Los carburantes en España se encarecen un 40% en cinco años
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El Boletín Petrolero de la UE detecta que las gasolinas en España llevan semanas marcando máximos del año, que es como decir máximos históricos, confirmando que el mercado de los derivados de petróleo para automoción sigue instalado en el abuso a los consumidores. Desde 2009, los precios han subido un 40% tanto para gasolina como para diésel.
15-07-2014
Entre los años 2005 y 2006, los consumidores nos escandalizábamos porque el precio del litro de gasolina había superado el euro, mientras que el de diésel lo rondaba, por encima de los 90 céntimos. Pues bien, tras ocho largos años y una crisis económica de por medio, se puede decir que aún tendríamos que estar agradecidos por esos precios; el mercado de los carburantes está absolutamente instalado en el abuso, y los consumidores pagamos un 40% más por llenar los depósitos respecto al año 2009.
Así lo confirma una revisión de los diversos Boletines Petroleros que la Unión Europea viene publicando semanalmente a lo largo de los años. El último, correspondiente a esta primera semana de julio, cifra en casi 1,46 euros lo que los españoles pagamos de media por el litro de gasolina, y en 1,35 euros lo que pagamos por litro de diésel. Máximo del año, al nivel de la pasada Navidad. Y máximo histórico, porque los carburantes no han hecho otra cosa que encarecerse año tras año. En julio 2009 se pagaba 1,05 por litro de gasolina, y 0,92 euros por litro de diésel.
El gran salto se produjo precisamente justo al inicio de la crisis. En 2007 los carburantes apenas estaban rondando el euro por litro, algo más de un euro las gasolinas, algo menos el gasóleo de automoción. Pero en 2008 se registró una subida que anticipaba lo que vendría durante la crisis económica. Los carburantes se dispararon a alrededor de los 1,3 euros el litro en aquel verano, abuso que se moderó en los meses siguientes; en verano de 2009 estos derivados del petróleo de nuevo bajaron al entorno del euro por litro
A partir de ahí, sin embargo, la escalada del precio de los carburantes no se ha frenado, especialmente en época estival. En verano 2010 ya superaban los 1,1 euros por litro, en 2011 ya estaban en el entorno de los 1,3 euros por litro, y los meses de julio de 2012 y 2013 ya rondaban los 1,4 euros, marca que sobrepasan con creces este verano. En un fenómeno, además, que desafía a las reglas económicas básicas; ni el precio del petróleo -la materia prima- está en máximos, ni la demanda de combustibles, decreciente, justifica tal aumento de precios.
Competencia lleva un año investigando
Desde que el pasado mes de julio de 2013 la CNMC abriese expediente sancionador a las grandes petroleras por prácticas oligárquicas que mantienen el precio de las gasolinas artificialmente alto, ha pasado ya un año en el que se está detectando una compleja trama de difícil esclarecimiento. De momento, el expediente ya se ha ampliado a varios operadores. Competencia ha venido observando indicios racionales de la existencia de conductas prohibidas que consistirían en la coordinación en materia de precios entre las comercializadoras para mantener los precios artificialmente elevados.
El problema es que la CNMC aún mantiene el período máximo de 18 meses desde la fecha de la incoación inicial para la instrucción y resolución de este expediente, lo cual significa que, en teoría, sólo dispone de plazo hasta primeros de 2015 para fijar completamente quiénes son los implicados en estas prácticas, cuáles son las afecciones que habrían producido en el bolsillo de los consumidores y qué posibles sanciones cabrían ser impuestas al respecto.
Por eso ADICAE insiste en que Competencia no encorsete su actuación autoimponiéndose plazos que podrían invalidar todo el proceso. La complejidad de la trama que investiga, y los efectos de la misma sobre los consumidores merecen un trabajo certero que implique un severo castigo destinado a acabar con el abuso de los carburantes; en un periodo de crisis que ha diezmado la renta disponible de los consumidores, un bien de primera necesidad como es el transporte no puede estar sujeto a las monopolísticas prácticas de las oligarquías petroleras.