Acertar como afectará la divisa a la rentabilidad de un fondo, es muy difícil y el neutralizar ese efecto, tiene un coste que en mi opinión, si es a largo plazo no compensa, por lo que para el largo plazo, prefiero fondos que no cubran la divisa.
Siempre he considerado que una cartera de fondos es algo muy personal, en mi caso concreto, establecí que dedicaría un 70% a fondos activos y un 30% a fondos indexados, sin embargo para mis dos hijos, les llevo una cartera 100% indexada a cada uno. Es lo primero que considero que se debería tener claro: el dinero que vamos a asignar para invertir y si vamos a utilizar fondos activos, fondos indexados o ambos tipos de fondos. Una vez que tenemos establecido ésto, el siguiente paso, sería establecer si la cartera va a ser 100% RV o vamos a dar cabida a una parte de RF. Con respecto a la cartera de fondos indexados, en el caso de elegir 100% RV @pedro-becerro
te ha dado tres posibilidades por capitalización de mercado. En mi caso particular, tengo una cartera indexada 100% RV con la siguiente distribución:iShares EMU 50.3%iShares S&P 35.15%iShares Emergentes 14.55%Otra 80/20:S&P500 40%Nasdaq 40%RF Short Term 20%Aparte, están las carteras de mis dos hijos, también indexadas al 80/20En cuanto a los fondos activos, a ver si alguien te puede decir algo, ya que no sigo los que llevas en cartera, excepto el Fidelity Global Tech que para lo que lleva corregido el Nasdaq considero que se está comportando decentemente y el BNYM Blockchain que ocupa un 1 o 2% de mi cartera y que considero "Fun Money"
No dices nada acerca del horizonte temporal de tus inversiones, ni del porcentaje que tienes asignado a los fondos que llevas en cartera, ni tu tolerancia al riesgo, con lo cual, es muy difícil emitir una opinión. De forma general, bajo mi punto de vista, no me parece adecuado mezclar en la cartera los fondos activos con los fondos indexados y tampoco me parece adecuado armar una cartera indexada, si el horizonte temporal va a ser inferior a 8 años.
Como decía John Bogle: Invertir es un acto de fe. Confiamos nuestro capital a las sociedades administradoras teniendo fe o por lo menos esperanza en que sus esfuerzos, generen tasas de rentabilidad elevadas sobre nuestras inversiones.