Pequeño Nicolás, otro loco más
A lo largo de la historia se han producido magnicidios y otros acontecimientos a los que se les ha dado extrañas explicaciones. Particularmente en EE.UU. , la potencia hegemónica, la profesión de presidente es una profesión de alto riesgo con un índice de mortalidad realmente elevado (un 9.1%, 4 de 44) por no hablar de la siniestralidad laboral que sufre (al menos doce atentados) esta ocupación. Realmente teniendo en cuenta que la duración de la actividad es corta (normalmente no más de ocho años) desconozco si existe otra tan peligrosa para la salud. Las explicaciones normalmente han sido de lo más peregrinas, el más famoso, el de John Fitzgerald Kennedy es realmente un enigma. Parece ser que una causa muy común suele ser la enajenación de los que atentan contra la integridad presidencial. El último atentado, sufrido por Ronald Reagan, fue llevado a cabo por John Hinckley, un perturbado que se encuentra recluido en una institución de salud mental. El padre del enejenado sufragó buena parte de la campaña del patriarca de los Bush, que había sido director de la CIA. Estas coincidencias no deben ser extrañas en un país de 300 millones de habitantes.
En el país del Buscón y el Lazarillo nos hemos divertido con las peripecias del Pequeño Nicolás. Este joven parece poco menos que el agente 007 de Su Preparada Majestad. Todavía no me explico como un gobierno con la tijera tan presta a recortar realiza un gasto tan superfluo en el personal del CNI para que estén todos cruzados de brazos excepto este chaval. También en este país eso del periodismo orgánico es una profesión que, en tiempos de crisis, ofrece buenas expectativas laborales. Fundamentalmente prestan sus servicios a los dos grandes partidos, e imagino que también sucederá lo mismo con los nacionalistas periféricos. En este caso los servidores del PP como el converso Antonio Pérez Henares “Chani”, el aventurero e intrépido Alfonso Rojo, y como no, el portavoz oficioso de ese partido, Paco Marhuenda entre otros, están en la labor de iluminarnos, haciéndonos ver que se trata de un payaso, un petrimetre y un simple estafador. ¿Para qué realizar periodismo de investigación ante un caso tan evidente? Es mejor apoyarse en los dictámenes psiquiátricos y a fin de cuentas, un perturbado, ¿por qué tomárselo en serio? Una persona así, evidentemente miente en todo lo que dice, nada será verdad. Las elecciones se acercan y no hay que perjudicar al líder.
Parece ser que todos los ciudadanos nos fotografiamos y alternamos con la plana mayor de ese partido (Ana Botella y su marido Jose, Esperanza Aguirre, Ignacio González, Rajoy y un largo etcétera); invitamos a dormir en nuestro sofá a altos dirigentes empresariales; nos atienden los Pujol; si un secretario de las infantas se relaciona con nosotros es de lo más natural, y todos a los veinte años hacemos gestiones con un Secretario de Estado y bromeamos con él. Algo propio de un simple megalómano delirante. También sabemos que en el BOE aparece el nombramiento de todos los que están al servicio de la inteligencia de este país y por eso, cuando los tienen que detener, lo hacen los servicios internos, que lo deben tener como lectura de cabecera.
Da la impresión de que Nicolás Bond pudiera ser un estafador que ha medrado en el PP y que parece de lo más fantasioso aunque, ¿sólo eso? La misma impresión da de que existe un interés por parte de los más altos niveles del poder, utilizando todo el aparato del estado y los medios de comunicación afines, de querer justificarlo todo apoyándose en informes psiquiátricos y hacernos ver que solo es un perturbado megalomaníaco. No es necesario aclarar lo sucedido sino que lo que hay que hacer es ningunear al pequeño, desprestigiarlo, dejar correr el tiempo y un tupido velo caerá sobre lo sucedido. A lo sumo se ofrecería al populacho la cabeza de turco de García-Legaz con lo que se demostraría la implacable lucha por la transparencia y contra la corrupción de nuestros dirigentes.
Me preocupa que este país pueda salir de la crisis habida cuenta de los problemas mentales de su población. No tanto por algunos casos de locura sino por muchos de crédula tontura colectiva. Con este material humano la empresa se presenta harto difícil.