Mi querido amigo, admirable don Inocencio. Qué más decirle sino que tiene más razón que un santo. Pues que si han quedado diez millones de ducados para aliviar los males pasados de Don Pasco, que bien afianzado esté con ellos, y se le ha allanado la papeleta a Don Caro que bien hubiera podido pasar por poco atento si no se firmara el glorioso acuerdo, ¡ alguien tenía que pagar tanto éxito con el fracaso que dice ! pues que por poco que se sepa contar mil por diez mil hacen diz millones. ¡ Claro que a Vd. y a los que son tan principales señores como Vd. ¿qué ha de importarle un insignificante montante de mil por cabeza para aliviar los males de diez mil gentes plebeyas si con lo que se reúne de no remediallas a ellas de su mal, a tenor de mil per cápita, se gratifica y remedia de verdad y no a medias, con tan buen propósito como Vd. tiene, a los altos y encopetados señores que encabezaron la trama, que no hay que decir sino que son de la misma fusta y valor que el mismísimo y relumbrante de su Eximia Excelencia, don Inocencio?