Este post no va del Banco Central Europeo, sino que va de la propuesta que lleva mucho tiempo circulando entre todos los medios como solución a la crisis. Parece que el Partido Popular la sugirió en momentos de la campaña, luego lo desmintió; y resulta que el PSOE ya lo hizo cuando compró activos ilíquidos, (llamados comercialmente “de la máxima calidad”) a la banca.
Me gustaría antes de nada, enfocarlo en el proceso general de la economía, para que entendamos mejor la situación. Por un lado se han tomado decisiones nefastas que han hundido a las familias y los trabajadores. El poder adquisitivo se ha desmoronado, lo que de repente ha llevado a que las empresas no venden. Caídas de dos dígitos en numerosos sectores han llevado a las empresas a no poder producir, pagar sus créditos, lo que significa que se destruye empleo. Ante esta situación, resulta que primero se endeuda el sector público, para rescatar a las empresas y los bancos; hasta que los estados no pueden más. En este momento se toman unas medidas que empeoran la situación de las familias, entrando en un círculo vicioso terrible.
En medio de este círculo nos damos cuenta que los bancos dependen del resto, por lo tanto mientras se destruye la economía, nos encontramos que el sector financiero, (a veces deberíamos recordar que es el encargado de financiar la economía), también sufre. Sin embargo, aquí hemos tocado en hueso. La situación económica, las medidas tomadas y la situación económica derivada de las medidas se va deteriorando a cada una de las vueltas de la rueda, y en cada momento las dificultades del sector financiero son crecientes. Pero desde todos lados se nos cuenta que “se ha de proteger al sistema financiero de las dificultades”, lo que significa que básicamente el plan parece ser “destrozarlo todo para salvar a los bancos, y evitar el efecto colateral de que los bancos se hunden cuando se destroza todo”.
Este es el esquema fundamental de esta crisis, (demencial por otra parte), y en esto debemos encuadrar absolutamente todo. Y dentro de este concepto debemos entender el banco malo, que no es otra cosa que tratar de eliminar las pérdidas de las entidades financieras, asumiéndolas entre unos contribuyentes que cada vez están en peor situación, con menor margen y con unas normativas cada vez más hostiles. Por supuesto la verdad, argumentos económicos, justicia y libertad, son conceptos que hace tiempo han seguido a la ética por el sumidero del inodoro.
El otro día se publica abiertamente una recopilación de declaraciones de “expertos” en el economista acerca de la idea del banco malo, que no es más que tratar de que el estado se haga cargo de alguna forma de los activos problemáticas de la banca, (en particular el ladrillo).
Un ejecutivo de la banca de inversión, (la que invierte y por tanto accionista, que a veces tenemos que recordar perfectamente quien es quien), nos cuenta:
"Esta entidad financiaría estos activos con deuda pública que además consumiría menos capital. Una parte del quebranto lo asumirían las arcas públicas y otra parte los accionistas de las entidades en su parte correspondiente de tal forma que el reparto se haría de la forma más justa posible".
Pues ya está. Esta entidad no puede financiarse con deuda pública, y menos tras el problema del reformazo y en medio de una crisis de deuda pública. En todo caso, es sencillo entender cuál es el reparto justo del quebranto. No hay más que ver el reparto de los beneficios. Esto está inventando y si la entidad pierde los accionistas han de perder en consonancia. ¿Qué es quiebra?. Pues resulta que el accionista ha de perder que para esto es el dueño de la empresa y beneficios.
Es así de duro y así de claro, y ya bastantes medidas llevamos para que los bancos se mantengan en pie, (y por tanto proteger a los accionistas). Estas medidas, ocasión tras ocasión suponen un coste para el conjunto de la sociedad, (que ya es fácil comprobar que está cabreada, quemada y colapsada), y subidones espectaculares de las acciones. Pues esta dinámica tarde o temprano acabará por pura insostenibilidad, (y esto sin mencionar los costes del riesgo moral que suponen).
Pero claro, resulta que todos los “expertos” ya se han puesto de acuerdo en que debemos asumir sus costes, pues todos coinciden en determinar este porcentaje, (o mejor dicho en tratar de que sea lo más alto para los contribuyentes). En este sentido la misma pregunta reformulada de otra forma aparece también el propio artículo:
“Berges reconoce que "es imposible poner ahora mismo los activos inmobiliarios a precios de mercado porque no hay mercado y quizá haya que encontrar un punto intermedio entre el valor contable y el de mercado pero hay que actuar".”.
