Un artículo interesante:
http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=22/02/2006&name=primo
Lo que nos jugamos con la OPA de E.ON
Primo González
Aunque ya se veía venir (los gestores de Gas Natural no afinaron su generosidad a la hora de plantear una OPA atractiva), la aparición en escena de los alemanes con una oferta firme, seria y líquida (pagan en euros) sobre Endesa plantea un serio problema político al Gobierno de Rodríguez Zapatero y a los apóstoles de la libertad de mercado y del europeísmo. Que no son pocos.
España, y en particular muchas de sus empresas, se había convertido en un agresivo buscador de oportunidades empresariales más allá de nuestras fronteras. Tal es el ímpetu comprador de las empresas españolas que el mismo The Economist publica esta semana un artículo dedicado a los “descendientes de Pizarro”, comparativa histórica quizás poco afortunada pero que alude a las diversas operaciones recientes o en curso que desarrollan empresas españolas en el ámbito internacional. Lo que más directamente ha suscitado el interés del prestigioso y difundido semanario inglés es el intento de compra de la británica BAA (la mayor empresa mundial de gestión aeroportuaria) por la española Ferrovial. Pero aún escuece en la City la entrada en tromba de Botín comprando el Abbey. Y, no repuestos del susto, también se dice que Lloyds, otro de los históricos de la banca británica, podría ser objeto de pretensiones por parte de BBVA. En medio de este alborozo comprador, España ha recibido alguna que otra calabaza (en Italia, con la BNL, sin ir más lejos), lo que ha armado nuestro argumentario europeísta que estaba empezando a dar cierto resultado.
Ahora, la pretensión de la mayor compañía energética y electro-gasista alemana E.ON de inmiscuirse en un asunto altamente polémico, como es la OPA de Gas Natural sobre Endesa, acaba de trastocar todos los argumentos y España ya no es un agresor temido ni un comprador rechazado. Se ha convertido, de golpe y porrazo, en un objetivo legítimo de una importantísima empresa europea y mundial, muy superior en tamaño a la que desea adquirir (Endesa) y más aún que la que rivalizaba en la compra (Gas Natural). Técnicamente, el interés de la compañía alemana es irreprochable. Económicamente, para los accionistas de Endesa, el interés de la oferta germana es indudablemente muy superior que el de la oferta de Gas Natural. No hay ni color entre ambas ofertas, tanto si se ponen en comparación los beneficios inmediatos como si se realiza un ejercicio de expectativas empresariales a medio y largo plazo.
Ni qué decir tiene que para el Gobierno español, la búsqueda de un argumento legítimo, legal y políticamente correcto con el que oponerse a las pretensiones de la empresa alemana se ha convertido de golpe y porrazo en un asunto altamente delicado y de muy difícil malabarismo. La operación empresarial se va a jugar de lleno en el campo político. Hay pocas dudas de ello. Los razonamientos empresariales y energéticos no conceden muchas oportunidades para buscar puntos débiles a la oferta de la compañía alemana. Es más, desde algunos puntos de vista, la integración de Endesa en una empresa líder mundial y europeo presenta una superioridad sobre el papel indudable.
Si la compra de Endesa por Gas Natural tenía todos los ingredientes políticos del momento español, la de los alemanes ha empezado a discurrir con un cruce de llamadas entre Zapatero y Angela Merkel. Todo un augurio de cuáles van a ser elementos sustanciales de la negociación. El problema para el Gobierno español, y para las empresas españolas, no es sólo el hecho de que nos puedan reprochar que aplicamos principios (el libre mercado y la globalización) cuando nos interesan. Y que los ponemos en suspenso y en cuarentena cuando no nos gustan, aunque en este territorio conceptual se puedan sacar a relucir cuestiones como el carácter estratégico del sector energético. ¿Acaso no es también estratégico para los ingleses y para los italianos s