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Errores típicos al invertir en bolsa: Invertir el dinero de la hipoteca
¿Habéis visto en el cine cómo un padre de familia, agobiado por las presiones económicas que atraviesa su familia, decide jugársela en alguna partida clandestina de póker? Todo comienza jugándose lo poco que tiene disponible, pasando posteriormente a jugarse el reloj, el coche y, hasta la casa.
En un abrir y cerrar de ojos, se ha quedado sin nada, y su familia sin enterarse, hasta que un buen día se produce el desalojo. Finalmente su mujer no quiere saber nada de él, lo quiere cuanto más lejos mejor, ...
Este tipo de dramas, aunque no os lo creáis, forman parte de la vida real, y más en épocas de crisis tan profundas como en la que estamos inmersos desde hace unos años. En momentos como éstos se hace necesario sacar el dinero de las piedras, pues es un bien muy escaso.
De hecho, hay datos estadísticos que dicen que cuanto peor va la economía mayores son los ingresos provenientes de las loterías del estado: jugamos a todo lo que se nos ponga por delante.
Para aquellas personas que se les pase por la cabeza invertir en Bolsa porque se puede dar el pelotazo, el consejo es que se olviden, al menos en estas circunstancias, aunque parezca muy tentador, puesto que tradicionalmente las épocas de grandes crisis suelen ir acompañadas de una gran volatilidad de los mercados, lo que permite obtener grandes beneficios en muy corto plazo, pero la volatilidad y el riesgo cuenta en los dos sentidos, y te puedes quedar sin la mitad o más de lo que has invertido en menor tiempo incluso, dado que las bajadas suelen ser más rápidas que las subidas, especialmente cuando existe pánico entre los inversores.
Para esas personas, deben tener en cuenta la regla más importante a la hora de invertir en la Bolsa: "Invierte sólo el dinero que te sobra", y entendemos dinero que sobra aquél que no te va a hacer falta en unos cuantos años, típicamente al menos cinco años.
Imaginaros en la situación en la que habéis invertido una cantidad de dinero importante, dinero que no os sobra, pero que pensáis que se trata de una gran oportunidad, y que las probabilidades de obtener un gran beneficio en un corto plazo son muy grandes. Pasan un par de meses, y resulta que necesitáis liquidez para poder hacer frente a la hipoteca, y además ha subido el euríbor, por lo que la cuota es todavía más grande que en los meses pasados. Obviamente, tenéis la necesidad de lliquidar la posición para hacer frente a la deuda, y además coincide que tenéis que hacerlo en el peor momento posible, porque la acción ha caído en las últimas semanas.
Esta situación hay que evitarla a toda costa, puesto que según nuestro amigo Murphy, si algo puede ir mal saldrá mal, siempre os va a caer la tostada con la mantequilla para abajo, para manchar bien el suelo.
Por tanto, hay que serenarse, ser pacientes, y no lanzarse a lo loco, no podemos pretender invertir con un dinero del que no podemos disponer libremente: siempre hay que intentar cubrirse las espaldas ante cualquier imprevisto que nos pueda surgir: enfermedades, accidentes, despidos, aumento de impuestos, ...
Hemos puesto un ejemplo de lo que sería la inversión en acciones, pero hay casos mucho más graves, y un ejemplo es el mercado de derivados, que te permiten operar muy apalancado, es decir, la relación entre lo que puedes ganar o perder respecto a lo que inviertes es muy grande.
Por ejemplo, si ínvertís en el futuro del mini-S&P500, con una garantía de aproximadamente 3.000$, podéis obtener 50$ por cada punto que se mueva el índice, pero imaginaros que el índice se mueve en sentido contrario 20 puntos: habréis perdido 1000$ más comisiones en un plis-plas, lo que supone una pérdida de la tercera parte de lo que os habéis comprometido (la garantía). Este movimiento puede darse perfectamente en un día, especialmente si la volatilidad está alta (como en momentos de crisis económica).
El ejemplo que hemos puesto de futuros es el más light de todos, porque si en vez de un futuro mini accedéis a un futuro normal, por ejemplo el S&P500, el multiplicador es mucho mayor.
Resumiendo, jamás se os ocurra moveros en los mercados con dinero que podéis necesitar para comer en poco tiempo: os podéis quedar hasta sin ropa.