La inversión indirecta implica invertir a través de vehículos de inversión, como fondos mutuos, fondos de inversión, fondos de pensiones, hedge funds o ETFs. En lugar de adquirir una participación directa en los activos subyacentes, los inversores invierten en el vehículo que administra una cartera diversificada de activos.
La inversión indirecta es otra forma en la que los individuos y las empresas pueden poner su
dinero a trabajar, es decir, otro tipo de
inversión, y aunque a primera vista puede parecer un poco más compleja que la
inversión directa, su funcionamiento es bastante simple. En esencia, llamamos inversión indirecta a cuando invertimos en un
vehículo de inversión, como un
fondo de inversión, en lugar de invertir directamente en un
activo, como
acciones o
bienes raíces.
Los fondos de inversión son organizaciones que reúnen el dinero de varios
inversores y lo utilizan para comprar una diversidad de activos. Los
gestores de estos fondos son profesionales que toman decisiones sobre qué activos comprar y vender en función de su
análisis y experiencia. Como inversor en un fondo de inversión, obtienes una participación en todos los activos que el fondo posee, sin tener que comprar y gestionar cada activo individualmente.
Es posible que te preguntes por qué alguien optaría por invertir indirectamente en lugar de directamente. Bueno, hay varias razones. La inversión indirecta puede ser más accesible para aquellos que no tienen el tiempo, los conocimientos o los recursos para gestionar una
cartera de inversiones diversificada por su cuenta. Además, la inversión indirecta puede ofrecer una
diversificación instantánea, lo que puede ayudar a reducir el
riesgo.
A pesar de las muchas ventajas de la inversión indirecta, también existen riesgos y desventajas. Estos incluyen el hecho de que no tienes control directo sobre tus inversiones, que a menudo tienes que pagar tarifas y
comisiones a los gestores del fondo, y que aún estás expuesto a los altibajos del
mercado.
Diferencias entre la inversión indirecta y la inversión directa
La principal diferencia entre la inversión directa y la inversión indirecta reside en el grado de control y participación que tienes sobre la inversión y en la forma en que se maneja.
Con la inversión directa, tú eres quien selecciona y compra el activo, como una acción individual o una propiedad inmobiliaria. Posees ese activo y tienes control directo sobre él, además de que el éxito de tu inversión depende enteramente de cómo se desempeñe ese activo particular. Si compras acciones de una empresa, eres dueño de una parte de esa empresa y si compras un inmueble, eres el dueño directo de esa propiedad.
Por otro lado, en la inversión indirecta, no compras directamente los activos. En lugar de eso, compras participaciones en un fondo de inversión o similar, que a su vez posee una serie de activos diferentes. No tienes control directo sobre estos activos, sino que delegas esa responsabilidad en los gestores del fondo. Tú, como inversor, te beneficias de la diversificación que ofrece el fondo y compartes las ganancias y pérdidas con los demás inversores del fondo.
Además, la inversión directa suele requerir más tiempo y conocimientos para gestionarla de forma eficaz, ya que debes realizar tu propio análisis y seguimiento de los activos en los que has invertido. Sin embargo, la inversión indirecta puede ser más sencilla, ya que se apoya en la experiencia y los recursos de los gestores profesionales del fondo.
¿Cómo podemos realizar una inversión indirecta?
Realizar una inversión indirecta es un proceso que puede parecer complejo en la superficie, pero que se simplifica bastante una vez que conoces los pasos a seguir.
El primer paso para realizar una inversión indirecta es identificar el tipo de vehículo de inversión que deseas utilizar. Esto puede incluir una variedad de opciones, como fondos de inversión, fondos cotizados en bolsa (ETFs), fondos de inversión inmobiliaria (REITs) o fondos de pensiones.
Una vez que has identificado el tipo de vehículo de inversión que te interesa, el siguiente paso es investigar las opciones disponibles en ese espacio. Esto puede implicar leer los folletos informativos de los fondos, hablar con asesores financieros, o incluso hacer tu propia investigación en línea. Lo importante es que te familiarices con las características de cada opción, como su rendimiento histórico, su estructura de costos, y los tipos de activos en los que invierte.
