Ahora se apunta Cotizalia a las rondas de expertos para explicar la situación actual, y en este artículo, lo que me ha llamado especialmente la atención es la explicación de Daniel Lacalle, acerca de que “tenemos la máquina de hacer dinero creando una inflación que no reduce deuda”.
En realidad hace mucho que no discutimos sobre la inflación, y tengo que reconocer que no había oído jamás el término: “inflación que no reduce deuda”. En todo caso, tenemos que entender algunas cosas.
En primer lugar tenemos toda una serie de intenciones que buscan que bajen los precios, (aunque luego realmente se echen atrás y todo se quede en bajadas de sueldos). Esto significa, y dado que la bajada de precios generalizada es deflación, que tenemos toda una serie de recomendaciones buscando la deflación. No deja de ser curioso como todo el mundo esté totalmente de acuerdo en que la deflación es el peor de los males económicos y a su vez estos mismos estén recomendándolo, pero está claro que están recetando deflación.
Pero es que además las recetas de los expertos, son lo que al final lo que los mercados quieren y son lo que se está implantando. En consecuencia se están imponiendo toda una serie de reformas que hunden el poder adquisitivo de los consumidores y retraen su confianza, todo con el sano objetivo de que las empresas puedan competir, (y se entiende que vía precios, porque lo de mejorar la calidad casi ni se contempla como opción). Estamos por tanto proponiendo toda una serie de medidas que provocan deflación.
Tenemos una caída del consumo, tenemos una caída de la inversión, tenemos una situación en la que no se pueden soportar tipos de interés demasiado altos, (y por esto estamos hablando de que no se pudo soportar la subida al 1,5% del BCE). Tenemos a su vez que la gente difiere al máximo todas sus compras; por precaución y también por expectativas de bajadas de precios. Tenemos una situación depresiva, un colapso económico, y una actividad en caída libre generalizada con muy pocos sectores que se libran. Tenemos vaivenes empresariales entre el intento de compensar con mayores precios las caídas de ventas y luego con menores precios, para compensar la caída de ingresos vía ventas. Y si, tenemos que la deuda no se reduce y que además cada vez es más difícil desapalancarse, ya que los buenos activos ya se han vendido y ahora lo que se puede convertir en líquido se hace a precio de derribo. También nos encontramos con desplomes en inversiones productivas y que a su vez estas se concentren en bienes inelásticos y(o) de primera necesidad. En definitiva, si tenemos una lista de los efectos de una situación de deflación, nos los encontramos todos.
Tenemos una situación monetaria que reúne dos grandes características. Una enorme liquidez para los mercados financieros y un gran problema de liquidez para el conjunto de la economía real, con una escasez de fondos para familias y empresas que difícilmente tiene precedentes. Esto es coherente con una política monetaria que no busca luchar contra los efectos de una situación deflacionaria provocan en los mercados financieros, gobiernos y grandes empresas. De esta forma tenemos que hacer todos los esfuerzos por recuperar aquellos precios de los bienes intercambiados en mercados financieros, buscar las formulas imaginativas para conseguir ingresos en un entorno de caída de la actividad y hay que tomar todas las medidas necesarias para evitar las guerras de precios, (que no son algo que nos encontremos con frecuencia en entornos inflacionarios).
Estamos en una situación en la que tenemos caídas de rentas generalizadas, salvo aquellos sectores o agentes en los que se trate por todos los motivos de salvarlas, en una situación en la que ni tan siquiera la protección de los gobiernos garantiza que se vayan a mantener estas rentas.
En definitiva estamos en una situación, que es a la que conducen las políticas fiscales, (basadas en recaudar exclusivamente a costa del contribuyente medio), las políticas económicas, (basadas en imponer sacrificios a los consumidores medios) y unas políticas monetarias que tratan de imponer costes elevados a la economía real, mientras que limitan sus beneficios, y esta no es otra que una situación de deflación.
Y si, es normal que cuando hablamos de deflación, tenemos que la caída de rentas y actividad, hace que sea casi imposible reducir el endeudamiento, por lo que en realidad lo que tenemos es una situación de deflación, acompañada de una serie de medidas destinadas a subir los precios de bienes estratégicos para el sector financiero que arrastran el IPC a positivo. Y en esto debemos recordar que el IPC es un indicador de la evolución de los precios, pero no es el único y debemos tener en cuenta todo lo que olvida el IPC para determinar la inflación.