El órdago de Tsipras
Hoy se celebra el referéndum exprés convocado por Tsipras en un país que no sabía de referéndums desde que decidieron optar por la república y acabar con la monarquía. Lo ha hecho deprisa y corriendo y sin tiempo a que haya una campaña electoral razonable. Pero hay que reconocer que la situación es tan urgente que no había tiempo para un debate más racional y sosegado. Es posible que con el resultado de hoy se acabe de una vez por todas con la incertidumbre o, que es lo que temo, que ésta y la agonía griega se sigan prolongando en el tiempo.
Escuché en una ocasión al nuevo líder de IU, Alberto Garzón, decir que la economía no era una ciencia como la Física, que aunque empírica suele ser muy exacta en las previsiones de futuro, sino que es una ciencia social, por muchas matemáticas que utilicen, y por tanto sujeta a la ideología de cada experto. Es famosa la idea de que los economistas explican con gran precisión lo que ya ha sucedido pero que a la hora de prever el futuro no merecen tanta fiabilidad. Aunque hay que reconocer que con tanto economista, cada uno haciendo su particular previsión alguno tiene que acertar.
Quizá si volvemos la mirada a lo que ha sido la historia de la humanidad, aunque no deja de ser otra ciencia social, se pueda obtener alguna conclusión. Lo que ha movido al mundo históricamente han sido las relaciones de poder detrás de las cuales han estado los intereses económicos de los que realmente mandan. Muchos dicen que detrás de las guerras que se han producido a lo largo de la historia están las religiones. A mí más bien me da la impresión de que la religión solo es usada como instrumento para que los que manejan el cotarro puedan manipular adecuadamente a las masas en la defensa de sus intereses.
Entre las cuestiones históricas tenemos que la actual gran potencia europea, Alemania, no se convirtió en un Estado hasta el siglo XIX. Esto hizo que un gran país como el que llegó a convertirse no participara del reparto colonial que habían hecho las otras dos grandes potencias europeas de Occidente, Francia y Reino Unido. Archiduque mediante, la Primera Guerra Mundial tuvo su origen en que este país quería que le dieran un sitio en la esfera internacional que las otras potencias le negaban. A la Segunda, además de esta causa, se unió la hiperinflación que se produjo en ese país como consecuencia de las draconianas indemnizaciones impuestas por los vencedores provocando el ascenso del nazismo.
Esta segunda derrota alemana unida al hecho de que los vencedores aprendieron de su error no imponiendo sanciones de nuevo y al desarrollo del armamento nuclear (por paradójico que pueda parecer esto último) nos ha garantizado a los europeos más de medio siglo de paz y prosperidad. Alemania incapaz de ganar las guerras (corría el riesgo de quedarse en Berlín y alrededores) ha demostrado que sí es capaz de ganar la paz.
El proceso de construcción europea, con el apoyo norteamericano ante el temor a la expansión soviética, parecía seguir una línea de una cada vez mayor integración. El surgimiento del euro podía tener explicaciones económicas al impulsar los intercambios comerciales en Europa, ya que se eliminaban los costes y las incertidumbres en los tipos de cambio. Pero por otra parte tenía claras motivaciones políticas. Alemania y Francia veían la posibilidad de conseguir una divisa que compitiera con la dictadura del dólar (aunque ahora la “Grandeur” se vea cada vez más como un comparsa). EE.UU., consciente del riesgo para su hegemonía, intentó torpedearlo desde el primer momento. Para ello sabe que siempre puede contar con el apoyo incondicional de su submarino en la UE (Reino Unido), que todavía tienen frescos los bombardeos alemanes sobre Londres.
Tsipras habrá prometido lo imposible pero tonto no es. Este referéndum es un órdago que tendrá sus consecuencias en función del resultado. Si gana el SÍ presentará su dimisión por coherencia, convocará elecciones y Alemania habrá obtenido una victoria parcial. Se seguirá manteniendo a un país inviable económicamente, cuya base económica serían funcionarios y jubilados, sin un sistema productivo en condiciones, una fiscalidad ineficaz, una Iglesia Ortodoxa (que se supone que está para salvar almas) quizá porque no se fíen mucho no renuncian a sus privilegios terrenos (a su lado nuestra Iglesia está formada por indigentes), o unos desmesurados gastos militares de los que muchos quieren culpar a los griegos, cuando la responsabilidad es de las potencias que les venden el armamento (con EE.UU. a la cabeza). Si de verdad su pertenencia a la OTAN les garantizara su seguridad respecto a Turquía no gastarían tanto, por lo que hay que concluir que a mucho lobby armamentístico le interesa que se mantenga la situación. Además Grecia, sencillamente, no debió ser integrada en el euro, pero conviene dejar claro que el partido que falseó las cuentas fue el mismo que apoyó Rajoy en las últimas elecciones griegas y no Syriza. No pasaría nada si cada palo aguantara su vela y reconociera su responsabilidad. El FMI ya ha emitido un informe donde deja claro que no queda otra salida que una quita y darles un período de gracia de otros 20 años. Cuando un organismo tan poco sospechoso de marxista da ese informe solo se puede concluir diciendo que el pozo seguirá sin tocar fondo y continuarán los parches.
Es tanto lo que hay en juego que no recuerdo que en un proceso electoral interno de un país tan pequeño hicieran campaña electoral desde tantos países extranjeros. Y es que como gane el NO a muchos les va a doler la cabeza. Y no solo por las pesadillas nocturnas de Rajoy con el espectro de Iglesias. Cualquiera con dos dedos de frente puede darse cuenta que la preocupación de Merkel no es el bienestar del pueblo griego al que ya habían llevado a la desesperación, sino el futuro del euro. Aunque me contradiga en parte sobre mi escepticismo ante los economistas, me creo a la estrella del momento (Piketty) cuando dice que la salida de Grecia del euro supondría el principio del fin de la moneda única. Habría que modificar los tratados y abrir la posibilidad de que un país pudiera salir del euro. Esto supondría que mañana fuera Grecia, pero más adelante (si no a corto, sí a medio, largo plazo) cuando surjan nuevas turbulencias económicas, podrían salir Portugal, España, Italia, cualquiera de los países pequeños que se han incorporado y ya puestos hasta Francia. Solo quedaría el núcleo duro del área germana como Holanda, Austria, quizá Bélgica y pocos más. En definitiva, sería la tercera derrota alemana ante los anglosajones (sin un sólo disparo) y no creo que Merkel lo acepte. Alemania posee un poder real en la Eurozona (y por ende la UE) muy superior al que le correspondería no ya por demografía, sino por PIB y el euro le permite tratar de tú a tú a Obama. La diosa alemana apretará y apretará pero sería piadosa y no creo que llegue a ahogar. Por tanto mantengo que Tsipras estará ante su último cartucho, pero no es tonto.
Concluir diciendo que la victoria de Tsipras se produjo por la incapacidad de sus anteriores dirigentes y la presión de Europa (léase Alemania) que en sus exigencias llevó al pueblo griego al límite. Llevar a los pueblos al límite tiene estas consecuencias. El hombre no es que sea el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, es que lo hace una vez tras otra y nunca aprende.