Como bien ha deducido Troyano el post de ayer venía a cuento de un post que colocó Juan Ramón Rallo, en su blog, y que apareció en los comentarios de un estudio “riguroso”, que hizo “el economista” y que a su vez aparece finalmente en las noticias de “el economista”.
Más allá de que evidentemente nos encontramos con todo un modelo de difusión de las ideas, lo que me gustaría es comentar las burradas de tipo económico que comete este personaje en un post en el que aboga por una sanidad lucrativa. Creo que es importante, porque supongo que el hecho de opinar que una persona determinada es un sociópata, lo habrá que justificar.
Lo primero que me gustaría es recordar que a pesar de que se observa que conoce determinadas cosas sobre la asignación de los recursos está muy claro que usa aquello que le interesa y olvida las cosas que le vienen mal. De aquí el post en el que trataba de explicar que la frase “la obtención de beneficios es la línea de flotación que nos indica si, en cada momento del tiempo, estamos dando el uso más adecuado a los escasos recursos económicos de que disponemos.” es una burrada increíble para la que no hace falta más que mirar cuantos ejemplos se nos ocurran, ¿no estaban generando las constructoras, promotoras y banca beneficios ingentes?, ¿esto significaba una asignación correcta de recursos?.
El error en esto es que resulta que explicamos la sanidad como si fuese la venta de televisores. Es decir, como si fuese un bien o servicio más, cuando la realidad es que esto es otra gran falsedad. ¿Cómo es posible que un economista no tenga en cuenta que existen diversos tipos de bienes?, ¿y diversos tipos de mercados?. Uno esperaría de un profesor de economía que conociese que existen diversas clasificaciones de bienes en función de unas determinadas características, y del mismo modo que existen toda una serie de mercados diferenciados. También se espera que un profesor de economía entienda que estas calificaciones se explican por unas razones determinadas, que no son aquellas que las de entender que existen diferencias entre las cosas. Por tanto, comparando la venta de televisores con la sanidad, lo que nos encontramos es con una burrada económica tan grande que o bien este señor no tiene ni idea, o bien la tiene y le da igual. (sí a alguien se le ocurre otra solución la agradecería).
Esta confusión nos lleva a una especie de silogismo con dos argumentos muy curiosos:
Trata de desmontar el hecho de que la sanidad privada sería más cara, (estaría bien que se fuese a Estados Unidos a explicar que esto no ocurre, aunque igual resulta que son comunistas), mediante dos argumentos que nos llevarían a dos absurdos:
- El hecho de que lo público sea más barato porque no tiene beneficios, se podría extrapolar a todos los sectores, de tal forma que llegaríamos al comunismo, (economía planificada según él), lo cual se ha demostrado un error histórico.
- La segunda es cuando menos curiosa y nos cuenta que “¿por qué no vamos un paso más allá y sostenemos que lo deseable es que incurra en gigantescas pérdidas? Al fin y al cabo, el Estado no sólo no necesita ganar dinero, sino que tampoco necesita cubrir todos los demás costes: cuantos menos costes cubra, más barato será el servicio?.
Como introducción me gustaría plantear otra forma de hacer un razonamiento de este estilo:
“los aviones viajan a velocidades superiores siempre a los 200 km/h”; “los aviones son más seguros que los coches”, “los coches circulan a velocidades inferiores a los aviones”. La conclusión sería sencilla a partir de este razonamiento que parecería impecable; “para mejorar la seguridad vial lo que tienen que hacer los coches es nunca bajar de 200 km/h”.
Como podemos ver este razonamiento es inatacable, salvo que una persona muy inteligente me diga, “es que los aviones y los coches no circulan por los mismos lugares, en las mismas condiciones…”, o con el más socorrido: “¿Es que eres tan burro de comparar coches con aviones?.
Pues este es el argumento que se ha usado y podemos diseccionar un poco: ¿Es cierto que el comunismo se ha demostrado un sistema ineficiente para asignar los recursos?. Pues por supuesto que sí. Evidentemente el sistema de libre mercado es mucho mejor que el de una asignación planificada o arbitraría, (sea o no comunista, como se está demostrando incluso ahora mismo). Pero el hecho de que el libre mercado sea una forma mejor de distribuir los recursos en determinadas condiciones, no significa que sea para todos los casos. De hecho, existen numerosos sectores y bienes en los que existe toda una suerte de análisis para la asignación de recursos que se denominan los Análisis Coste Beneficio, donde se trata de buscar técnicas alternativas al mercado en determinados bienes que tienen unas determinadas características. En particular nos encontramos con una clase de bienes que son los bienes Públicos, que son reconocidos por los economistas, (¡y ojo que la inmensa mayoría no comunistas precisamente), para los que las reglas del libre mercado no existen, porque o bien no existe mercado o bien este presenta unos fallos de mercado que lo hacen inviable, (el término “fallos de mercado” también es algo de las ciencias económicas que le vendría bien repasar).
