Que alguien pare la música. Porque las borracheras bursátiles dejan una resaca angustiosa. Y reparemos en la fiesta: ¿por qué no para de subir la bolsa? La explicación no es ningún secreto, pero evidencia que la economía se ha convertido en un videojuego desde que se dejó atrás el patrón oro.
Vamos por partes: la tasa de inflación monetaria, o sea, la oferta de dinero real en los Estados Unidos, está disparada a unos límites dignos de la ciencia ficción. En el siguiente gráfico vemos el aumento de la inyección de billetes en crisis recientes:
A corto plazo hay un creciente deseo de mantener efectivo, pero ese deseo podría desaparecer en a finales de 2021 o inicios de 2022. Para entonces puede haber estallado una gran inflación después de que los más pícaros del lugar sueñen con la repetición de otros 'felices años 20'.
Muchos inversores están convirtiendo su efectivo en la bolsa, hecho que en parte explica el alza de los mercados. Y es que nadie está dispuesto a coleccionar billetes devaluados o estampitas. Menos aun Pedro Sánchez, que quiere acabar con el dinero en efectivo porque se lo ha dicho George Soros.
Sin límite
No sabemos cúando acabará el dopping de oferta monetaria. Y es que en estas últimas semanas se está implementando la famosa teoría monetaria moderna que se basa en que no haya límite para gasto o endeudamiento porque se puede seguir dando a la maquinita de hacer billetes mientras el IPC esté por debajo de cierto nivel.
Esta política deja al descubierto la crudeza de las maquinaciones monetarias del banco central de turno. Y es que ya no se percibe a los bancos centrales como organismos que ajustan los tipos de interés para equilibrar la economía.
Es cierto que la teoría monetaria moderna salió reforzada de la crisis de 2008 porque Juan Ramón Rallo y otros gurús pronosticaron un nivel de inflación en Estados Unidos que no se dio. Esta teoría, maravilla porque ningún país tendrá que tocar sus partidas sociales, puede provocar a la larga altos níveles de empobrecimiento por el uso ineficiente de recursos.
Y si no sucede eso se evidenciará que la economía ha dejado de ser una ciencia y se ha convertido en una construcción social quijotesca.