La nueva galaxia
En ocasiones surgen políticos singulares que destacan por su “capacidad” de gestión y, sobre todo, por su creatividad y originalidad. La política sería un verdadero aburrimiento para los aficionados a la misma si no fuera por la aparición de seres singulares que le den pimienta al cotarro público. Si no fuera por las consecuencias que sus decisiones suponen para la plebe hay que agradecer sumamente su existencia.
La gestión de Arturín no tiene precio. Ha conseguido que una de las comunidades con más renta per cápita del país sea la más endeudada del mismo. Algunos dirán que es el chocolate del loro, pero tanta embajada, la televisión autonómica más cara del país, subvenciones a los de su cuerda, etc., etc., no creo que ayuden a rebajarla; aunque sus beneficiarios (los que coman de ese pesebre) seguro que los tiene ganados para su causa con chocolate de tanta calidad. Y si se queja de la financiación de su autonomía al menos podía reconocer que si se modifica cada dos por tres es para satisfacer las exigencias catalanas, y no culpar al tendido si ahora no le salen las cuentas.
Entre los indudables éxitos de este ser está conseguir más animadversión (como si ya había poca) entre una gran cantidad de catalanes y el resto de españoles. Se superó a sí mismo al conseguir además la división en su propia sociedad. En las últimas elecciones que convocó perdió considerables apoyos. Uno de sus últimos logros ha sido dinamitar la formación política (junto con el PSC) hegemónica en Cataluña desde la recuperación de la democracia prácticamente. Hasta Pujol tendrá pesadillas con él al acabar con la bula, tolerancia e impunidad de la que el Poc Honorable y su familia gozaban para realizar sus actividades en las últimas décadas. Sobresaliente, realmente sobresaliente, el menda.
La gestión ha sido extraña siendo generoso, pero su creatividad es impropia de nuestra aburrida y previsible clase política. Con la famosa y original consulta consiguió que acertaran tanto los que predijeron su celebración como los que no. O que no acertara ninguno, depende del punto de vista con que se mire. En cualquier caso algo sobrenatural.
Para mañana tiene previsto convocar las elecciones autonómicas (o plebiscitarias si gustan de llamarlas así) y su penúltima ocurrencia es la de presentarse emboscado en una candidatura que no es que sea heterogénea, es que está formada por tal biodiversidad que ni la Amazonía. En lo que coinciden (como la yerba en el color) es en la pretensión de declarar unilateralmente la independencia.
A mí esto de las encuestas cada vez me merece menos credibilidad, así que yo ya no sé si creerme que la última encuesta del CEO (otro de esos organismos tan “necesarios” en los que gasta el dinero que después le falta) donde ganaría el NO a la independencia es cierta o está manipulada, ni lo que persigue, ni en el sentido en que lo hace; pero la cosa parece pareja. En cualquier caso no sería extraño que esta amalgama independentista consiguiera la mayoría absoluta aprovechándose de las peculiaridades de la ley D'Hondt con la coincidencia de que la provincia menos proclive a la independencia (Barcelona) es donde menos valor tiene el voto de un elector; pero ni creo que sueñe con conseguir la mayoría absoluta, no ya del cuerpo electoral (requisito que exige la CE a las comunidades que quieran meramente aspirar a ser del 151 en cada provincia de la misma, no ya la independencia), sino del voto efectivo. Sería otra prueba de genialidad de este ente que en ese caso se atreviera a declarar la independencia con tan poca legitimidad, pero me extrañaría que no lo hiciera habida cuenta el personaje. Si no la consigue lo va a tener más negro, ya que hasta el líder de la CUP ha declarado que la victoria ha de ser también en votos y además sitúa el listón en el 55% de apoyo independentista.
Haga lo que haga, su validez legal y cero son lo mismo, y esta variopinta amalgama ideológica, diseñada para autoproclamar la independencia, tendrá que asumir el gobierno de la comunidad que es lo que realmente se vota. Si hasta el cabeza de lista, Raúl Romeva, ha declarado que no está acordado que vaya a apoyar a Mas para la presidencia, la cosa promete convertirse en una jaula de grillos (si no lo es ya) y acabar como el rosario de la aurora. Es de esperar que nos divirtamos con la formación del nuevo gobierno catalán. Después habrá que lo que dura.
Si fuera un político previsible al uso cabría imaginar que lo que haría sería buscar las alianzas de la progresía (Podemos, PSOE e IU) para conseguir algún tipo de reforma constitucional o legal que otorgue nuevos privilegios sobre el resto a Cataluña. Pero ya advirtió a Su Preparada Majestad en la última audiencia, al observar en su rostro el terror que a éste debía inspirar su presencia, que en aquella ocasión iba en son de paz; por lo que de engendro tan creativo cabría esperar hasta una marcha sobre Madrid y ya puestos hasta una declaración de guerra (las palabras de algunos seres vivos son de tal nivel en ocasiones que más vale tomárselas a chufla).
Seriamente los catalanes no deberían tener motivos de queja por el histórico trato que en el terreno económico le han dado los orcos. No podrán quejarse del proteccionismo aplicado para primar su industria textil sobre la más competitiva anglosajona cuando había colonias. Fueron los primeros donde se invirtió en infraestructuras, razón por lo que sus autopistas son de pago y el resto tenemos autovías sin peaje (de lo que se acuerdan ahora, no antes curiosamente). Su denostado Franco instaló SE(española)AT allí y apostó prioritariamente por Cataluña y País Vasco en la etapa del desarrollismo. El dictador limitó la básica libertad de circulación dentro de un país para impedir que muchos desheredados de otras zonas más depauperadas instalaran chabolas allí y no les estropeara las vistas a la burguesía catalana. Y un largo etcétera.
Eso sí, ahora van de progres y acusan al nuevo candidato del PP de xenófobo, cosa que es cierta. Tan xenófobo como los catalanes con pedigrí que decían exactamente lo mismo de los inmigrantes españoles de zonas más desfavorecidas. De eso no se acuerdan, y solo lo hacen del idioma y la dichosa “identidad”.
Por tanto, como no veo motivos de queja en el terreno económico, es de imaginar que podrían sentirse satisfechos con que se les reconozca su “hecho diferencial” (que se puede traducir no en ser en sí mismo, sino en ser más que el resto que no es lo mismo). De tal manera, que aunque en 13TV les diera un ataque de histeria colectiva y a Isabel San Sebastián se le hinchara la vena, en tanto no hubiera pelas por medio, yo, al menos, votaría una reforma constitucional donde se reconociera a Cataluña, no como una nación (¡qué poca cosa!), sino como una galaxia integrada en España. Así se le daría una salida al susodicho para que se hinchara como un globo y el extraño ser vivo de discurso monocorde que pasa por intelectual, Oriol Junqueras, conseguiría la realización a la que aspira, como alienígena en su caso. Todo sea por la concordia y la felicidad de la diversidad de seres integrantes de este país.
Fermín.