El sector bancario sigue en crisis
En general, los beneficios de la banca no han sido nada buenos en este primer trimestre. La actividad no sólo está estancada, sino que ha sido vulnerable a diversos factores, como los tipos de cambio, la ausencia de atípicos -recurso tradicional de obtención de resultados- y los bajos tipos de interés.
De los grandes, el Santander ha salvado los trastos, mientras que BBVA ha sufrido un descalabro de proporciones mayúsculas. Caixabank paga la compra del negocio de Barclays, Popular sigue estancado y Bankia recorta ligeramente sus ganancias. Al Sabadell le ha ido bastante mejor por la compra de TSB, que dispara su beneficio, aunque también mejora su margen en España, única luz entre tanta sombra.
Después de hacerse mil trampas en el solitario para salir airosos de tasas de morosidad de dos dígitos, de cumplir con requisitos de capital cada vez más exigentes, con algunos empujoncitos normativos, y de hacer una consolidación con una fuerte reestructuración, no consiguen levantar cabeza, no al menos en la medida que cabía esperar de un negocio tan básico para la actividad económica y que debe despegar con el ciclo, y a más velocidad del ciclo. Los beneficios anteriores a la crisis son un sueño que se revela inalcanzable.
Además, queda pendiente el impacto que puede llegar por la cláusula suelo en caso de que el Tribunal de Justicia de la UE declare la retroactividad, que podría poner en dificultades a más de uno. Un verdadero drama bancario que tiene que hacer reflexionar a sus dirigentes sobre la erradicación de trampas contractuales, que al final acaban siendo un dolor de cabeza.
Cuando un sector en su conjunto está más pendiente de recortar gastos y reducir estructura que de pensar en aumentar su balance, es una clara señal de que su modelo de negocio no funciona y tienen que tirar de tijera. Mal asunto tirar de tijera, sobre todo porque los tijeretazos no van a compensar el negocio perdido y, aunque necesarios, parecen más fruto de la adversa coyuntura que de un plan meditado sobre qué deben hacer en el largo plazo. La impresión que me da es que están tan sorprendidos con la evolución del mercado como podría estar cualquier pyme, y que llevan con el paso cambiado más de una década.
Quizá, como algunos sostienen, estamos en los albores de una nueva crisis bancaria y de un nuevo proceso de consolidación de lo consolidado. Desde que sigo a la banca, y son varias décadas, no dejo de oír la palabra crisis bancaria, y que ésta se acabará con fusiones. Ha habido muchas fusiones y aún no ha terminado, aunque es evidente que no sabemos dónde estarían de no haberlas hecho.
El negocio está cambiando, y la tan cacareada digitalización no es más que la posibilidad que tienen los clientes de no ir al banco para realizar la mayor parte de las operaciones del día a día. Esto ha dejado las tradicionales estructuras comerciales de la banca obsoletas y, aunque no saben muy bien cómo, para penetrar en el mercado en esta era digital deben eliminar muchos puntos de venta y atención al cliente simplemente porque ni venden ni atienden a nadie, ya que los clientes están en sus casas y en sus empresas y huyen de los patios de operaciones como alma que lleva el diablo. Las nuevas generaciones las únicas colas que hacen son las que llevan a comprarse el último smartphone.
El Estado puede proteger la actividad bancaria hasta cierto punto, pues las amenazas al sector están llegando de varios frentes. La llamada banca en la sombra está desintermediando en el lado de las grandes finanzas, pero en las pequeñas las amenazas no son menores. La desintermediación u otro tipo de intermediación acecha en cada esquina de un negocio que en el fondo es una antigualla conceptual para los tiempos del PSP. Todo va muy deprisa y ni la mente más rápida sabe lo que se está cociendo en la cabeza de cualquier estudiante que mañana puede arruinar a la banca, como ya han demostrado lo fácil que es cargarse la prensa tradicional, el taxi tradicional o a cualquier cosa tradicional.
Así que tiene razón FG al hablar de la revolución digital mientras otros se aferran al mostrador. Lo que no tengo tan claro es que ninguno sepa en realidad por dónde van los tiros. La banca sigue en crisis y así seguirá mientras no aprenda a ganar dinero de otra forma, porque de la manera que lo están haciendo no da para más.