Siempre es la misma jugada. Y si te atienden por teléfono, te dan la razón de que se ha tecleado un código de acceso erróneo más de tres veces consecutivas (que te has equivocado tú).
Cuando por fin recibes el nuevo código de acceso (después de dos semanas), lo tecleas, entras y cuando introduces el código operativo para confirmar una transferencia, pantallazo. La razón: Que usé el código operativo viejo con el código de acceso nuevo y que tienen que enviarme otras claves nuevas.
¿Por qué no me lo mandan en la misma carta que el nuevo código de acceso o me dan instrucciones de aguardar por el código operativo nuevo?. Sobre tres días después recibí el %#&?/ código operativo, que ya no era válido.
Entre pitos y flautas, dos meses me tuvieron bloqueada la cuenta hasta que por fin les apeteció enviarme los códigos. Todo un sistema montado para aprovecharse de la falta de referencias e inseguridad del novato en banca on-line.
La filosofía del trilero de toda la vida, actualizado. No hay excusa posible para no recibir un código por correo en en el plazo de una semana.
La solución fue ir a una oficina física de ConsumerOpenbank y solicitar una transferencia total. Por supuesto, las teleoperadoras no me sugirieron esta vía, sino que encontré la dirección por casualidad en la propia web de Openbank.
Esta oficina ya no existe en mi ciudad.
El empleado que me atendió no pudo más que sumarse a mi enfado contenido y poner cara de estoy-profundamente-afectado-nunca-nos-había-sucedido-algo-así-somos-una-empresa-seria-que-puede-haber-pasado, por si las moscas.
Para cuando recibí los códigos ya no trabajaba con Openbank. Y nunca dejaré de transmitir mi experiencia con Openbank a todo el que pueda.
Desde el año 2007 en que todo esto sucedió, han tenido tiempo de cambiar su operativa si no hubiera intencionalidad.