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Ya tenemos plan de rescate, solo nos falta que nos rescaten del plan.

La versión oficial nos dice que el sector financiero americano necesita ayuda y se resuelve con la módica cifra de 700.000 millones de dólares. El portavoz de la noticia no es Ben Bernanke, que ha pasado a segundo plano; sino el presidente de EEUU y lo defiende el encargado de su ejecución Henry Paulson. Nos lo dicen completamente convencidos de que no hay otra salida y posiblemente sea cierto. No nos explican como se ha llegado hasta aquí ni tan siquiera porqué, ni quien nos ha metido, es este el momento idóneo y no antes o después, pero sí están convencidos, o quieren convencernos de que esta solución precipitada había que apoyarla sin más demora.

Paulson es el tipo de personas que gusta a la sociedad actual, el hombre que se ha hecho a sí mismo, que partiendo de la nada ha acumulado una fortuna de 500 millones de dólares. Para hacer todo esto dicen de él que es muy listo (para mi, listo es uno que sale muy bien de situaciones en las que un inteligente no se hubiera metido) y que hay que dejarle de hacer.

Parece que una buena parte de su fortuna son acciones de Goldman Sachs. Este banco ha tenido apoyo de Warren Buffet recientemente y posiblemente conocedor del plan de rescate; en otros casos se hubiera dicho que disponía de información confidencial en este hemos de suponer que se trata de una gran capacidad inversora. Se dice que en los últimos cinco años los máximos ejecutivos de los cinco mayores bancos cobraron 3.000 millones de dólares y en el caso de Paulson fueron 56 millones los cobrados en los dos últimos años de trabajó en Goldman Sachs. Algunos analistas opinan que es un plan diseñado por Paulson, Goldman Sachs y Warren Buffet.

El plan original del rescate otorga poderes sin precedentes a Paulson para manejar el importe de la ayuda, una firma rápida representa creer mas en el gestor que en una ley elaborada y entra en frontal oposición con Maquiavelo cuando dice “es mejor confiar en buenas leyes que en buenos hombres”. Las leyes hay que aplicarlas, pero los recientes criterios de Paulson sobre Leman Brothers, AIG y Goldman Sachs no inspiran la suficiente confianza al mercado. Da la sensación de que se ha encargado apagar un fuego a un bombero pirómano;

Ortega y Gasset explicaba que los ajustes económicos solo son ejecutados por los gobiernos cuando la crisis ya está instalada. En “El error Berenguer” dice “La especie humana es demasiado estúpida para agradecer que alguien le evite una enfermedad. Es preciso que la enfermedad llegue y entonces siente gratitud hacia quien le quita la enfermedad que le ha martirizado”. Si nos hubieran presentado el plan hace un año, no se hubiera aprobado.

Probablemente era interesante firmar el plan cuanto antes pero no es de extrañar que muchos eminentes economistas estén en su contra y prefieran unas medidas que refuercen la economía a largo plazo. El plan puede apuntalar al mercado a corto plazo pero tiene grandes inconvenientes a largo plazo. Pasado el impacto inicial, supongo que la trayectoria de la bolsa a medio plazo será como la labor de la bella Penélope, esposa de Ulises, que esperando su regreso de la guerra de Troya y para ganar tiempo ante la impaciencia de sus pretendientes que esperaban casarse con ella, les prometió que haría la elección de esposo cuando acabara de tejer un sudario; para mantener el mayor tiempo posible su elaboración tejía de día y destejía de noche, por lo que dio tiempo a que después de muchos años llegara Ulises; supongo que en la Bolsa ocurrirá lo mismo, llegará Ulises en forma de claros signos de recuperación de los fundamentos de la economía, pero antes Homero nos relatará como se enfrentó a Polifemo, Eolo y algunas aventuras mas y como no, también habrá cantos de sirenas. Lamentablemente no serán tiempos propicios para la inversión de largo plazo.

Desde hace bastante tiempo opino y lo he expuesto en otras ocasiones que una causa de la crisis está en la poco ortodoxia que hay en el cobro de los incentivos por parte de los ejecutivos ya que están muy vinculados al corto plazo en lugar de ser a largo; hace dos semanas se ha reunido en Madrid la Association of Executive Search Consultans (AESC) y ha salido este tema llegando a la conclusión que puede ser uno de los grandes cambios de la banca, aunque es muy difícil de momento pero su planteamiento es un punto de partida, aunque su aplicación general es muy lejana aun. Se necesita reglamentar los incentivos de los gestores de empresas, el sistema actual favorece más las apuestas a corto que los crecimientos sostenidos de las empresas. Debería de llegar el día en que los incentivos a cobrar estén vinculados al largo plazo, en este caso necesitaríamos menos planes de rescate.

Regulación

Se necesita urgente una regulación. Ante una crisis sistémica necesitamos soluciones globales pero ya sabemos que no es así, Basilea II es reciente y premiaba a la banca comercial sobre la de inversiones, pero no en la justa dimensión. El FMI salió de la visita de Asia en 1997 sin enterarse de que a los pocos meses se desencadenaría la crisis; los países que siguieron sus instrucciones salieron malparados. Las soluciones provincianas seguirán manteniendo lo que Joseph Stiglitz nos viene avisando desde hace varios años, lo que el llama asimetría de la información de la globalización. Mientras no haya una regulación verdadera y que no esté diseñada por los mismos que han creado el problema, Ulises seguirá escuchando cantos de sirenas y Penélope pasará los días tejiendo y destejiendo.
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