Un bonista es una persona o entidad que posee bonos o títulos de deuda emitidos por una entidad, ya sea un gobierno, una empresa o una institución financiera. Los bonos son instrumentos financieros que representan una deuda contraída por el emisor, quien se compromete a realizar pagos de intereses periódicos y devolver el valor nominal del bono en una fecha de vencimiento determinada.
El mundo de las finanzas y las inversiones está lleno de terminología que puede parecer un poco abrumadora al principio. Un buen ejemplo de esto es la palabra "bonista". ¿Qué es un bonista? ¿Y cómo se relaciona con las finanzas? Intentaré responder a estas preguntas de la manera más sencilla posible.
Para entender lo que es un bonista, tenemos que saber primero qué es un
bono. Un bono es una especie de
préstamo, pero al revés de lo que normalmente pensamos cuando escuchamos esa palabra. Cuando compras un bono, no estás pidiendo
dinero prestado, sino que se lo estás prestando a alguien. Ese "alguien" puede ser una empresa o incluso un gobierno.
Entonces, si un bono es un préstamo, ¿qué es un bonista? Sencillamente, un bonista es la persona o entidad que presta el dinero, es decir, el que compra el bono. Cuando compras un bono, te conviertes en un bonista.
Ahora bien, prestar dinero no es un acto de caridad, sino una
inversión. Cuando te conviertes en bonista, no solo esperas que te devuelvan el dinero que prestaste, sino que también esperas recibir un poco más. Ese "poco más" es el
interés que te paga el emisor del bono y es la principal manera en que los bonistas ganan dinero.
Es importante tener en cuenta que los bonos y los bonistas son parte fundamental de la
economía. Los gobiernos y las empresas de todo el mundo emiten bonos para financiar todo tipo de proyectos, desde la construcción de carreteras y hospitales hasta la investigación y desarrollo de nuevos productos.
Ser bonista puede parecer aburrido en comparación con otras formas de inversión, como comprar
acciones, pero hemos de señalar que también tiene sus ventajas. Los bonos suelen ser menos
volátiles que las acciones y, si el emisor es confiable, pueden ser una forma segura de obtener
ingresos regulares.
Derechos de un bonista
Un bonista, por el hecho de adquirir un bono y convertirse en prestamista de dinero a una entidad, tiene una serie de derechos fundamentales que vienen implícitos con este título de deuda.
El primer derecho, y quizás el más importante, es el de recibir el pago del capital prestado, conocido como valor nominal del bono. Cuando un bonista adquiere un bono, está prestando dinero a la entidad emisora. Esta entidad se compromete a devolver el dinero al final del período del bono, conocido como vencimiento.
Otro derecho es el de percibir los intereses, que suelen pagar de forma periódica, normalmente cada seis meses o cada año, aunque esto puede variar dependiendo del bono. Estos pagos son la recompensa que obtiene el bonista por prestar su dinero.
El bonista también tiene el derecho a vender el bono antes de su vencimiento. Los bonos se pueden comprar y vender en los mercados secundarios de deuda. Esto permite al bonista recuperar su inversión antes del vencimiento si lo necesita o si encuentra una oportunidad de inversión mejor.
Además, en caso de que la entidad emisora entre en un proceso de quiebra o insolvencia, los bonistas tienen preferencia sobre los accionistas para cobrar sus deudas. Esto significa que, en el reparto de los bienes de la entidad, primero se pagarán las deudas con los bonistas y después, si queda algo, se repartirá entre los accionistas.
Finalmente, es importante tener en cuenta que los derechos de los bonistas pueden variar dependiendo del tipo de bono. Por ejemplo, algunos bonos permiten al bonista convertir su deuda en acciones de la empresa, dando la posibilidad de convertirse en accionista. Por esta razón, es importante leer y entender bien las condiciones antes de adquirirlo.
Obligaciones de un bonista
Convertirse en un bonista puede parecer todo ventajas, ya que prestamos dinero a cambio de intereses y la devolución del capital. Pero como ocurre con otros muchos activos financieros, también existen obligaciones para el propietario del activo que deben ser consideradas.
La primera y principal obligación de un bonista es pagar el precio de compra del bono. Este precio puede ser el valor nominal del bono, aunque en el mercado secundario podría variar en función de distintos factores como los tipos de interés o la solvencia del emisor. Cuando compras el bono, te comprometes a entregar una cantidad de dinero a cambio del título.
Otra obligación es asumir el riesgo de crédito del emisor. Como bonista, debes estar dispuesto a correr el riesgo de que el emisor pueda tener problemas para devolver el dinero que te debe. Este es un riesgo real, aunque en el caso de bonos emitidos por gobiernos de países estables suele ser bastante bajo.
Además, al comprar un bono te comprometes a mantener el dinero invertido durante un tiempo determinado, que es el plazo hasta el vencimiento del bono. Aunque puede vender el bono antes de este plazo, puede que no encuentre un comprador dispuesto a pagar lo que usted considera un precio justo. En ese caso, tendrá que asumir la pérdida o esperar hasta el vencimiento.
