Respecto al primer párrafo que escribe. Yo, gracias a Dios, tengo la suerte de tener un marido que sí valora mi trabajo. Siempre me ha dicho que él no iba a presionarme para trabajar o no hacerlo pero que, cuando se va a las 6.00, se va contento por ver que sus hijos pueden quedarse durmiendo, sin tener que hacerlos madrugar para llevarlos a la guarde porque ambos trabajemos. Me da las gracias y valora mi esfuerzo de tener mi casa siempre " a punto", la ropa, la comida. Que el tema económico lo tenga al día. Yo llevo el tema de bancos, seguros, médicos y demás papeleos. Me encargo de buscar vacaciones, puentes. Organizar las fiestas de cumpleaños. Siempre dice que él no hubiera sido capaz de hacerlo sólo, teniendo en cuenta que, tengo un niño de 2 años y medio y un bebé de 7 meses, que el primer mes de vida estuvo ingresada en la UCI y que, los 3 meses posteriores, su vida pendía de un hilo cada vez que tomaba un biberón ya que, por problemas de salud, su sistema respiratorio se obstruía y había que llegar a reanimarla.
Envidia lo que vivo con los niños: el primer día de guarde, cómo entran, como salen, las palabras nuevas que dicen, los momentos únicos que vivo con ellos. Así que, en ese sentido, no me puedo quejar. No necesito un sueldo a final de mes para saber que mi trabajo es productivo.
Respecto al resto: de acuerdo totalmente. Este país no está preparado para madres trabajadoras.
Una amiga, embarazada al mismo tiempo que yo. Vive en Dublín y es administrativo, como yo. Llega el momento de dar a luz: a mí me despiden y a ella? La llama el jefe para decirle que hay un puesto de trabajo disponible en otra oficina. Sería un ascenso para así, tener un horario de mañana y poder compaginarlo con su hija. La pregunto qué hace cuando la niña se pone enferma o no tiene guarde: fácil, ese día o días, trabaja desde casa.
Vamos, vidas pararelas la suya y la mía...