La FED congela la máquina de hacer dinero
Bernanke deja de lado el mecanismo conocido como QE2, que permitió al banco central de EE UU comprar 600.000 millones de dólares en bonos
La Reserva Federal acaba de entrar oficialmente en la fase de ver y esperar, tras firmar la carta de defunción del conocido como QE2, el mecanismo no convencional de política monetaria que permitió al banco central de EE UU comprar 600.000 millones de dólares en bonos para mantener bajos los tipos, estabilizar la liquidez y evitar la deflación. Pero la debilidad económica y la inflación plantean un reto.
Como la Fed y la Casa Blanca, la mayoría de los economistas creen que la desaceleración en la primera mitad del año será "temporal". Pero también es cierto que la actividad industrial se ha enfriado y con ella la contratación y el entusiasmo en Wall Street, que además sigue con preocupación el desenlace de la crisis de la deuda soberana en la Europa periférica.
La dificultad, por tanto, estaba en mantener la calma de los mercados, de las empresas y de los ciudadanos. El equipo que capitanea Ben Bernanke rebajó su análisis de la coyuntura, al señalar que la economía avanza con más lentitud de lo anticipado. Lo mismo con el mercado laboral, donde el paro vuelve a superar el 9%. Sobre la inflación, considera que la última escalada es transitoria y que la perspectiva es estable.
La decisión fue unánime. Bernanke es práctico y realista. Y tampoco están las cosas como para sorpresas o ser creativos. De hecho, la Fed no dio indicación de que tenga intención de adoptar nuevos pasos para incentivar el crecimiento y el empleo. Es decir, sin cambios en la partitura hasta que las cosas estén más claras. A partir de ahí, decidió que los tipos permanecerán "durante un periodo prolongado" entre el 0% y el 0,25%.
Eso, en la jerga de la Fed, significa que se seguirá dosificando la misma medida al menos durante cuatro meses más. También mantiene que reinvertirá el principal de los activos de deuda que vayan venciendo, para así mantener el balance estable en los 2,8 billones de dólares. Bernanke reasegura así que el fin del QE2 no equivale a dejar a la economía por libre.
De hecho, en Moody?s opinan que el status quo no tendrá un efecto mayor para el mercado ni en el crecimiento. Tampoco se espera que vaya a elevar los tipos de interés a largo plazo. Y señalan que los cambios en el precio del dinero llegarán cuando decida empezar a restringir su balance, que se multiplicó por tres veces y media desde el colapso de Lehman Brothers.
El viernes se publica la lectura final del dato de PIB del primer trimestre, que se espera quede en el 2%. Ese ritmo es insuficiente para hacer frente al doble reto del paro y del déficit. Ante una situación incierta, Bernanke también necesitaba crear confianza afirmando que seguirá de cerca los acontecimientos para actuar si se materializa algún riesgo para la economía.