Una vez que has seleccionado un vehículo de inversión que se alinea con tus objetivos y tolerancia al riesgo, el siguiente paso es realizar la inversión. Esto normalmente implicará abrir una cuenta con la empresa que gestiona el fondo y luego transferir dinero a esa cuenta para comprar participaciones en el fondo. El proceso exacto puede variar dependiendo del vehículo de inversión y la plataforma que estés utilizando.
A partir de ahí, tu inversión será gestionada por los profesionales que manejan el fondo. Tendrás que mantener un ojo en el rendimiento de tu inversión y hacer ajustes según sea necesario, pero no tendrás que preocuparte por la gestión diaria de los activos en los que has invertido.
Ejemplos de inversión indirecta
A continuación, veamos algunos ejemplos de inversión indirecta que podemos encontrar en el mercado:
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Fondos mutuos: Son fondos de inversión donde varias personas invierten su dinero en una cartera diversificada de activos, como acciones y bonos, administrada por profesionales. Al invertir en un fondo mutuo, no posees directamente las acciones o bonos, sino que tienes participaciones en el fondo.
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Fondos de pensiones: Estos fondos se crean para ayudar a las personas a ahorrar para su jubilación. Los fondos de pensiones invierten el dinero de los participantes en una variedad de activos, como acciones, bonos e inmuebles, para generar rendimientos a largo plazo.
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Fondos cotizados en bolsa (ETFs): Los ETFs son similares a los fondos mutuos, pero se negocian en bolsa como si fueran acciones. Estos fondos siguen índices, como el IBEX 35, y te permiten invertir en una canasta diversificada de activos sin tener que comprar cada activo individualmente.
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Planes de inversión colectiva en bienes raíces: Estos planes permiten a los inversionistas participar en la propiedad de bienes raíces comerciales, como oficinas, centros comerciales o complejos residenciales. El dinero se invierte en un fondo inmobiliario y se comparte el rendimiento generado por los alquileres o la venta de propiedades.
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Fondos de cobertura (hedge funds): Son fondos de inversión que buscan obtener rendimientos mediante estrategias más complejas y flexibles, como el uso de derivados financieros y apuestas en mercados alcistas o bajistas. Los inversionistas aportan su dinero al fondo, que es gestionado por expertos.
Como podemos apreciar, todos ellos se caracterizan por ser medios a través de los cuales, con nuestro dinero, un gestor realiza inversiones en nombre de un tercero.
La inversión extranjera indirecta
Es cierto que los términos inversión indirecta e inversión extranjera indirecta pueden parecer similares a primera vista, pero en realidad se refieren a conceptos completamente distintos en el mundo financiero.
La inversión indirecta, como ya hemos discutido, se refiere a la acción de invertir en un fondo de inversión u otro vehículo similar que, a su vez, invierte en una variedad de activos. Como inversor indirecto, tú no eres el dueño directo de los activos en los que invierte el fondo. En cambio, confías en el gestor del fondo para que haga las elecciones de inversión por ti.
Por otro lado, la inversión extranjera indirecta es un concepto que se usa en el contexto de las inversiones internacionales. Se refiere a la situación en la que una empresa invierte en un país extranjero a través de una entidad intermediaria, en lugar de hacerlo directamente. Esta entidad intermediaria puede ser una empresa subsidiaria o asociada que está ubicada en el país extranjero y que lleva a cabo las operaciones comerciales en nombre de la empresa inversora.
Por ejemplo, supongamos que una empresa española quiere invertir en el mercado estadounidense. En lugar de establecer su propia operación en Estados Unidos, la empresa española puede decidir invertir en una empresa estadounidense existente o formar una joint venture con una empresa estadounidense. Este sería un ejemplo de inversión extranjera indirecta.
Como podemos apreciar, aunque suenan muy parecidos, son conceptos completamente diferentes y es importante no confundirlos.