Hoy visité la tienda de un amigo anticuario y nos quedamos charlando un ratito sobre sus piezas de cristal. Tiene auténticas maravillas. El caso es que en un momento de conversación me dijo: "a los anticuarios lo que nos gusta es buscar y comprar; lo de vender... eso no tiene emoción porque sabes que las piezas buenas se venden solas, sólo hay que sentarse a esperar que el buen negocio entre por esa puerta y te aseguro que siempre termina por entrar". También me explicó que él detesta la cultura del "rastro viejo", que consiste en pillar un primo y sacarle todo lo que tenga en la cartera. "Prefiero que un cliente se deje 100 € al mes durante los próximos 12 años, a que se deje 500 € en un día y no vuelva más". Otro anticuario que conozco me decía: "mi negocio no está en timarte, sino en enviciarte".
Al final, todo se resume en buscar valor, comprarlo a bajo precio y dejar que el paso del tiempo juegue a tu favor para poder venderlo más caro.
Lo que sirve para vender piezas de cristal de 200 años, sirve para vender acciones. Sólo hay que tener un poquito de paciencia.