Es imposible ser 100% neutral y racional en absolutamente todos los temas. Ya sabemos que somos una sopa de emociones y por mucho que sepamos distinguir o recitar todos los sesgos de los que somos presa, nada nos asegura que nuestra postura sea la correcta cuando hablamos de inversiones o especulación. En Bolsa no existen seguridades ni certezas, existen probabilidades y la suerte. Si aplicamos un buen proceso que ha tenido altas probabilidades de éxito, entonces tarde o temprano la suerte estará de nuestro lado.
Los Mercados y la Bolsa representan dinero, riqueza y/o patrimonios. Para un Optimista es dinero que estamos ganando o un patrimonio que está creciendo o riqueza que estamos dejando de ganar. Para un Pesimista es dinero que se está perdiendo o patrimonios que se verán mermados o riqueza que estamos dejando de perder.
Todos tenemos nuestra muy peculiar opinión sobre la dirección de corto, mediano o largo plazo de los Mercados y para cualquier postura existirán buenos argumentos, datos y gráficos. Siempre hay variables que se mueven a favor y siempre hay variables que se mueven en contra. Los Optimistas ven que algún problema o indicador está mejorando, mientras que los Pesimistas ven la aparición de otro problema o que la mejora del indicador no es suficiente. Esto es simpre lo mismo.
En cualquiera de los dos bandos hay y habrá gente inteligente, informada y con experiencia. Cuando leamos una opinión a favor asentiremos para nuestro interior, nos sentiremos más inteligentes y reivindicados gracias al sesgo de confirmación. Pensaremos que es lo más obvio del mundo y que las cosas no podrían ser de otra forma. Hasta nos sentiremos especiales y con el “deber moral” de informar a los demás de forma desinteresada para que puedan ver la Luz. Es sentido común diremos, aunque la verdad es que el sentido común es el menos común de todos, y más cuando hablamos de sistemas complejos y dinámicos afectados por el azar donde el resultado que vemos Hoy es sólo uno entre los muchos otros posibles resultados que pudieron haber sucedido.
Lo opuesto sucede cuando leemos una opinión en contra. En el mejor de los casos pensaremos: “¿cómo es posible que no vean su error?” ó “¿cómo es posible que no lo entiendan/acepten si es tan obvio?” En el peor de los casos pensaremos que el otro tiene una inteligencia o comprensión inferior[1]. Comenzaremos a cuestionar sus motivos, intereses e incentivos mientras nosotros nos situamos en la meseta de la superioridad moral. Incluso preguntaremos y dudaremos sobre sus credenciales y preparación.
La gran paradoja es que tal vez tengan que pasar décadas para saber quién acertó, y si es que lo hizo por las razones y argumentos correctos. O incluso puede pasar que ninguno acierte por más que ambos argumentos hayan tenido la razón. Raro, pero puede suceder.
Y después de todo este rollo os estaréis preguntando ¿cómo combatir el Pesimismo u Optimismo que algunos mostramos frente a los Mercados? No creo que exista una respuesta correcta y definitiva, pero podemos aplicar el mismo consejo que Guy Spier dio cuando sugirió: “modifica tu entorno para invertir mejor”.
Algo que puede ayudar es “tener la piel en el juego”. Es muy fácil decir que el mercado va a caer o que el mundo se va a acabar si mis palabras no tienen responsabilidad o consecuencia alguna porque sé que nadie me va a llamar para rendir cuentas ni tampoco estoy invirtiendo o especulando con dinero real. Es decir, no me estoy comiendo mi propio guisado y mi patrimonio no sufrirá las consecuencias de lo que estoy diciendo. Y lo mismo va para los que dicen que el mercado va a subir y anuncian que compran “esto y aquello” pero es puro paper trading. Muchos de los que hablan y escriben No tienen piel en el juego (o están jugando un juego diferente al nuestro) y son sólo espectadores o animadores de alguno de los equipos. Si tuvieran piel en el juego entonces tal vez hablarían con mayor cautela.
