Tras los dos post en los que he tratado de explicar las razones por las que las teorías de inspiración keynesiana, no han tenido demasiado que ver en la situación actual, por la sencilla razón de que no se ha hecho nada que se inspire ni remotamente en estas teorías, puede quedar la sensación de que entonces los culpables son las teorías de Hayek. A fin y a cuentas parece que estamos siempre en un entorno similar al del futbol, (Real Madrid vs Barcelona) o política, (PP vs PSOE).
Por tanto es comprensible que después de decir que Keynes no ha tenido demasiado que ver, lo normal es que se saque la idea de que defiendo que los adversarios son los que tienen la culpa. Lamentablemente, y sintiéndolo mucho, resulta que el aspecto contrario tampoco es que se sostenga demasiado. De la misma forma, lo curioso de hoy en día es que los que defendían que estos problemas vienen de las teorías keynesianas, están ahora diciendo que Hayek ha ganado, de forma que se están desarrollando sus teorías.
Me gustaría recordar que en el primer post trataba de explicar que Keynes no era demasiado proclive a la política monetaria, y que afirmaba que esta era inútil a partir de un determinado momento en el que se entraba en la trampa de liquidez. Esto no es muy congruente con la situación que estamos viviendo en estos tiempos en los que todo se fía a las políticas monetarias y las decisiones de los bancos centrales.
Este mismo argumento de fiar todo a los bancos centrales es curiosamente el primer argumento para entender que precisamente los austriacos no son precisamente los que inspiran las políticas actuales, (por mucho que algunos ministros se definan de esta forma). A fin y a cuentas, el gran enemigo para los adversarios de Keynes era la expansión monetaria, hasta el punto de que se califican los Bancos Centrales como algo claramente perjudicial, y que gran parte de las recetas incluyan algún tipo de referencia al patrón oro.
Por tanto por puro sentido común, y sin necesitar un profundo análisis de la actuación de los organismos económicos, (ya que la cantidad de dinero inyectado en la economía ha sido simplemente brutal), está claro que por el lado de la política monetaria, lo que se ha hecho es totalmente lo contrario a lo que proponían esta serie de economistas. En definitiva, al igual que lo que ocurría con Keynes, se podrá estar de acuerdo o no con las inspiraciones de los denominados monetaristas pero está claro que no creo que estén demasiado contentos con una situación en la que se inyectan cantidades ingentes de dinero. Recordemos que básicamente los monetaristas defienden que las políticas monetarias tienen efectos sobre la producción en el corto plazo y sobre los precios en el largo plazo. ¿Encaja esto con una situación en la que en teoría estamos planteando las bases del futuro?.
Pero si analizamos el resto de las recomendaciones, la realidad no mejora demasiado. De la misma forma que Keynes recomendaba políticas anti cíclicas proponiendo estímulos en las recesiones, los representantes de la economía clásica, (y ahora los de la neoclásica) recomendaban exactamente lo contrario que básicamente supone la no intervención, proponer el menor tamaño del estado, (y por tanto de impuestos), y dejar que el libre mercado lleve a cabo el ajuste. De la misma forma que la palabra estímulo nos ha llevado a pensar en Keynes, el concepto de libre mercado y de sector público minimizado nos lleva a concluir aquello de que los liberales son los ganadores en esta polémica.
Pero de la misma forma que no se podía defender que existieron los estímulos a la demanda, es bastante más difícil entender que se han seguido estas teorías. Por el lado de los impuestos, lo que está claro es que cuando hablan de bajar impuestos se refiere a bajar impuestos al conjunto de la sociedad y no precisamente a un determinado subconjunto. Por tanto, por mucho que se hayan bajado los impuestos a determinados colectivos, la realidad es que la inmensa mayoría de los ciudadanos pagamos más impuestos que hace unos años. El hecho de que estemos inmersos en una tormenta de ideas con el objetivo de encontrar nuevas formas de recaudar fondos para los estados, no es demasiado coherente con unas teorías que básicamente se resumen en la reducción de impuestos.
Analizando los gastos nos encontramos con la misma situación, ya que es difícil justificar los gastos que se han realizado y sobre todo las intervenciones que se han realizado van en conflicto directo contra estas teorías. Es difícil compatibilizar las recomendaciones de no intervención para permitir ajustes con una lista de rescates a entidades financieras, concesionarias y multinacionales de varios sectores cada vez más larga. En definitiva, es difícil defender que todas las intervenciones para salvar a las grandes empresas sean el ejemplo de no intervención.
Pero claro que si hablamos de libre mercado, y de las condiciones para que un mercado sea considerado libre, o de la libertad del individuo, es materialmente imposible defender que las medidas adoptadas, (sobre todo en el campo de la banca), sean ni tan siquiera una aproximación a estas recomendaciones. Entre monopolios, oligopolios, negocios facilitados desde despachos privados, impuestos diseñados para evitar guerras de precios, ayudas para tratar de evitar ajustas, cierres de mercados cuando interesa a la banca y libre especulación cuando interesa también a la banca y toda una serie de normativas destinadas a que las personas tengan cada vez menos derechos como consumidores o trabajadores y cada vez más dificultades para ejercerlos. El caso más claro desde luego es el de la banca, epicentro de los problemas y recordemos que el plan básicamente es intervenir con todo lo que se pueda y lo que no se pueda, para lograr que exista una concentración bancaria de menos bancos pero más fuertes, lo cual atenta directamente contra las recomendaciones de un libre mercado que como todo lo que lleve la libertad, es exactamente lo contrario al poder de mercado.
En consecuencia, es completamente imposible definir que Hayek haya ganado o que las teorías de este estén detrás de este desastre, (y repito, siendo indiferente el hecho de que se esté de acuerdo o no con este). Lo curioso es que normalmente estamos discutiendo entre una corriente de teorías que nos dicen que hay que intervenir para tratar de suavizar los ciclos y otra teoría que nos dice que no hay que intervenir. Pero mientras estamos en estas, lo que hacemos es directamente practicar intervencionismo pro cíclico y con el objetivo de salvar la oferta y más concretamente a la gran empresa.