Ni se puede negar el instinto ni se puede negar el cerebro.
Yo prefiero creer que mis neuronas son más poderosas que el dinosaurio que llevo dentro pero igual es sólo una ilusión.
Hasta que no empecemos a comprar cochecitos con muñeco para los niños no sabremos las consecuencias. Lo que sí me consta es que las nenas lo pasan de muerte con un juego de construciones o con un puzzle.
A lo mejor es que todos los niños no son iguales y todas las niñas tampoco.
Pero lo tiene difícil quien quiera educar a su hija en la libertad de elección. No sólo tiene que enfrentarse a la lluvia de hormonas que tiene la chavala sino también a la lluvia publicitaria divinizando la maternidad (nunca la paternidad, por cierto).
Me sorprende oír a jovencitas de veinte opinar ahora igual que hace cuarenta años opinaba mi madre.
Luego se habla mucho de la superwoman que trabaja tropecientas horas para "conciliar", como una especie de heroína, pero no se contempla la posibilidad de la mujer que elige una vida profesional interesante antes que la maternidad, o viceversa, la mujer que prefiere renunciar a una vida profesional para criar (no parir) a sus hijos.
Por no mencionar la diferencia que hay entre una (por ejemplo) ministra de algo y la mucama que le limpia la casa por horas. Parece que con la igualdad de género ya están resueltas todas las igualdades.
Yo creo que se ha pervertido la idea inicial del feminismo, cuando el máximo interés se centraba en la idea de que las mujeres no somos úteros con patas, tenemos cerebro y derecho a poder elegir nuestro camino en la vida.
Actualmente parece que se lucha por el derecho a no elegir.
Yo diría que estamos retrocediendo o simplemente no entiendo nada.