Ser espectador o estar en la banca no es igual a ganar o perder, o a ir ganando o perdiendo dinero real. Las emociones y reacciones que aparecen cuando uno tiene la piel en el juego no se pueden simular con una cuenta demo ni se pueden replicar en nuestra imaginación en retrospectiva diciendo: “yo sí habría sido capaz de comprar en Marzo de 2009” ó “yo sí puedo mantenerme impertérrito cuando los demás caen en pánico o euforia” ó “es muy fácil, sólo hay que comprar cuando la Bolsa hace suelo y vender cerca del techo”. En la vida real y con dinero real, las cosas son muy muy diferentes, y mucho más cuando una buena parte del patrimonio está en juego.
Usualmente quienes dicen que comprarán cuando vean una caída fuerte o durante el siguiente crash, son los mismos que se la pasan la mayor parte del tiempo fuera de los Mercados porque cuando llegan las susodichas correcciones y crashes la mayoría olvida la racionalidad, convicción y estoicismo y perciben al mundo como más incierto y a los mercados como más peligrosos.
¿Cómo tener la piel en el juego?
Debido a que yo tengo la tendencia a ser Optimista entonces me he dado a la tarea de comprar Puts cuando están baratos en relación con su volatilidad histórica dependiendo del índice regional. No es una posición considerable, de hecho es muy muy pequeña y marginal, usualmente con expiración de un par de años. Lo hago para temperar mi optimismo y “tener piel en el juego de los bajistas”. Es decir, para forzarme a comprender y sentir sus argumentos de forma real y no sólo imaginaria.
Si no estoy apostando dinero a favor de los argumentos contrarios entonces es muy fácil decir que sí los entiendo. Pero conscientemente quiero que estén equivocados porque yo realmente estoy apostando dinero en contra de dichos argumentos.
La perspectiva anterior cambia al abrir posiciones bajistas porque entonces no sólo las quiero entender sino que inconscientemente quiero que dichas posiciones no pierdan dinero. Sólo así podrán aflorar las emociones y reacciones de ir ganando o perdiendo dinero real. Para muchos tal vez parezca una estupidez, pero la verdad es que por más que sea simbólica, tener una posición en contra de mi portafolio sí me ha ayudado. No me ha servido mucho para temperar mi optimismo pero sí para bajar mis expectativas, o al menos esa es la conclusión que he sacado al releer mi Diario de inversión.
Mi solución para combatir el Pesimismo es similar: “tener un poco de piel en el juego”. En la película Interstellar Matthew Mcconaughey dice la siguiente frase que según yo creo muestra muy bien el concepto de tener la piel en el juego, o al menos en el “juego” de ser padre.
“When you become a parent, one thing becomes really clear. And that's that you want to make sure your children feel safe[2].”
Vivir con hijos pequeños es una clara muestra de “tener la piel en el juego”. Usualmente los padres quieren lo mejor para sus críos y por más que sean pesimistas en muchas cosas creo que son optimistas en cuanto a sus hijos o al menos lucharán por ellos y su bienestar.
Del mismo modo, comprar una posición simbólica en algún índice amplio puede ayudar no sólo a entender la postura contraria, sino también a sentirla en carne y hueso. Inconscientemente vamos a querer que la posición no pierda dinero.
De esta forma estaríamos explotando a nuestro favor el sesgo de la aversión a la pérdida del que escribió Kahneman. Debido a que nos duele más perder dinero que ganarlo, entonces nuestras opiniones sobre la debacle total o la utopía se alejarían de los peligrosos extremos y nuestros argumentos serían más moderados.
Creo que estas soluciones, muy personales y totalmente debatibles, pueden ayudar no sólo a combatir el Optimismo y Pesimismo, sino que también mantendrán una mente abierta y menos propensa al peligroso sesgo de confirmación y motivated thinking, pero no tan abierta como para que se nos caiga el cerebro al suelo como decía Feynman.
NOTAS:
[1]Recordad que lo realmente importante no es la crítica ni el crítico, sino lo criticado. Ya conocéis la frase de Galbraith: “Faced with the choice between changing one's mind and proving that there is no need to do so, almost everyone gets busy on the proof.”
[2]No he colgado el resto de la frase donde el actor concluye que descarta contarles a sus hijos que el mundo se va a acabar. Desde mi perspectiva sería mejor contarles y prepararlos para lo que se viene. Pero honestamente no tengo críos y esto es tema para otro post.