“Es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas” Mariano Jose de Larra
Hace poco asistí a un ejercicio de virulencia expansiva que tenía por emisor a alguien que identificaré con la figura del incendiario: a su lado siempre algo acaba quemado. Como lleva años jugando a lo mismo, entiendo que debe ser incombustible. De ahí el título de este artículo.
También, al objeto de ilustrar el despropósito que subyace a todo este trajín, me permito incluir la cita de Larra que, por más años que lleve de rodaje, sigue siendo válida como el primer día. Especialmente válida para este caso.
Pues, como iba diciendo, he asistido en primera persona a un discurso incendiario en el que se acusó al Colegio de Mediadores de Balears de inoperancia, a su Junta de Gobierno de chupar del frasco y de ser una institución no representativa de los problemas de la mediación. Además gocé temporalmente (por mandato divino del incendiario) de los inmerecidos cargos de espía y marioneta.
Seguramente debo ser un redomado imbécil, un empanado total, si tras casi ocho años aún no he encontrado el frasco del que se supone que chupo. También mi nivel de inteligencia queda comprometido porque tras dedicar mi tiempo (que es vida) a algo que creo que interesa al bien común no he visto un euro si, total, se me acusa de haberlo cobrado. Finalmente debo ser un inútil, un caso perdido, si, tras tanto esfuerzo y tantas horas robadas a mi negocio y a mi familia, resulta que no he colaborado ni en un solo logro. Pero tampoco soy tan tonto como para caer en la telaraña del personaje. Punto a mi favor.
La realidad es tozuda, objetiva, y la mayoría de mediadores preocupados por su formación (hay quien dirá que eso de estudiar no va con él) saben que en el Colegio se han realizado decenas de jornadas de elevado valor además de la formación requerida para el acceso a nuestra actividad, en sus distintos grados. Nadie más ha ofertado en Balears estos contenidos por lo que de no haber Colegio, tendríamos un gran vacío. Desde el Colegio se han promovido acciones con el Consejo General que han tenido relevancia en nuestra Legislación con efectos positivos para todos nosotros y, especialmente, para los consumidores. Se han establecido fuertes lazos de representatividad ante las Autoridades de Control lo que, sin duda, beneficia al Colectivo. OMIC, tantos asuntos y consultas… Negar las cosas es más fácil que enterarse de ellas.
La vida sigue. Y yo, más comprometido aún con el proyecto que me anima a conseguir una profesión más digna y mejor posicionada para todos quienes la ejercen con ética y profesionalidad. Cada vez que recapacito en esta apuesta personal por un Colegio moderno y generador de servicios de calidad para sus colegiados, integradome en un equipo de personas que, pensando de diferente modo, enriquecen el resultado, me siento más motivado y espoleado hacia nuevos horizontes. Para todos.
Tal vez ha llegado la hora de que los incombustibles sucumban a sus artificios y las quimeras que crearon devoren su recuerdo. O, tal vez, el incendiario es solo una rareza que conviene reinterpretar como un modelo a evitar y, por tanto, debe pasar a engrosar el museo de los horrores particular de cada uno.
Tal vez ha llegado la hora de que los colegiados indiferentes se preocupen por lo que es suyo y, movidos por un necesario interés en lo colectivo, apoyen con su crítica constructiva, con su esfuerzo, con ideas, un proyecto que solo les servirá si lo sienten como propio.
Permitidme acabar con otra cita, esta de Cicerón “La primera ley de la amistad es pedir a los amigos cosas honradas; y sólo cosas honradas hacer por ellos”. Así, os pido que honradamente aportéis al Colegio cuanto esté en vuestra mano y que recibáis orgullosos los honrados frutos del esfuerzo de todos. Solo eso.