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El Confidencial de Empresas
Las acciones del Grupo Prisa valían en septiembre del año 2.000 170 veces más que ahora
Publicado: Jueves, 03 Diciembre 2015 17:20 Escrito por El Confidencial de Empresas ImprimirCorreo electrónico
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Juan Luis Cebrian: liquidador de empresas
El 25 de septiembre del 2000, las acciones de GRUPO PRISA cotizadas en el mercado continuo de la Bolsa española alcanzaron un máximo histórico de 975 euros por título, tras subir un 4,13 por cien desde el precio de cierre de la jornada anterior. Ayer miércoles 2 de diciembre de 2015, esas mismas acciones cerraron a 5,760 euros por título.
Esto significa que el precio al que se compraban y vendían las acciones de GRUPO PRISA hace quince años multiplican por casi 170 veces el precio que se paga por ellas en estos momentos. Para hacerse una idea de la descomunal magnitud de esta cifra, bastará señalar aquí que los directivos de las empresas filatélicas Afinsa Bienes Tangibles y Fórum Filatélico han sido acusados de estafa porque tras ser intervenidas ambas firmas con medidas cautelares tan corrosivas como la clausura de cuentas y operaciones, se encontró que en un determinado catálogo filatélico algunos sellos comercializados por éstas figuraban con una estimación de valor de “hasta 11 veces” el precio que había aplicado a esa misma categoría de sellos, una de las sociedades clausuradas.
Mientras que la caída en el precio de mercado de los sellos en una proporción de “hasta 11 veces”, se produjo tras el cierre policial, judicial, financiero y mediático de las dos grandes empresas que operaban en ese mercado filatélico nacional, la reducción de 170 veces en el precio de las acciones de GRUPO PRISA no ha sido desencadenada por ningún registro policial, secuestro de periódicos, cierre de cuentas bancarias, boicot de kioscos o abandono masivo de escolares que estudien con los libros de su filial Editorial Santillana. Es más, en el lapso de tiempo transcurrido desde el otoño del año 2000 hasta hoy mismo, la dirección y el accionista mayoritario de GRUPO PRISA siguen siendo los mismos que entonces y nadie, que se sepa, ha impedido o puesto ninguna traba burocrática a que los negocios digitales diseñados por Juan Luis Cebrián fueran llevados hasta sus últimas consecuencias. Tan desastrosas por cierto para sus accionistas que, dicho sea de paso, son dignos de catástrofes bursátiles legendarias como la de Lehman Brothers. Y todo ello, a pesar del apoyo de sucesivos socios minoritarios de altos vuelos, como los fondos opacos controlados por el acaudalado Nicolas Berggruenn o la recientísima y última incorporación del Sultán de Catar Al-Kuwari, cuya entrada en el capital de la firma española fue registrada oficialmente ayer mismo, concediéndole derecho a nombrar dos consejeros.
Por lo demás y a pesar del magnificente despeñamiento de la cotización de las acciones de GRUPO PRISA, la empresa ha estado abonando puntualmente los correspondientes salarios y bonus a su equipo directivo, sin que ninguna autoridad administrativa advirtiera de la “inviabilidad” del negocio por el hecho de que sus accionistas perdieran hasta el 99 por ciento de su inversión. Concretamente, Juan Luis Cebrián, actual presidente ejecutivo de Grupo Prisa, percibió un sueldo de 1,168 millones en 2012, de 1,573 millones en 2013 con un bonus en metálico superior a los resultados del grupo, y de 1,878 millones en 2014, amén de las aportaciones igualmente millonarias a su plan de pensiones. Todo lo cual sucede de forma absolutamente normal y legítima.
Sin embargo, el magistrado de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, considera que los directivos de una de las empresas filatélicas encausadas cometieron estafa porque “inflaron el precios de los sellos hasta once veces” por encima del valor que tenían esa misma clase de sellos después de ser intervenidas y clausuradas, catalogando de “extraño” el argumento de que la paralización de un mercado incide necesariamente a la baja sobre los precios de la mercancía que se negocia en él.
Ya hemos visto que en el caso de Grupo Prisa, donde el equipo directivo sigue gozando de todo el crédito administrativo y legal posible y por supuesto en general deseable, el precio de sus acciones estaba inflado no once veces, sino CIENTO SETENTA VECES, sin tan siquiera haber mediado la suspensión de cotizaciones que por una iliquidez sobrevenida pudiera justificar esa caída más allá de los vaivenes que todo el mundo considera aceptables en el devenir de los negocios humanos.
Frente a estos hechos, que en otras dimensiones menos aparatosas se repiten a diario en la trayectoria de cualquier empresa o institución expuesta a los mercados, la insistencia en aplicar una vara de medir distinta contra los directivos de las empresas filatélicas Afinsa y Fórum Filatélico, más allá de la comisión de irregularidades que hubieran merecido en el momento oportuno su correspondiente reproche, supone no sólo una vasta y afrentosa injusticia sino un posible antecedente gravemente dañoso para un futuro desarrollo sostenible de la actividad empresarial, tan absolutamente básica en el bienestar de nuestra comunidad.