Respecto a la segunda de las frases y absurdos, pasa una cosa curiosa; directamente no es cierto. ¿Entendemos que un economista iguale “prestar de la forma más barata” a “que el coste sea el mayor posible”?. Es decir, con un hábil manejo de las palabras, resulta que “el coste sea el mayor posible” pasa a ser la exageración de “prestar de la forma más barata”, lo cual es como poco engañoso.
Pero he dicho varias veces la palabra “sociópata”. ¿Por qué?. Pues por una razón muy sencilla. Todos los economistas por muy liberales que sean, coinciden en que determinados bienes y servicios tienen que quedar fuera del libremercado y que en todo caso tiene que existir un sector público que se ocupe de garantizar unos mínimos, (ojo, que absolutamente en ningún lado se defiende como liberal el hecho de que las empresas contraten servicios con alguien que no paga sus servicios, que sería el hecho de las gestiones privadas de servicios públicos que son una herejía).
Esto viene derivado de un sencillo razonamiento. La formación de precios, pongamos que en televisores, como usa en su ejemplo, viene derivado de la valoración, (y las posibilidades) de cada uno de nosotros a la hora de comprar un televisor. Es decir, se pone un artículo en un mercado, y cada uno de los consumidores en función de sus circunstancias (incluyendo renta, gustos y demás), hace una valoración. Si lo compra es que su valoración es superior al precio. Evidentemente todo este sistema de valoración lo que supone es que va a haber muchas personas que no lo compren, (porque es un bien privado); ¿Qué ocurre si una persona no puede o no quiere comprar un televisor?. Pues si no lo quiere, no pasará nada. El bien no será valorado, por lo que si son muchos los consumidores que piensan lo mismo tendrá que bajar el precio, (bajará la demanda, ergo tendrá que bajar el precio); si no lo puede comprar evidentemente existirá una cierta frustración, que puede doler mucho o poco; pero que no se comparará con el caso de la sanidad. En todo caso tenemos que tener en cuenta que todo este proceso de asignación de recursos viene derivado de que habrá personas que no quieren o no pueden obtener este determinado bien, ya que si todos los consumidores quedasen saciados estaríamos ante un entorno de recursos infinitos.
Pues tengamos claro que la persona que defiende que la asignación de recursos para la sanidad se deba hacer de la misma forma que para los televisores, está asumiendo directamente que el proceso sólo será eficiente si las personas pueden decidir o calcular su demanda, y que existirán personas que DESISTAN de la compra de este bien. Es decir, estaríamos hablando de que el libre mercado en un mercado determinado significa necesariamente que personas desistan (porque no quieran, lo que parece improbable, o porque no puedan, que será mucho más probable), de adquirir este bien, aunque suponga directamente la muerte.
Se puede hacer un estudio que nos diga que va a ser una persona, diez, miles, o millones de personas van a desistir de operaciones necesarias para su vida; pero el sistema de libre mercado depende de que existan estas personas, por lo que todo aquel que proponga este sistema está proponiendo la muerte de determinadas personas, lo que me lleva al diagnóstico este de la sociopatia, (que evidentemente no es más que mi opinión ya que ni conozco al personaje en cuestión, ni tampoco soy médico). El argumento es muy sencillo; sólo hace falta contestarse a la pregunta: ¿Cuánto vale una vida?. Todo el que pretenda monetizar esta pregunta simplemente debería acudir a mirárselo. Lo normal, en situaciones extremas, (que no serían bajo ningún pretexto lo poco reconocido mundialmente en España que es la sanidad), sería racionalizando comparando vidas. Pero todos sabemos que la sanidad universal por definición significan vidas.
Por supuesto, todo esto además teniendo en cuenta que en el sector específico de la sanidad tenemos un problema añadido, ya que como existen determinados tipos de intervenciones que son extremadamente costosas, o bien se realizan desde el sector público o bien se realizan desde un asimilado al sector público, (como sería un sistema en el que una serie de participantes asumen unos costes colectivos para sufragar los consumos del total en función de parámetros, que si nos damos cuenta es precisamente el caso de los seguros médicos). Es decir, un seguro médico es exactamente el mismo concepto de libre mercado que el de un país, por mucho que en un caso sea privado y otro público.
Se me olvidaba, supongo que me dirá que porque no se asignan siempre los recursos en este sistema, (vamos, que instauremos el comunismo). Pues hombre, se espera que un economista, un profesor o una persona mínimamente cabal entienda que no es lo mismo un SMART TV de última generación que la sanidad. Vamos, que se entienda que el libre mercado es cuando “pensamos en si comprar o no comprar tal cosa”, (lo que hacemos todos los días a todas horas), y no cuando decimos aquello de “tengo que…” frase ciertamente incompatible con lo de “libre”.