En definitiva, se trata de que las entidades venden a los estados, (banco malo), los bienes a un precio determinado. En este sentido cuanto mayor sea el precio mayor será el beneficio para la entidad financiera y mayor la pérdida para el estado. Vamos que se trata de que el estado pague un precio mayor que lo que vale por un determinado bien. (algo que por cierto ya está pasando continuamente).
En esta frase, que recordemos está recogida en un medio de comunicación sin el mayor problema, encontramos dos grandes conclusiones; la primera es muy evidente, si esto fuese un país serio y un sistema económico medio sostenible, la primera aproximación es que la frase punto intermedio entre el valor contable y el precio de mercado no tendría el mínimo sentido. Mucho se ha hablado de la credibilidad y de la confianza, pero en este punto ya estamos ante un nivel que va más allá. El valor contable de los activos de cualquier empresa ha de ser siempre el valor de mercado. En caso de que los activos estén sobrevalorados, los beneficios que se han obtenido son irreales, (tal y como se demuestra en todos y cada uno de los casos de entidades que han sido intervenidas). En la medida en que estos beneficios han sido en su gran parte distribuidos y han generado el pago de bonus e incentivos, nos encontramos con una amplia gama de delitos tipificados. Por supuesto el único problema es tratar de demostrarlo. Desde luego es público y notorio que esto ha ocurrido; y es público y notorio que los gobiernos y estados que ahora parece que van a tomar el papel de estafados de última instancia, no han puesto el menor interés en investigar, demostrar y actuar con el peso de la ley contra estas actuaciones, a pesar incluso de que están ocasionando unas pérdidas brutales.
Pero más allá de este problemilla que llenaría las cárceles, una cosa sorprende. En el caso de que tengamos que determinar el valor de los activos inmobiliarios en manos de las entidades, la realidad es que no se entiende demasiado el problema de determinar el valor justo de estos activos. ¿o es que este valor es distinto a cuando se lo quedan las entidades financieras?. Resulta que las entidades financieras se adjudican estos bienes en base a unos criterios que no están dispuestas a cambiar. Pues la realidad es que si las propias entidades defienden que se quedan los pisos pagando el 50% de la tasación que hacen, lo que han de defender es que el estado, el banco malo, el banco central de turno o quien sea, no ha de pagar un importe superior a este importe.
Quizás esto suponga unas pérdidas para la entidad que además se puede quedar debiendo dinero, o razonamientos similares. Pero ¿no es esto lo que están ocurriendo con los ciudadanos?. Supongo que habrá “expertos” que defiendan un proceso en el que los bancos ejecutan las hipotecas, valorando los bienes a la mitad y el resto queda a deber. El banco luego contabiliza por la tasación, (o sea el doble del importe por el que se lo quedaron), mostrando un beneficio en las cuentas, para después trasladárselo al estado a ese valor, para que el estado luego asuma otra vez la pérdida. Y como resulta que luego los bancos sabrán que el estado se ha endeudado para comprar unos activos que no tienen el valor que se ha pagado por ellos, saldrán los análisis de que el estado corre un riesgo importante, (por el bajo valor de los activos y por que los contribuyentes puede que no puedan pagar las deudas), y ¡cobrarán más por los intereses de esta deuda!.
Es simplemente demencial y por supuesto, nadie en su sano juicio puede entender que este proceso sea una salida a la crisis. De hecho ni tan siquiera es una salida a la crisis de las entidades financieras, ya que la reiterada estafa a la sociedad, no provoca otra cosa que penurias económicas, que nos volverá a poner en el punto de partida. Se necesitarán más ajustes, y habrá más dificultades, lo cual implicará que volveremos a tener nuevamente problemas con los bancos, el endeudamiento de los países será un problema mayor, y así seguiremos mientras no se cambie la forma de actuar.
Y ¿respecto a la justificación para tales atropello?; pues la de siempre; el comodín de la reactivación del crédito, argumento falaz que sirve para todo.