La corrupción incita a los ciudadanos a actuar de forma deshonesta
En España se miente mucho. En una investigación realizada en 23 países con más de 2.500 personas sobre la relación entre la corrupción institucional y la honestidad individual, sólo un 45% de los participantes españoles ha dicho la verdad en una situación en que mentir les resultaba beneficioso.
Esta cifra es una de las más bajas registradas en Europa y queda muy lejos del 87% de Alemania, que encabeza el ranking de honestidad. La investigación, que se presenta en la revista Nature, demuestra que la corrupción de las instituciones induce a los ciudadanos a actuar de manera deshonesta.
Los autores del trabajo, de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), han elaborado en primer lugar una clasificación de la salud de las instituciones de 159 países. Esta clasificación se ha construido a partir de indicadores de fraude político, fraude fiscal y corrupción. Posteriormente, han realizado un ingenioso experimento para evaluar la honestidad de los ciudadanos en una muestra de 23 países. Han participado en él voluntarios jóvenes, con una media de edad de 21 años. Se les ha pedido que lanzaran un dado dos veces, sin que nadie viera qué número salía, y que apuntaran el resultado del primer lanzamiento. Se les pagaría en función del número que hubieran apuntado.
El experimento no permite saber quién dice la verdad y quién miente a nivel individual. Pero permite deducir cuántas personas engañan en el conjunto de una población: si todas dijeran la verdad, cada número del dado saldría el mismo número de veces.
Los investigadores pidieron a los voluntarios que tiraran el dado dos veces para facilitar el engaño. “Muchas personas desean mantener una imagen de sí mismas de honestidad”, escriben los investigadores en Nature. “Registrar el resultado del dado más alto permite justificar la deshonestidad”.
El análisis estadístico de los resultados muestra que se agrupan alrededor de la deshonestidad justificada: este parece ser el centro de gravedad hacia el que tiende la conducta humana.
Pero en algunos países los resultados se alejan de la media y apuntan hacia una mayor integridad: se dice lo que ha salido en el primer dado aunque el segundo haya sido más alto. Y en otros países, por el contrario, tienden hacia la mentira descarada: se dice el resultado más beneficioso aunque no haya salido en los dados.
La conclusión principal de la investigación, liderada por Simon Gächter, aparece cuando se cruzan los resultados del ranking de salud de las instituciones de cada país con los del experimento. Cuanto más habituales son las trampas en el ámbito institucional, más mienten los ciudadanos. Dado que los voluntarios son demasiado jóvenes para haber influido en la corrupción de las instituciones, los investigadores deducen que es la cultura de corrupción de cada país lo que modula la honestidad individual.
“Las buenas instituciones que limitan las trampas son esenciales para la prosperidad y el desarrollo”, recuerdan los autores del trabajo. Un reciente informe de la UE ha estimado que la corrupción tiene un coste anual de 120.000 millones de euros para los países europeos. La nueva investigación demuestra que, además de perjudicar el desarrollo económico, también deteriora el comportamiento de los ciudadanos.
http://www.lavanguardia.com/vida/20160310/40327932414/corrupcion-incita-ciudadanos-actuar-deshonestos.html