Después de unos largos meses de tensiones entre Estados Unidos y el resto de países, con intensas negociaciones sobre los gravámenes arancelarios anunciados el pasado 2 de abril de este mismo año desde la Casa Blanca, manteniendo así al sector empresarial y a la economía global en un elevado nivel de desconcierto e incertidumbre, parece que la hoja de ruta va tomando forma, los nuevos acuerdos comerciales entre Estados Unidos y el resto de países se van cerrando, y poco a poco se va reconfigurando el comercio global.
Pero todos esos esfuerzos por parte del Gobierno de Estados Unidos podrían caer en saco roto, si el Tribunal Supremo de aquel país ratifica el dictamen de la Corte de Apelaciones que recientemente falló en contra de la mayoría de los aranceles impuestos por la Administración Trump, los cuales considera ilegales.
¿Qué podría suceder entonces, si el Tribunal Supremo se pronuncia en contra de los aranceles comerciales?
En la más estricta teoría, el Gobierno Federal tendría que devolver a los importadores, gran parte de los impuestos recaudados. Esto se traduciría en cientos de miles de millones de dólares que el Estado tendría que devolver a miles de importadores, si se tiene en cuenta que hasta el 24 de agosto, la recaudación proveniente de los aranceles ascendía a los 72.000 millones de dólares según datos de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza.
Pero el problema podría ser de mayor magnitud, si los importadores no solo reclaman la devolución de los impuestos indebidamente abonados, sino también los intereses compensatorios; hecho que elevaría aún más la cuantía a devolver por el Estado. Y lo que empezó siendo una fuente de ingresos extraordinarios, podría terminar siendo una fuente de gasto extraordinario.
Quienes no se beneficiarían de la devolución de los aranceles serían los consumidores finales, dado que quedaría en manos de los importadores devolver o no, los sobreprecios aplicados a sus clientes.
En cualquier caso, gran parte del planeta seguramente estará pendiente de la resolución del Tribunal Supremo cuando éste se pronuncie.
Aun así, hay que contar con que la Administración Trump podría negarse a efectuar los reembolsos, contraargumentando la imposibilidad de devolver los aranceles recaudados.
Más allá de que pudiesen materializarse o no las devoluciones si los aranceles fuesen considerados ilegales, lo más importante será despejar las dudas sobre qué sucederá en adelante. ¿Seguirán aplicándose los aranceles a las importaciones, o volveremos a la situación inicial? ¿Habrá sido solo un mal sueño, o seguirá la “pesadilla” para los países afectados por los gravámenes?
Personalmente, sigue sin quedarme clara la estrategia de los aranceles y los beneficios reales que suponen para Estados Unidos. Por ahora, solo veo una política de confrontación con gran parte del mundo incluyendo aquellos países que hasta el momento eran considerados aliados de Estados Unidos, y un aislamiento de la primera potencia que a no muy largo plazo puede llegar a “pasarle factura”. Hasta el momento, esa política de confrontación lo que ha impulsado es el fortalecimiento de lazos entre países que se oponen abiertamente al sistema occidental, tales como China, Rusia y Corea del Norte, o una pérdida de confianza por parte de la Unión Europea hacia Estados Unidos, un retroceso sobre los avances alcanzados para combatir el cambio climático al retirarse del Acuerdo de París, un claro abandono a los ucranianos en su lucha por conservar su soberanía, alimentando así las ambiciones expansionistas del Kremlin; lo que se traduce en unas políticas de choque directo que abonan el terreno a aquellos países que aspiran a liderar el mundo de una forma más autoritaria, permitiéndoles avanzar sobre esos terrenos que va dejando la actual primera potencia. Tal es el caso de China, cuya influencia en el continente africano se ha incrementado notablemente a cambio de asegurarse el suministro de ciertas materias primas.
¿Crisis en la aldea global?
La reconfiguración del comercio global y el incremento de la rivalidad entre las potencias mundiales durante estos últimos años, nos hace reflexionar sobre un posible fin de la globalización y el inicio de un proceso de desglobalización.
Pero como humanidad, hemos alcanzado tal grado de desarrollo durante las últimas décadas (ej.: la llegada de internet), que a estas alturas un mundo global sería prácticamente imposible de parar; solo podríamos reordenarlo.
