En el post en el que planteaba la fórmula del "helicóptero de dinero" a través de la entrega de una cantidad de dinero a las familias de manera directa o a través de los bancos centrales, he recibido una crítica de Dilbert. La verdad es que no le falta razón. En particular, ha dicho que:
Dices "lo que ocurriría si nos meten 1.000 € en la cuenta es que automáticamente subirían los precios ..., bajarían los salarios ..., habría subidas en los impuestos indirectos... provocarían que dicho efecto no generase al final apenas efecto".
Es difícil replicar a algo que no se basa en nada ni tiene ninguna argumentación. O es fácil, basta con decirte "a mí me parece que no sería como dices". Ya está. No va a haber gran inflación, no va a haber reducción de salarios, y no va a haber subidas de impuestos (sí de recaudación por el repunte en el consumo).
Los contrarios al helicoptermoney primero deberíais poneros de acuerdo entre vosotros, porque lo mismo decís que dispararía la inflación, que decís que no tendría ningún efecto. La realidad está en medio. Puede que repunte algo la inflación (que recuerdo que es EL OBJETIVO) pero no en una cantidad importante. Con 1000€ en un pago único no vamos a ir todos corriendo a comprarnos coches y ropa y vacaciones. La gran ventaja es que con este sistema su efecto se puede medir y si es preciso repetirse dentro de un tiempo. Con la expansión cuantitativa QE esto es mucho más difícil, y en cuanto el genio de la inflación salga de la botella a ver quién lo vuelve a meter.
A la luz de la crítica, he de reconocer que al post le ha faltado algo de explicación y Dilbert tiene razón también en que así es muy difícil replicar. En mi descargo está siempre el objetivo de reducir la extensión de los post, lo que a veces me lleva a pasarme en la síntesis. Es cierto también que las razones básicas por las que ocurrirían estos efectos están insinuadas en lo que Dilbert no ha copiado. En todo caso está claro que el tema merece una explicación más profunda y aquí estamos.
Lo que había escrito de forma íntegra era lo siguiente:
en la situación actual de los consumidores y de los trabajadores y, en general, en la situación fiscal de la mayoría de los ciudadanos, lo que ocurriría si nos meten 1.000 € en la cuenta es que automáticamente subirían los precios (tendríamos informes que dirían que disponemos de más dinero y, por tanto, todos los bienes básicos subirían de precio), bajarían los salarios (las empresas usarían su poder para pagar menos) y, desde luego, habría subidas en los impuestos indirectos (que no se notan) que provocarían que dicho efecto no generase al final apenas efecto. De este modo, el dinero iría a las familias, pero si no cambian las circunstancias se evaporaría inmediatamente
En realidad, estoy diciendo lo mismo que he explicado en otras ocasiones; en particular, me gustaría recordar los post donde se exponían las razones por las que me oponía a la Renta Básica y al sucedáneo propuesto por Ciudadanos en forma de complemento salarial a los sueldos bajos.
Para entender mis argumentos deberemos tener en cuenta que los precios y los sueldos dependerán de las circunstancias que se den en los mercados de bienes y servicios y en el mercado de trabajo respectivamente. De la misma forma, para entender el coste fiscal que para cada grupo de personas tendrá una medida que afecte al global, habrá que entender la posición en la que se encuentra cada grupo frente a la Administración.
En este sentido parece bastante claro que el efecto inmediato de introducir 1.000 € en cada familia española supondría un impacto favorable en la situación del conjunto de familias. Podríamos incluso cuantificarlo en alrededor de 18.000 millones de euros. Con datos definitivos se podrían conseguir también cifras definitivas, pero el objetivo de este post es ir explicando el proceso (por tanto, renuncio a cualquier ánimo de ser exacto en la cuantificación).
Los bancos centrales pueden crear estos 18.000 millones y prestarlos sin problemas; en su balance tendrían un pasivo (los euros creados) y un activo (los euros prestados) por lo que la estructura (en principio) no se vería afectada. Si estos 18.000 millones son “regalados” o “entregados a las familias sin obligación de devolución” los bancos centrales quebrarían y los Estados tendrían que poner estos 18.000 millones; de hecho, lo más probable es que no se llegase a eso y fuesen los Gobiernos los que pondrían este dinero, endeudándose con el Banco Central (y es sencillo inferir que a través de los bancos privados o estos cobrarían). En consecuencia: Los Estados ofrecen estos 18.000 millones a las familias, emitiendo deuda pública que colocarían a los bancos que a su vez los colocaría en el BCE que crearía el dinero. De este modo ya tenemos monetizada la deuda, pero tenemos también 18.000 millones (más lo que cobre el BCE y más lo que cobren las entidades financieras) que pagar. Y la cuestión es ¿cómo se va a pagar esto?
Pues en las circunstancias actuales la única forma es mediante impuestos indirectos, que son invisibles, de amplia recaudación…(esto ya explicado aquí). Se suele sostener que la actual regresividad fiscal viene derivada de aspectos ideológicos. Puede que algo de esto sea cierto, pero lo que está claro es que los volúmenes de deuda que existen hoy tan solo pueden ser asumidos mediante impuestos indirectos, que se da la casualidad de que son regresivos.