Por último, como bonista, también tienes la obligación de pagar los impuestos correspondientes. Los intereses que se obtienen de los bonos suelen estar sujetos a impuestos, que deben ser pagados de acuerdo a las leyes fiscales del país en el que reside.
¿Cómo puedo ser un bonista?
Convertirse en bonista es un proceso relativamente sencillo que está al alcance de cualquier inversor. Esencialmente, lo que necesitamos es dinero para invertir y una entidad a través de la cual comprar los bonos.
Lo primero que debes hacer para convertirte en bonista es tener claro cuánto dinero estás dispuesto a invertir y cuál es tu tolerancia al riesgo. Esto te ayudará a decidir qué tipo de bonos son los más adecuados para ti. Recuerda que los bonos de empresas con mayor riesgo de impago suelen ofrecer un interés más alto, pero también conllevan un riesgo mayor.
Una vez que tienes claro tu perfil de inversor, el siguiente paso es encontrar una entidad financiera a través de la cual comprar los bonos. Esto puede ser un banco, una caja de ahorros, una sociedad de valores o cualquier otra entidad que ofrezca este servicio. Es recomendable comparar las comisiones y servicios que ofrece cada entidad antes de tomar una decisión.
Cuando ya tienes decidido a través de qué entidad vas a operar, el siguiente paso es seleccionar los bonos que quieres comprar. Para ello, puede utilizar la información que proporciona la entidad, que suele incluir datos sobre el emisor, el tipo de interés, la fecha de vencimiento y cualquier otra característica relevante del bono.
Una vez seleccionados los bonos, solo queda realizar la operación de compra. Para ello, debe dar una orden de compra a la entidad, indicando cuántos bonos quiere comprar y a qué precio. La entidad se encargará de realizar la operación y los bonos pasarán a formar parte de su cartera de inversiones.
Beneficios y riesgos de ser un bonista
Ser bonista, es decir, invertir en bonos es una estrategia que, como decíamos, presenta una serie de ventajas y beneficios que la hacen atractiva de cara a los inversores. No obstante, esta estrategia también conlleva una serie de riesgos que debemos sopesar antes de tomar una decisión.
Por el lado de los beneficios, los bonos suelen ser una inversión más segura que otras alternativas como las acciones. Cuando compras un bono, la empresa o entidad que lo emite se compromete a devolverte el dinero en una fecha determinada ya pagarte unos intereses periódicos. Esto hace que los bonos sean una forma de conseguir rentabilidades predecibles, lo que puede ser muy útil si necesita planificar ingresos futuros, por ejemplo, para la jubilación.
Además, los bonos ofrecen una gran diversidad en cuanto a plazos y tipos de interés, lo que te permite adaptar tu cartera de a tus necesidades específicas. También son una buena forma de diversificar su cartera, ya que el rendimiento de los bonos no suele estar correlacionado con el de las acciones.
Sin embargo, ser bonista también tiene sus riesgos. Uno de los principales es el riesgo de crédito, es decir, la posibilidad de que el emisor del bono no pueda devolverte el dinero. Este riesgo es más alto en el caso de los bonos corporativos, especialmente si la empresa que los emite tiene una calificación crediticia baja.
Otro riesgo es el tipo de interés. Si los tipos de interés suben, el precio de los bonos existentes tiende a bajar, ya que los nuevos bonos que se emiten revelan un interés más atractivo. Esto puede suponer un problema si necesita vender el bono antes de su vencimiento.
También está el riesgo de inflación. Si la inflación es alta, puede erosionar el valor real de los intereses que recibe del bono.
En definitiva, ser bonista tiene tantos beneficios como riesgos. Por ello, es importante que cada inversor evalúe estos factores en función de su situación personal antes de decidir si convertirse en bonista es la decisión adecuada para él.
Ejemplos de bonista
Para finalizar nuestro viaje por el mundo de los bonos y los bonistas, imaginemos una situación práctica que nos ayudará a visualizar el papel de un bonista.
Piensa en Carlos, un trabajador que ha ahorrado durante años y ahora busca formas de invertir su dinero para obtener una renta estable. Carlos decide comprar bonos emitidos por una empresa de energías renovables en pleno crecimiento, llamada EcoPower. Compra estos bonos por un valor de 10.000 euros, que la empresa le promete devolver dentro de 10 años, y además le pagará un interés del 5% cada año. Este interés se traduce en 500 euros que Carlos recibirá temporalmente como recompensa por prestar su dinero a la empresa.
En este caso, Carlos se convierte en un bonista, es decir, un inversor que ha comprado bonos emitidos por una entidad, en este caso EcoPower. Como bonista, Carlos tiene el derecho de recibir los intereses prometidos y de recuperar la cantidad inicial invertida al final del plazo establecido.
Cada año, Carlos recibe fielmente sus 500 euros de EcoPower, lo que le aporta un flujo constante de ingresos. Cuando pasan los 10 años, EcoPower devuelve a Carlos los 10.000 euros iniciales. Por tanto, Carlos ha obtenido una renta estable durante 10 años, además de recuperar la totalidad de su inversión.