Todo es culpa de las mafias
El pasado domingo se produjo un grave naufragio de inmigrantes con unos 700 desaparecidos en el Mediterráneo cuando intentaban alcanzar las costas italianas, misma semana en la que al parecer otros 400 también desaparecieron al hundirse su embarcación en las costas libias. Como solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena los dirigentes europeos hicieron los mecánicos y grandilocuentes discursos de rigor con sus correspondientes lágrimas de cocodrilo. Rápidamente encontraron los culpables en las terribles mafias que parece que trafican con seres humanos.
Las delincuencia organizada no surge por generación espontánea sino que suele ser consecuencia de las decisiones del poder. El tráfico de drogas, del que dicen el segundo mayor negocio ilegal del mundo, tiene su origen en el afán controlador e intervencionista de los Estados en la vida de los individuos. En este caso tenemos un claro ejemplo histórico; la “ley seca” de los años veinte en EE.UU. consiguió su objetivo de reducir el consumo de alcohol en ese país, aunque a costa de elevar tanto el nivel de crimen organizado en ese país que tuvieron que dar marcha atrás. Y tampoco creamos que el alcohol (aunque menos que la cocaína) no tiene efectos devastadores para las personas.
El tráfico de armas parece que es el primero. El armamento, a diferencia de la cocaína, no se obtiene en un chamizo en la selva, necesita de toda una industria de alto nivel tecnológico que en los países desarrollados, y particularmente en EE.UU., es una parte importante de su PIB y muchos puestos de trabajo para ciudadanos con derecho a voto. Ya se sabe como funcionan los lobbies en ese país y como de esta industria son ellos los que obtienen los beneficios ya no tienen el mismo interés en, si no prohibirla, limitarla. Más bien interesa que haya conflictos que las demanden y de esos sobran en África.
No es cuestión de pretender que los negros son angelitos y los europeos los terribles causantes de todos los males, pero la responsabilidad de las grandes potencias, particularmente las “democracias” occidentales es manifiesta. Las circunstancias históricas (o la “superioridad del hombre blanco”) condujeron a que América sea en la práctica una extensión de Europa donde se exterminó gran parte de su población original, tarea en la cual EE.UU. no fue precisamente el más inocente. En África subsahariana la mayoría sigue siendo negra, pero la explotación del continente por europeos y norteamericanos continua hasta nuestros días (ahora se les ha unido China), pasando de su descolonización a una nueva forma de neocolonialismo más acorde con los valores aceptados en nuestras democracias y además más eficaz. No se controla directamente como colonias pero el resultado es parecido.
Ejemplos sobran. Se toleró el apartheid por la riqueza mineral de este país, no tanto oro y diamantes, sino por las tierras raras que son básicas para la industria moderna, particularmente la armamentística. Fuimos de dignos impidiéndoles participar en las Olimpiadas pero las sanciones que hubieran colapsado su economía no se realizaron.
Francia intervino militarmente en Mali (con el apoyo de nuestro país) con el pretexto de frenar la expansión del integrismo islámico. No es que no exista ese peligro, pero existe en otras zonas del planeta y nadie ha intervenido. La razón no fue más que el hecho de que Francia es el país con más dependencia de la energía nuclear y necesita controlar los yacimientos de uranio de Níger.
El coltán, mineral imprescindible para la telefonía móvil y que en Occidente podamos entretenernos con aparatos cada vez más sofisticados, ha supuesto, paradójicamente, una verdadera maldición para el Congo que dispone del 80% de las reservas mundiales. Ello provocó que sus vecinos Ruanda y Uganda ocuparan militarmente parte del territorio de este país y exporten el mineral robado a las empresas occidentales como IBM, Motorola, HP, Nokia, etc. que no tienen los más mínimos escrúpulos en comprarlo. Doble negocio para Occidente: coltán más barato y otra guerra donde vender armamento; miel sobre hojuelas.
El descubrimiento de petróleo en la ex colonia española de Guinea Ecuatorial ha hecho que su renta per cápita se asemeje la portuguesa, la lástima es que solo se refleje en las cuentas suizas de Obiang. Franceses, norteamericanos, británicos y hasta una subcontrata de Repsol no hacen ascos a hacer negocios petroleros con ese individuo. Y se podrían dar más ejemplos.
Por tanto deberíamos de dejar de ser hipócritas y no culpar exclusivamente de estas muertes a estas mafias de desaprensivos. La responsabilidad en primera instancia es de las potencias cuyos dirigentes se hacen de cruces cuando sucede alguna desgracia de este tipo, no tanto por el hecho en sí, sino porque se alarme la acomodada, avanzada, “humanitaria”, bien pensante, “civilizada” y “democrática” sociedad occidental. En ese sentido gozamos de más “suerte” que los italianos, ya que en Marruecos tenemos un sátrapa al que engordando convenientemente sus cuentas en Suiza se encarga de solucionarnos el “problema” sin que se cree excesivo alboroto en nuestra opinión pública. Parece ser que los italianos carecen de algún otro dictadorzuelo que les preste el mismo “servicio” que Mohamed VI a nosotros. Lo que se les ocurre ahora es hundir los barcos de los mafiosos en cuestión para que no se hundan o invadan el país. Después aunque sigan muriendo negros, en tanto los acomodados europeos no nos enteremos ya no importa. Su preocupación real es el hecho de que la noticia salte a los medios de comunicación y pueda provocar alguna reacción en la ciudadanía. Si no nos enteramos, como cuando mueren de sed en el desierto o como cuando guerrean entre ellos con el armamento que le proporcionamos haciendo negocio, ninguno dice esta boca es mía.
Evidentemente ya se sabe que sería inviable para Europa acoger a todos las personas que presas de la desesperación tratan de acceder a nuestro continente, si se quisiera realizar alguna actuación ésta debiera ser en origen y nadie quiere asumir el coste. La UE, que supone la mayor economía mundial podría tomar la iniciativa y hacer mucho más, pero con tantos intereses creados y unos líderes europeos mediocres como la amarrategui Merkel, su perrito faldero Rajoy o el inútil de Hollande no se puede esperar nada más (estos no son ni Mitterrand, ni Kohl, ni Felipe).
En cualquier caso la responsabilidad última es de los que los votamos y a mí solo me queda reconocer que escribo esto con un ordenador que precisa coltán y del que vote a final de año, sea el que sea, no espero gran cosa.
Quizá como elemento positivo quede que los chiringuitos de la Costa del Sol este verano ofrecerán pescaíto frito para los guiris rubios y pecosos mejor alimentado y hasta más sabroso. Así puede que la felipesa y el soso vean aliviar algo las cifras de desempleo, y siempre es agradable que al menos haya dos personas contentas en el planeta.