Ahora que estamos solos, un poco mas de miedo.
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Quizás han oído hablar ustedes del mito griego de las danaides, las cincuenta hijas del rey Dánao que fueron obligadas por su padre a casarse con los cincuenta hijos de Egipto, su hermano gemelo y enemigo mortal. La intención del conspirador rey era que sus hijas asesinaran a sus maridos la misma noche de bodas. Según la mitología, todas menos Hipermnestra, la mayor de las danaides, cumplen la orden de su padre y son, por ello, condenadas a llenar con agua una tinaja sin fondo durante toda la eternidad. Pues bien, algo similar pasa con el déficit y la deuda pública en nuestro país, cuyo pozo sin fondo parece que estamos condenados a llenar los españoles, haya o no haya rescate.
Así, mientras que ciudadanos y empresas nos hemos ajustado el cinturón tras el atracón de crédito de la burbuja anterior y a duras penas nos esforzamos en reducir muy lentamente nuestro endeudamiento o, al menos, no seguir incrementándolo, las autoridades públicas han hecho todo lo contrario, llegando a duplicar el montante en los cuatro años transcurridos desde el arranque de la crisis. Tal ha sido el deterioro de las cuentas públicas orquestado por el tándem Zapatero – Rajoy, que ya todo el mundo habla del rescate, en cualquiera de sus modalidades, blando o total.
Ante el silencio táctico de Rajoy que, para variar, vuelve a supeditar decisiones clave para la economía española a sus intereses electorales a corto plazo –léase elecciones gallegas y vascas del 21 de octubre–, son múltiples y variadas las voces que se alzan pidiendo, bien abiertamente que el gobierno solicite ya el rescate, bien que al menos se pronuncie y tome una decisión. Grandes empresas, banca, gobiernos europeos, ex presidentes, prensa internacional, premios Nobel, etc. parecen en su mayoría convencidos de que el ejecutivo español no puede ya salvarse solo y de que cuanto antes se pida, mejor.
El exigente calendario de amortizaciones parece requerir un rescate…
No en vano, el calendario de amortizaciones que el Tesoro tiene por delante es pavoroso, algo que ya se venía anunciando desde antes de verano. Así, sin contar con las subastas de la semana pasada, los datos más recientes publicados por el Banco de España reflejaban que de aquí a final de año el gobierno tiene que encontrar más de 40.000 millones de euros para hacer frente a los vencimientos de octubre (30.000 millones de euros), noviembre (5,500 millones) y diciembre (7.500 millones).
Pero eso no es más que el aperitivo, pues si ustedes miran al 2013, comprobarán con desazón que a día de hoy la cantidad que vence y, por tanto, debe ser refinanciada el año próximo se cifra en unos 120.000 millones de euros. Y sin contar la más que probable desviación sobre el objetivo de déficit del 6,3% y la exigencia de financiar el 4,5% de déficit para 2013. Es decir, aún viviendo en el país del arcoíris y suponiendo que se cumplen los objetivos impuestos por la UE, durante el 2013 el gobierno tendrá que acudir al mercado a financiar un mínimo de otros 45.000 millones de euros. Si sumamos ambas cantidades, 165.000 millones de euros, un 16,5% del PIB, ahí es nada.
…cuya conveniencia está sobrevalorada
Parece que todo el mundo da por sentado que es conveniente pedir cuanto antes apoyo externo. Tanto es así que el Financial Times anticipaba la semana pasada que el ministro de Guindos andaba negociando los términos del rescate así como la condicionalidad asociada –eufemismo para evitar hablar de los recortes exigidos–, cuya solicitud formal parece inminente.
Los motivos esgrimidos por quienes piden a Rajoy que se autoinmole ya y solicite el rescate son muy variados. El principal, y a mi juicio equivocado, es que piensan que la petición va a estabilizar el mercado de deuda pública y normalizar la situación. Nada más lejos de la realidad. Miren si no los casos de los países rescatados, Grecia, Irlanda y Portugal, y díganme si su estado es de normalidad habiendo ya pasado un tiempo desde sus respectivos bailouts.
