Toda la suerte de estudios que acaban concluyendo que hay que bajar los sueldos para acabar con el desempleo surgen de considerar el mercado de trabajo como un mercado al uso. En este mercado las empresas serían demandantes de trabajo, ya que es un recurso que usan para su actividad productiva. Los trabajadores seríamos en este caso la oferta, ya que disponemos de un recurso que pretendemos colocar en el mercado.
Considerándolo de esta forma nos encontramos con que para incrementar la cantidad demandada del bien, la mejor forma es reducir el precio, (al igual que con todo tipo de bienes y productos), por lo que surge sin problemas la recomendación de bajar los precios del trabajo, (esto es: los sueldos y salarios), para acabar con el desempleo. La gráfica sería sencilla:
De esta forma también se explica de una forma gráfica el problema del SMI, ya que establece un precio mínimo superior al de equilibrio, lo que generaría desempleo, que se ve como la diferencia entre la oferta y la demanda para este precio. La gráfica es sencilla, y se ve como bajando los sueldos por debajo de este precio nos encontraríamos con menos personas dispuestas a vender trabajo, (bajada de la población activa) y más empresas dispuestas a contratar, lo cual llevaría a la situación en la que no habría desempleo.
Hasta aquí todo bien, y en realidad hasta aquí el razonamiento es difícilmente discutible. De esta forma, parecería bastante obvio que para acabar con el desempleo hay que reducir los sueldos o lo que es lo mismo: que el ajuste se produzca vía sueldos en lugar de vía cantidades. Sin embargo, yo he manifestado reiteradamente que bajadas de sueldos nos llevan al desastre y a mayor paro, lo que entraría en flagrante contradicción con estas nociones tan básicas. Y la razón está en el concepto “Ceteris Paribus”, base en todo lo relacionado en la economía e incomprensiblemente olvidado siempre.
Es decir; la demanda de un producto se incrementa siempre que baje el precio, asumiendo que el resto de factores se mantienen. De esta forma, como hemos visto ante una variación del precio, la variación de la cantidad tanto demandada como ofertada, la tenemos que buscar desplazándonos a lo largo de la curva; pero ante cambios en otros factores, lo que hay que hacer es desplazar la curva de demanda, (o la de oferta).
Si olvidamos este pequeño detalle y olvidamos que los sueldos, además del precio en el mercado de trabajo, son la fuente de ingreso de la inmensa mayoría de los consumidores, completaríamos la gráfica para seguir explicando lo que ocurre. Es decir, si se bajan los sueldos, el consumo de bienes y productos se reduce, de tal forma que las empresas venden menos; dado que la demanda de trabajadores depende de la actividad de estas, tendríamos un desplazamiento de la curva de demanda:
Como se puede ver, los efectos difieren bastante desde la situación inicial a la final, de tal forma que los sueldos, la actividad y el empleo se desploman, de tal forma que después de este proceso nos encontramos con que la situación de equilibrio esperada no es tal.