Hay gente, señores, que aún no sé cómo logra dormir por las noches sin oir el rumor de su conciencia agolpándose por escapar de ese cuerpo, de esa mente capaz de hacer locuras a cambio de cuatro cuartos.
Les he escuchado, hoy. Y he sentido una profunda ansiedad al ver cómo justifican sus actos y cómo aún sabiendo que cometen actos prohibidos, no solo lo niegan sino que, además, se autoproclaman paladines del buen hacer, modelos a seguir. Creo que el sentido del buen gusto y del ridículo ante la enormidad de la mentira debería asaltarles de vez en cuando e invitarles a plantearse si mañana estan dispuestos a seguir con la misma salvaje actitud, obligando a sus clientes a formalizar contratos no deseados en los que tan solo sus entidades salen ganando.
Resulta increible observar cómo niegan cuanto hacen y uno llega a la conclusión, también terrible de que han sido secuestrados por otro engaño. Que viven una vida que no es la suya puesto que no saben ya lo que hacen y menos aún porqué lo hacen.
Y, entonces, busco y releo una reflexión de Bakunin. Dice así:
"La educación de los militares, desde el soldado raso hasta las más altas jerarquías,les convierte necesariamente en enemigos de la sociedad civil y el pueblo. Incluso su uniforme, con todos esos adornos ridículos que distinguen los regimientos y los grados, todas esas tonterías infantiles que ocupan buena parte de su existencia y les haría parecer payasos si no estuvieran siempre amenazantes, todo ello les separa de la sociedad. Ese atavío y sus mil ceremonias pueriles, entre las que transcurre la vida sin más objetivo que entrenarse para la matanza y la destrucción, serían humillantes para hombres que no hubieran perdido el sentimiento de la dignidad humana. Morirían de vergüenza si no hubieran llegado, mediante una sistemática perversión de ideas, a hacerlo fuente de vanidad.La obediencia pasiva es su mayor virtud. Sometidos a una disciplina despótica, acaban sintiendo horror de cualquiera que se mueva libremente. Quieren imponer a la fuerza la disciplina brutal, el orden estúpido del que ellos mismos son víctimas."