Normalmente las empresas son asesoradas por equipos de ingenieros complacientes que basan el diseño del equipamiento en seguridad pasiva (compartimentación, aislamiento, protección de estructuras, instalación eléctrica y de conductos,etc) y activa (extintores, bocas de incendio equipadas, hidrantes, sprinklers, alarmas, brigadas entrenadas, etc) en el cumplimiento normativo en las condiciones que supongan el menor gasto posible. Ello se obtiene mediante un proceso en el que los riesgos potenciales se minimizan sobre el papel conocedores de que la Administración carece de medios humanos y materiales de verificación.
Así, un almacenamiento de porcelana sanitaria podrá pasar por un establecimiento de riesgo bajo (categoría I) y obtener el visto bueno de la Administración implementando medidas de Protección Contra Incendio (en adelante PCI) prácticamente nulas.
Pero en realidad el empresario apilará en estanterías paletizadas cuatro, cinco o seis metros de almacenamiento en altura compuesto de cerámica porcelánica pero embalada en cartón, sobre una base de madera y estando el conjunto "protegido" con un generoso retractilado de polietileno. En su conjunto este sistema de almacenamiento tiene un riesgo REAL equivalente a Categoría IV.
Así, una vez obtenida una falsa sensación de seguridad y con el riesgo de incendio accidental elevado a la enésima potencia dada la carencia de medios eficaces al riesgo , el servicio de ingeniería habrá aportado un muy escaso valor a su cliente. De hecho lo ha comprometido fatalmente.
Así las cosas, resulta evidente que para todo riesgo REAL deben aplicarse medidas adaptadas a dicha realidad ¿por qué? Veamos algunos puntos clave:
- un incendio tiene consecuencias devastadoras sobre el patrimonio de la empresa quien solo en caso de contar con un asesoramiento extremadamente puntilloso tendrá la cobertura de seguro adecuada al riesgo. Eso, no nos engañemos, no siempre se da.
- el coste que la paralización de la actividad, la pérdida de clientes, la búsqueda de partners alternativos por parte de los proveedores estratégicos, la pérdida de capital humano, o los sobrecostes de retención de stakeholders provocan un auténtico colapso financiero que dificilmente se puede ver compensado con un ahorro de costes en medidas preventivas y de combate contra el fuego. De hecho muchas empresas no sobreviven a un gran incendio aún cuando el seguro restituya las instalaciones. La proporción de supervivientes de de un 25%.
- el riesgo de pérdida de vidas humanas como consecuencia de un gran incendio es muy real y no acepta reposición alguna.
- la existencia de protecciones y medidas de lucha activas permite disfrutar de mejores condiciones en la suscripción de los programas de seguro lo cual redunda en un ahorro de costes a largo plazo.
- los lixiviados procedentes del proceso de extinción, esto es, las aguas de correntía que generará la extinción, arrastrando los residuos del incendio, son altamente contaminantes generando riesgos muy elevados en costes derivados de responsabilidades civiles, medioambientales y gastos de descontaminación, tanto en los solares propios como de terceros. Por sí solo este riesgo supone un elemento clave en la toma de decisiones dada la enorme magnitud de sus efectos y de destrucción del valor de mercado del suelo.
- obviamente cualquier actividad de explotación de negocio distinta de la informada ante la Administración Pública supone correr graves riesgos para los Administradores y Directores de la Sociedad, pudiendo significar la pérdida de su patrimonio personal y familiar. Por extensión, la ausencia de medidas adecuadas al riesgo real puede considerarse un claro acto de administración desleal, negligente o culposa que puede conducir a la apertura de una causa penal por parte de cualquier persona, empresa o ente público relacionado con el causante.
- El riesgo reputacional, la imagen de marca y su valor en el mercado pueden resultar irreversiblemente dañados a consecuencia de un siniestro grave. Baste recordar la rotura de la presa de Aznalcóllar que ha supuesto la desintegración de la empresa Boliden-Apirsa.
Consideremos, pues, que el buen empresario reconocerá la bondad de disponer de aquellas medidas que realmente le permitan afianzar la continuidad de la empresa cuya supervivencia tiene el deber de procurar con " la diligencia de un buen padre de familia", recordando el mantra de nuestro Código Civil.
En esta tarea será especialmente interesante informar al servicio de ingeniería cuales son los objetivos a alcanzar , priorizando la consecución de una protección eficaz en un entorno de costes razonable y asumible. Asimismo será muy conveniente contar con un servicio experto en la mediación de seguros desde la fase de diseño o elección del local (si es en alquiler) ya que desde el punto de vista asegurador contando con un mediador capacitado, formado y entrenado así como con una solución aseguradora capaz de valorar la actitud por encima de los intereses comerciales se podrá aspirar a obtener un resultado capaz de reducir la probabilidad de un gran siniestro de modo espectacular y, además, el empresario podrá concentrarse en lo que realmente sabe hacer bien que es su negocio. Sin interrupciones incontrolables.
"Una sola chispa puede desencadenar un incendio furioso convirtiendo en cenizas todo sueño o esperanza." - Marco Polo
Por último, imaginemos el enchufe sobrecargado del arbolito de navidad que ponemos en la oficina o en casa.