Por tanto, la subida de los impuestos indirectos sería casi inmediata.
Respecto a los trabajadores y consumidores, el proceso debe ser considerado de la misma forma. Tras las sucesivas normas y la situación del mercado laboral, tan solo hay un aspecto que lleva a evitar que los sueldos caigan más. Este aspecto no es más que la creencia absoluta en la ley de bronce de los salarios (David Ricardo) que impera hoy en día. Aquella teoría afirmaba que, en el largo plazo, los salarios nunca superarían el mínimo para la subsistencia de los obreros.
Hoy parece bastante claro que estamos incluso traspasando los límites que establecía dicha ley, ya que claramente hay un número ingente de salarios que ni siquiera permiten la subsistencia. Es evidente que esto se está subsanando con las ayudas familiares y el endeudamiento. Pero ¿qué es lo que para hoy mayores bajadas de salarios? Pues simple y llanamente que se ha llegado a un punto en el que “se considera” que no puede pagarse menos. No digo que los sueldos se hayan contenido y bajado hasta que hemos llegado a una situación en la que muchísimas personas están cobrando menos de lo necesario para subsistir. Quiero decir que han llegado a un nivel tan bajo que ni con todas las trampas teóricas se puede defender ya que se puedan bajar.
En esta situación, ¿qué es lo que supondría una medida como la del helicóptero? Pues no tendremos más que recordar el famoso cheque de 600 dólares de Bush o los 400 euros de ZP (que, por cierto, tenían vocación anual). En la práctica no mejora en absoluto la situación de los trabajadores, pero sí que hemos de esperar un efecto perverso: habrá informes por todos lados afirmando que hemos mejorado, por lo que sería algo más fácil imponer ciertos sacrificios. O dicho de otra forma; serán legión los que saldrán a decir que ya que los trabajadores reciben 1.000 € (aunque sean de las familias) podrán acordar ciertos sacrificios. En todo caso, dado que el poder está de lado de las empresas y dado que no pocas creerán que ahora sus trabajadores están mejor, no es difícil entender que bajarían los sueldos. La posibilidad de que suban es remotísima.
Vayamos con los consumidores. En el mercado de bienes y servicios tenemos otra vez toda una serie de normas que confieren el poder a las empresas y, en particular, a aquellas empresas que producen bienes básicos. Esta medida no mejora nada en absoluto. Pero ahora imaginemos que tal medida se lleva a cabo. ¿Qué ocurriría? Pues no hace falta más que pensar lo que ha ocurrido en el mercado de petróleo. Resulta que lleva una buena temporada cayendo a saco porque existe una sobreproducción (o falta de demanda) brutal. Alguien ha llegado a la conclusión de que si se alcanzase un acuerdo que congelase la producción a niveles de enero (en el que había una sobreproducción brutal) desaparecería la sobreproducción mundial. Está claro que es un sinsentido, aun suponiendo que dicho acuerdo se cumpliría por primera vez en la historia. Pero no se ha llegado a un acuerdo y no pasa nada, porque según parece tenemos una huelga en Kuwait. Y todo esto en un contexto donde la gasolina, la electricidad, tabaco… ya hace tiempo que se han vuelto bienes elásticos (aquellos cuyo consumo varía sustancialmente ante variaciones de precio).
¿Queremos imaginar cómo responderían los mercados de estos bienes a la noticia de que se van a inyectar miles de millones en las familias? No esperen un estudio diciendo que luego va a ocurrir tal. El informe previsible es: se inyectan miles de millones y además esto va a suponer la reactivación del consumo de las familias, inflación y el multiplicador fiscal y monetario…
¿Qué ocurriría con los precios de gasolinas, electricidad, materias primas, alimentación…? Añadamos el efecto de la subida de IVA que ponía antes (y en este post explicaba los efectos)
Seguiríamos inmersos en un sistema en el que los ingresos de las familias no podrían subir porque existiría un poder absoluto de las empresas en mercados de trabajo, en mercados financieros (en particular, los que controlan las materias primas, energía…) y en los mercados de bienes y servicios. Las rentas disponibles se reducirían otra vez, arrastrando una vez más a todos aquellos sectores elásticos. ¿Qué ocurriría con la economía?; ¿la recaudación fiscal?; ¿los scoring de la gente y de la mayoría de las empresas en los bancos?
Es sencillo entender que se produciría un impacto inicial pero, en realidad, la cantidad de dinero en circulación (la oferta monetaria) se reduciría más tarde a pesar de haber incrementado la base monetaria.
Y esto ocurriría por las razones de siempre. Mientras no se cambien las condiciones de los trabajadores y los consumidores corrigiendo algunos desequilibrios con un new deal (nunca confundir ni con un plan keynesiano ni con un plan Marshall) no hay nada que hacer. Sin embargo, un New Deal con derechos a los consumidores, límites a la especulación, derechos laborales y demás significaría hoy en día hoy la defunción de un sistema financiero que, en todo caso, ya está muerto.