La regla de Taylor (también conocida como principio de Taylor) es un modelo econométrico que describe la relación entre los objetivos operativos de los bancos centrales y la tasa de inflación y de crecimiento del PIB.
La regla de Taylor la han utilizado los bancos centrales para adecuar la estrategia de política monetaria a los vaivenes de la economía real.
La regla fue desarrollada a principios de los años 90 por John Taylor, profesor de la Universidad de Stanford, y tiene en cuenta tanto la inflación como el desempleo (variable afectada por el crecimiento del PIB) a la hora de hacer recomendaciones sobre la política económica. En particular, se centra sobre el tipo de interés objetivo que debería plantearse la autoridad monetaria.
En general, la regla de Taylor recomienda que los bancos centrales aumenten los tipos de interés cuando la inflación es alta y la expansión del PIB es acelerado, y viceversa. Este enfoque ayuda a mantener los precios estables, al tiempo que fomenta el crecimiento económico.
La fórmula de la regla de Taylor
La regla de Taylor tiene tres componentes: 1) el tipo de interés neutral, que viene determinado por factores como la productividad y la inflación. 2) el nivel deseado de inflación, que los banqueros centrales pretenden mantener. 3) el crecimiento económico, medido como la variación del PIB.
La regla es una fórmula que vincula el objetivo operativo del tipo de interés a corto plazo con dos factores: la diferencia entre las tasas de inflación real y deseada, y la diferencia entre la tasa de crecimiento del PIB real y la tasa de crecimiento del PIB a largo plazo, y tiene la siguiente formulación:
Donde:
i = tipo de interés objetivo Ir = tasa de interés real de equilibrio asumido o tasa de interés neutral GDPe = tasa de crecimiento esperada del PIB real GDPt = tasa de crecimiento del PIB a largo plazo Pe = inflación real esperada Pt = inflación objetivo
Entendiendo la regla de Taylor
La regla de Taylor indica que el banco central debería ajustar su objetivo de tipo de interés en función de una media igualmente ponderada de la diferencia entre la inflación real y la tasa de inflación deseada, y la diferencia entre el crecimiento del PIB real y un hipotético estimado del crecimiento del PIB a largo plazo.
Esto significa que el banco central aumentará su tipo de interés objetivo cuando la inflación se eleve por encima del objetivo, y hará lo mismo cuando el crecimiento del PIB se eleve por encima de su crecimiento de largo plazo.
Por el contrario, la autoridad monetaria bajará el tipo objetivo cuando cualquiera de las variables observadas (el crecimiento del PIB o la inflación) caiga por debajo de sus respectivos objetivos.
Para comprender esta regla, debemos recordar que un mayor tipo de interés implica un encarecimiento del precio del dinero, lo cual desacelera la expansión de la economía y la inflación. A su vez, si los tipos de interés bajan, esto propicia crédito más barato, lo que acelera el crecimiento económico, al igual que el nivel de precios.
Ejemplo de aplicación de la regla de Taylor
Veamos un ejemplo de aplicación de la regla de Taylor. Supongamos que tenemos los siguientes datos:
Tipo de interés de equilibrio: 2% Tasa de crecimiento esperada del PIB para el año actual: 3,3% Tasa de crecimiento del PIB a largo plazo: 2,8% Tasa de inflación esperada: 5% Tasa de inflación objetivo: 3%
i = Ir + [ 0,5 * (GDPe – GDPt) + 0,5 * (Pe – Pt) ] i = 2% + [ 0,5 * (3,3% – 2,8%) + 0,5 * (5% – 3%) ] i = 2% + [ 0,5 * (0,002) + 0,5 * (0,02) ] i = 2% + [ 0,001 + 0,01 ] i = 0,02+0,001+0,01= 0,031= 3,1%
Es decir, la tasa de interés objetivo del banco central debería ser del 3,1%.
Cabe remarcar que la regla de Taylor no es de obligatorio cumplimiento por las autoridades, pero estas la pueden utilizar como guía para sus decisiones de política económica.