Los bancos tendrán que 'comerse' las preferentes si España adopta las nuevas normas de Reino Unido.
http://www.cotizalia.com/en-exclusiva/bancos-preferentes-capital-reino-unido-20091214.html
Mientras en España seguimos esperando a que el FROB se decida a usar alguno de los 90.000 millones de euros de que dispone y a que las cajas con problemas se fusionen de verdad, en el resto del mundo la reforma del sector financiero se está moviendo a gran velocidad. Como casi siempre, el Reino Unido es el que lleva la delantera, y la semana pasada presentó el tercer borrador de la nueva normativa sobre solvencia.
Una normativa que, de ser adoptada por la Comisión Europea -que es proclive a ello- y, en consecuencia, aplicada en toda la UE, tendría efectos demoledores sobre los bancos y cajas españoles. Una de las principales consecuencias sería la degradación de las participaciones preferentes colocadas masivamente por todas las entidades entre sus clientes de la red -ante la falta de interés de los grandes inversores- y con unas condiciones muy discutibles. Con las nuevas reglas, estas gigantescas emisiones no habrían servido para nada.
Dicho borrador exigirá que los instrumentos híbridos (emisiones de deuda que computan como parte del capital, como las preferentes o la subordinada) tengan una mayor capacidad de absorción de pérdidas para ser consideradas parte del llamado Tier 1.
Los recursos propios de las entidades financieras se componen de varios tramos: el de mayor calidad es el core capital, el capital en su sentido clásico compuesto por las acciones, las reservas y convertibles; luego viene el Tier 1, que a los anteriores suma las preferentes: títulos perpetuos (aunque rescatables a decisión del banco) que sólo pagan intereses si la entidad tiene beneficios; y después está el Tier 2, que añade la deuda subordinada (parecida a las preferentes pero con fecha fija de amortización).
Esto significa que las enormes emisiones de preferentes realizadas por bancos y cajas en España dejarían de considerarse Tier 1 y pasarían a contar como Tier 2, ya que sólo absorben pérdidas mediante una posible recompra por debajo del precio inicial. Aunque seguirán contando dentro del ratio global de solvencia (el que incluye todo), el deterioro sería claro porque, después de la crisis, los grandes inversores se fijan mucho más en la composición de ese capital; de hecho, ni siquiera tener un Tier 1 potente ya es suficiente, porque ahora lo que mira todo el mundo es el core capital.
Ampliaciones de capital y emisiones de cuotas participativas
Eso nos dejaría en una situación en la quela banca española -cuyo core capital se ha quedado por detrás de los bancos europeos que han recibido inyecciones de dinero público- vería reducido también su Tier 1. Lo cual no dejaría más alternativa a los bancos que hacer ampliaciones de capital puras o mediante convertibles. Pero para las cajas sería mucho peor: al no tener acciones, verse privadas de las preferentes forzaría a muchas a emitir cuotas participativas, ese instrumento tan temido porque las entidades lo ven como una vía para la privatización.
Asimismo, los cientos de miles de clientes que han comprado preferentes en la sucursal de la esquina se encontrarán muy probablemente con que sus títulos valdrán menos al pasar de Tier 1 a Tier 2 sin una compensación por ello, como un tipo de interés más alto o una ventana de liquidez extraordinaria para poder vender.
No hay que pensar que se trata de algo remoto y circunscrito al Reino Unido. En el caso concreto de las preferentes, esta norma británica obedece a la presión de la Comisión Europea, que ha lanzado una batalla contra los híbridos -como la prohibición de que varios bancos británicos rescataran emisiones de este tipo, que ignoró CCM en España- que, si nadie lo remedia, acabará excluyéndolos casi por completo del capital de la banca.
Limitar la concentración del crédito
Ahí no se acaban las implicaciones de estas nuevas normas para las entidades españolas. Otra exigencia propuesta en Gran Bretaña es limitar las exposición de una entidad a un sólo deudor al 25% de su base de capital (no de sus activos, ojo). Esto pondría en dificultades a numerosas entidades pequeñas y medianas con fuertes créditos a empresarios del ladrillo o participación en los grandes sindicados de la época de la burbuja inmobiliaria. Para evitar esta concentración habría que elevar la base de capital, es decir, de nuevo ampliaciones o emisiones de cuotas.
La propia FSA (supervisor bancario británico), en un documento público de 306 páginas con un análisis pormenorizado y cuantificado del impacto de estas medidas -un nivel de transparencia impensable en España-, estima que todo esto se traducirá en un fuerte encarecimiento del coste del capital, que a su vez se trasladará a una menor rentabilidad de los depósitos, unos tipos más altos para los créditos y una reducción aún mayor del volumen de préstamos que conceden las entidades. Cuando las barbas de tu vecino veas pelar...