Buenas tardes a todos:
Una vez de vuelta a la rutina laboral, y habiendo dejado atrás mi semana en la segunda sede del MIT, encaro mi nueva fase con más ilusión que nunca. La semana que he pasado junto a Ferrán me ha dejado muchas enseñanzas. ¡Este hombre es inagotable en sus conocimientos!. Cuando acababa quería otra semana más para seguir aprendiendo, ¡es increíble! Pero todo llega a su fin, y estoy realmente satisfecho de haber podido hacer este curso nuevamente. Creo que ha sido productivo. Como siempre, intenso hasta el extremo.
Fue curioso que el día del partido de España, cuando acabó toda el festival que tenían montado en el jardín (pantalla gigante, castillo hinchable para los niños, etc) yo seguía encerrado en mi cubil, sin mover ni un pelo, cual fiera herida. A medida que la gente se iba marchando y ya no quedaba nadie en el lugar, los camareros fueron recogiendo las mesas, sillas y demás restos de la derrota. Se ve que no se dieron cuenta de que estaba dentro trabajando y me apagaron a mí también las luces. Me hubiera gustado ver la cara del pobre camarero al oir los furibundos gritos que salían de detrás de aquella puerta. Seguro que se llevó un buen susto, ja, ja, ja.
El resto de la semana, trabajo de sol a sol y pocas horas de sueño en medio. Pero si el esfuerzo merece la pena (y lo merece mucho, mucho) se hace y punto. Y al final, el merecido descanso. Un maravilloso día paseando por Alcázar, amena e instructiva conversación alrededor de un café, nueva visita a las lagunas de Villafranca y al Restaurante Las Banderas(¡¡Rediós, qué pisto!!) y obligada visita a los molinos. El servicio del hotel, las instalaciones y la comida no es que fueran de 10, no; fueron de 12. Merece la pena la visita, incluso sin curso.
Bueno chicos, ahora, como siempre decís, empieza la verdadera faena...y me pongo a ella.
Y no puedo terminar mi comentario sin dar las gracias de nuevo a Ferrán por todo lo que me ha aportado.
Un abrazo.