En un producto alimentario no solo debe valorarse el sabor que, por supuesto es importantísimo; hay algo más, que es la confianza que el fabricante te pueda inspirar.
Si el yogur de lidl está fabricado en Alemania, con sueldos alemanes y el coste del transporte, algún gato encerrado debe haber; de lo contrario, no salen las cuentas.
¿Acaso pasa ese fabricante lácteo los mismos controles que Danone, por ejemplo? Rotundamente no. Las garantías sanitarias, el respeto de la legislación vigente y, lo que es más importante en una gran marca, el respeto de la norma propia, mucho más restrictivas que la legislación actualmente vigente me inspira mucha más confianza que la del fabricante del lidl.
Muchas grandes marcas son las que propician el avance en la seguridad alimentaria, anticipándose a la legislación vigente con normas más restrictivas que, en el futuro, serán de obligado cumplimiento para todo el mercado.
¡Y qué decir de las condiciones higiénico-sanitarias de algunas fábricas! (el tema de las inspecciones de Sanidad es para morirse de la risa). La higiene y la limpieza cuestan dinero y, hoy por hoy, todo el mundo está ahorrando costos... y muchos lo hacen desatendiendo esta parte.