Probablemente recuerden ustedes la frase que Dante Alighieri inscribió en las puertas del infierno en su Divina Comedia: "¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!". Pues bien, con el rescate pasa lo mismo. Mercados de deuda cerrados a cal y canto, políticos perezosos a la hora de hacer los recortes estructurales necesarios al haber perdido el incentivo de retratarse con la prima de riesgo, subidas de impuestos, etc.
Seguramente ustedes me dirán que el caso de España es diferente, que aquí lo que se pide es un rescate “blando”, es decir, sin condiciones y limitado. Que sólo será una breve estancia en el purgatorio. ¿Están seguros? ¿Creen de verdad que en 2013, con 165.000 millones a refinanciar y tras un rescate en dos tiempos, la cosa va a ser diferente? ¿Creen de verdad que el anuncio de Draghi sobre la compra de deuda va a cambiar la situación? Yo estoy convencido de que no, pues los problemas estructurales de nuestro país seguirán ahí.
Otros ven que el rescate está más que justificado porque de alguna forma loshombres de negro vendrán a poner orden en el despilfarro público. A sueldo de los acreedores, sin vínculos con la clase política nacional y casi sin sentimientos, lo tendrían más fácil para suplir la falta de liderazgo que están demostrando nuestros políticos. Si esto fuera así, firmaba mañana el rescate, pero me temo que los enviados de la troika no nos van a solucionar un problema que sólo podemos arreglar nosotros: el del tamaño y estructura del Estado.
Dado que el encargo de los men in black es recuperar el dinero del rescate cuanto antes, les aseguro que no dejarán prisioneros. Irán a lo fácil y rápido y sin miramientos. No piensen que van a cambiar la Constitución, ni tocar las competencias autonómicas, ni eliminar duplicidades. Irán a por las pensiones, los subsidios de desempleo y los salarios públicos. Ni siquiera se van a preocupar de reducir otros gastos.
¿Es realmente imprescindible un rescate?
Muchos piensan que el problema de España es de deuda y del coste de la misma y eso es un error, porque supone que la deuda ha salido de la nada y no es así. Tenemos un problema de gasto público excesivo que hace que tengamos que pedir prestado para poder pagarlo. Y dado que no cerramos el agujero, la prima de riesgo sube –y hace más difícil cerrarlo. Como ocurre con las tinajas de lasdanaides, la cuestión no es que las vasijas son demasiado grandes para llenarlas, el problema es que no tienen fondo y por eso nunca se llenan. ¿Creen que pidiendo ayuda a sus primas para echar más agua, las desgraciadas hermanas iban a solucionar su problema? Pues con el rescate, lo mismo.
Es decir, con rescate blando, duro, o mediopensionista, el problema de la deuda no se solucionará hasta que un gobierno realmente liberal y reformista –y no el remedo socialdemócrata conservador de ahora –, aborde de forma definitiva la simplificación de la estructura, la reducción del tamaño de la administración y la racionalización del estado del bienestar para hacerlo sostenible y que podamos pagarlo.
Y mientras se acometen esas reformas, que necesariamente llevarán un tiempo, hay mucho margen para implantar una auténtica economía de guerra en la administración pública y “calmar” a los mercados. Pues que yo sepa, aún existen subvenciones, televisiones estatales y autonómicas, empresas y entes públicos, personal eventual de confianza, personal laboral supliendo una gestión más que deficiente, funcionarios dispersos en múltiples edificios suntuosos en las mejores calles de las principales ciudades –y que podrían concentrarse en las afueras como hace tiempo han hecho importantes empresas–, ayudas a la cooperación internacional, misiones militares en el extranjero, “embajadas” autonómicas, etcétera, etcétera, etcétera.
Esta semana el gobierno de Rajoy presenta el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado y tiene una oportunidad de oro para sortear el rescate. Aunque les confieso que he perdido la esperanza.
www.elconfidencial.com/opinion/monetae-mutatione/2012/09/25/sin-esperanza-en-el-rescate-9910/