Sin ir más lejos, cuando el virus SARS-CoV-2 comenzó a infectar a gran parte de la población china en 2019, a pesar de que el resto de países contaba con información anticipada sobre su grado de avance, no fueron capaces de cerrar sus fronteras completamente e impedir que el virus se propagase entre su población.
A lo sumo, solo se podrá transformar esa globalización que conocíamos hasta el momento mediante un cambio de liderazgo desde la hegemonía de Estados Unidos hacia una multipolaridad económica y tecnológica, desde unas cadenas de suministro globales y eficientes hacia unas cadenas de suministro resilientes y regionalizadas, o desde unas instituciones multilaterales fuertes hacia bloques geoeconómicos en competencia.
Todo indica que el nuevo orden se encamina hacia una nueva globalización selectiva, en la que se mantendrá en sectores no estratégicos (moda, alimentos, turismo), pero se restringirá en áreas clave como la tecnología, energía o defensa. Más comercio dentro de bloques como el T-MEC, la UE, ASEAN o BRICS, y una competencia de modelos entre democracias liberales versus autocracias tecnológicas.
Dado este panorama, para quienes invierten en los mercados financieros será necesario posicionarse en diferentes mercados, a fin de diversificar las inversiones y aprovechar las oportunidades que vayan surgiendo en las diferentes geografías, y mitigar posibles riesgos de concentración.
Para ello, nada mejor que hacerlo a través de un buen Fondo de Inversión que invierta a nivel global, en empresas con negocios consolidados y suficientes beneficios para repartir dividendos entre sus accionistas; una garantía adicional de que su modelo de negocio es rentable.
Con ese objetivo, he centrado mi búsqueda esta semana en un vehículo de inversión que cumpla esas características; por lo que a continuación te presento el resultado de dicha búsqueda.
M&G (Lux) Global Dividend
El Fondo M&G (Lux) Global Dividend, invierte al menos el 80 % de su capital en acciones de empresas de cualquier parte del mundo. Suele poseer acciones de menos de 50 empresas, y emplea un enfoque ascendente de selección de acciones, basado en el análisis financiero e individualizado de empresas, centrándose en aquellas con potencial para aumentar sus dividendos a largo plazo. Se seleccionan acciones con diferentes fuentes de crecimiento de dividendos con el fin de construir un fondo que tenga el potencial de hacer frente a numerosas condiciones de mercado. El Fondo puede invertir en Acciones A de China a través del Shanghai-Hong Kong Stock Connect y del Shenzhen-Hong Kong Stock Connect.
Este Fondo tiene como objetivo proporcionar una combinación de crecimiento del capital e ingresos, para ofrecer un rendimiento superior al del mercado de valores mundial durante cualquier periodo de cinco años, al tiempo que se aplican los criterios ESG; y a su vez, aumentar la distribución de ingresos cada año (en dólares estadounidenses).
Con fecha de lanzamiento el 18 de septiembre de 2018, el Fondo presenta una beta de 0,94 y una desviación estándar del 12,21%. Su nivel de riesgo es de 4.
La gestión está a cargo de M&G Investments, cuyos gestores utilizan como índice de referencia para comparar el desempeño de su gestión, el MSCI ACWI Net Return Index.
En el siguiente gráfico, puedes ver la evolución del Fondo comparada con la de su Benchmark.
Las rentabilidades alcanzadas han sido las que se presentan a continuación:
El Fondo ofrece la posibilidad de recibir periódicamente un dividendo mediante sus clases Inc (Income), mientras que las clases Acc (Accumulation) reinvierten los dividendos en el propio Fondo.
Para que conozcas con más detalle cada clase, he preparado el siguiente cuadro resumen:
Al 31 de julio de 2025, las principales posiciones que conformaban la cartera eran las siguientes:
Y como he mencionado anteriormente, el comercio internacional y la globalización atraviesan una etapa de transformación hacia un modelo más selectivo y regionalizado. Ante un contexto de incertidumbre y rivalidad entre potencias, la clave estará en la capacidad de adaptación, tanto de los países como de las empresas y los inversores, para identificar oportunidades sin perder de vista los riesgos.