios, sólo había que escoger bien y apostar por las que tuvieran Moat y fortaleza financiera y tener bastante suerte. O simplemente indexarse ampliamente.
Todo esto me recuerda a una pequeña historia que viene en el Libro “The Money Game” de Adam Smith (pseudónimo de George Jerome Waldo Goodman), escrito en los 70s pero con mucha vigencia. La historia es sobre unos especuladores de cocoa que mandan a un wallstreeter a Africa para que les informe de primera mano cómo están las plantaciones de cocoa y la delicada situación política y social. Aparte de las penurias que el sofisticado corredor pasa en un país de tercer mundo, el pobre hombre sólo ve caos a su alrededor. Cuelgo un extracto:
There were revolutions in Nigeria and Ghana and outbreaks of Black Pod, and railroads blown up, but apparently something like this happens almost every year and there is still a cocoa crop.
El problema es que algo escandaloso, indignante, caótico o inimaginable para una persona de una economía “desarrollada”, no lo es tanto para una persona que vive el día a día en un país emergente. Vean el desorden en las calles de China, la India o Vietnam, para ellos es normal y así viven y así avanzarán. Vean el narcotráfico, la violencia y corrupción en México, Colombia o Brazil, no es algo normal pero así viven y así han progresado. Vean la inseguridad en los caminos de Nigeria, Guatemala y Honduras y su inestabilidad política y falta de sanidad, pero aun así han podido poco a poco ir saliendo del agujero. Claro todo tiene un punto de quiebre, pero es difícil y erróneo analizarlo y descifrarlo utilizando parámetros americanos o europeos. En general hay tanta probabilidad de que el país colapse como de que sólo sea un buen susto al status quo y las cosas no cambien de raíz sino sólo de nombre o cualquier otro resultado posible.
Así pues, al analizar y estudiar países emergentes y lo que se dice de ellos en medios, es necesario ver que no son eventos aislados e infrecuentes, sino mas bien ingredientes a veces necesarios para su propio avance diario. Lo que pasa es que a veces los americanos y europeos pensamos que todo tiene que hacerse como nosotros lo hacemos o que es imposible que estos "tercer mundistas" nos puedan enseñar algo. Pues cual va siendo nuestra sorpresa que los más recientes compadres del abuelo Buffett son los tíos del grupo 3G que casualmente son brasileiros.