Para tomar decisiones que nos hagan sentir felices y que al mismo tiempo reduzcan el remordimiento y el arrepentimiento es necesario encontrar la intersección entre:
1. Dejar de estar pensando en qué hubiera pasado porque lo único que hacemos con eso es estar cayendo en el sesgo de retrospectiva.
2. Enfocarnos en el proceso y no en el resultado. La vida está llena de azar y aleatoriedad por lo tanto un buen proceso nos dará la mayoría de las veces mejores probabilidades de decisiones exitosas a pesar de que algunos resultados sean malos.
Un buen proceso incluye ser conscientes de los sesgos y trucos que nuestra mente nos juega cuando tomamos decisiones bajo incertidumbre y con información limitada.
Basarnos en datos y evidencias en lugar de anécdotas y ejemplos individuales.
Ser racionales en lugar de emocionales, sobre todo cuando se trata de decisiones financieras.
No confundir un buen proceso con una buena narrativa.
3. Y por último pero no por eso menos importante, es necesario aceptar cuando nos equivocamos y cuando no sabemos algo. Es importante saber decir que No y aceptar nuestra ignorancia y no meternos en cosas que no entendemos bien.
Hay que evitar la falacia de Los costos hundidos y saber cuándo es momento de retirarse.
No debemos personalizar ni los fracasos ni los éxitos.