Bueno, ya lo tenemos aquí.
El año pasado, desde los oráculos de los expertos, se lanzó el mensaje de que este año era de armas tomar.
Aunque hay que atender al hecho, notorio, de que los oráculos han servido de poco hasta la fecha.
Así, uno tiene que posicionarse ante una multitud de posibilidades que, obviamente, condicionarán la actitud con que afrontemos el futuro. En concreto:
- ¿Estamos ante otro 2008 pero con algo más de carga emocional que poner en jaque?
- ¿Estamos ante un "más de lo mismo", tendencia estable?
- ¿Estamos ante un "esto es otra cosa, ya se va notando un cierto alivio"?
- ¿Estamos ante un "¿volvemos a las andadas?"?
Hay opciones para todos los gustos, desde cenizos hasta descerebrados.
Yo ya me he hecho a la idea de que voy a encontrar de todo. Y me he puesto el traje de faena, arremangado, para que no se diga que si la cosa no sale bien no hice cuanto estaba en mi mano para evitarlo. Cuestión de principios.
Y puestos a ver las cosas como son, tengo que recordar que en la España de mi infancia la gente tenía sabañones, hacía la sopa con los menudos del pollo y la ropa se cosía. Incluso las señoras pudientes llevaban las medias a "coger puntos". No se tiraban.
Y puestos a pensar si somos una pena de gente o gente que da pena, pienso en la enorme distancia que existe entre nuestros terribles problemas diarios y los de un palestino cualquiera. Y entonces me asalta el sonrojo y no puedo evitar bajar la vista al comprender que esta sociedad es, aún cuando van mal dadas, una privilegiada.
Dos mil nueve es un número cualquiera. Incluso poco diferencia un día de otro si uno se despista por unos días de saber en qué día vive. No tenemos por qué preocuparnos acerca de si saldremos de esta. Lo único que hay que hacer es poner un pie por delante y dar el primer paso.