Y sin embargo , en estos últimos meses, venimos asistiendo a una translación de dichos esfuerzos al plano económico o financiero. El concepto Banco malo es uno de las que más ha corrido por la red. Si su articulación puede variar (de quien dependen, si uno solo por país o uno por cada banco afectado, etc), en esencia en todos los casos se defiende lo mismo: limpiar los balances de las entidades financieras afectadas por productos tóxicos de inversión o por créditos dañados, pasando dichos ¿activos? a una nueva entidad, a un nuevo vehículo jurídico. Quedarían así dos entidades, Banco Jekyll y Banco Hyde.
La idea no es para nada nueva. Los que tenemos algo de memoria y de cultura empresarial sabemos que, como no podía ser menos, es todo un clásico. Es habitual, por ejemplo, en procesos de reestructuración de empresas, el agrupar los negocios que queremos mantener bajo una sociedad y dejar otros, listos para la venta, bajo la cobertura de otro holding. Quien dice negocios buenos y negocios malos dice negocios estratégicos y negocios no estratégicos para la matriz, no vaya a ser que alguno se moleste (véase el caso reciente de Citigroup). Por hablar de nuestro país, otro ejemplo de libro ocurrió con el INI español, donde se agrupaban las empresas públicas, que en un momento dado se escindió realmente en dos. Por una lado aquellas empresas que daban dinero a las arcas públicas, al menos formalmente, y aquellas que eran un puro agujero negro.
Pero en materia financiera la idea ya se ha aplicado en España. Pensemos en Banesto. Tras la intervención, los créditos dudosos, el activo malo, fuero cedidos a una sociedad. De hecho, se hablaba del Banco nuevo y del Banco en saneamiento para diferenciar ambas masas patrimoniales. Es el caso de Banco bueno y Banco malo que tenemos más cercano.
Los que estéis más alejados del tema empresarial o financiero os preguntareis qué ventajas tiene recurrir a este vaivén de activos (ojo, que todo movimiento tiene un coste). Os resumo a continuación lo que generalmente se busca con dicha operativa:
1. Simplificar: se suele decir que cuando tienes un problema gordo que no puedes resolver conviene trocearlo (creo que Jack el Destripador entendió mal el mensaje). Pues aquí otro tanto, la idea es desnatar el balance, quitarle la grasa, los michelines, quedarnos con lo bueno, que puedo estar oculto por lo malo, que nos lleva un excesivo tiempo de gestión, un alto consumo de recursos y que nos nos deja ver el horizonte. De este modo, tanto para la toma de decisiones como para comunicación a terceros (recordemos que en las empresas grandes hoy por hoy esta faceta es fundamental) se vería claramente el resultado de la gestión de los negocios buenos sin que se vea enturbiada por la servidumbre de los malos. Una suerte de borrón y cuenta nueva, que permitiría vigilar de mejor modo la evolución de ambos negocios: cuanto creces con uno y como mejoras el recobro en el otro, con equipos especializados pilotando ambos proyectos.
2. Control de los recursos, especialmente de los públicos: uno de los grandes problemas que está generando la intervención pública en la Banca es que se esta cargando la competencia. No hay más que ver casos como el de ING u otros más próximos a nosotros. Dinero público o de terceros forzados invertido en entidades con dificultades financieras. Entidades que se han visto en apuros por sus malas decisiones. Y cuando llega el 7º de caballería con dinero fresco, este es empleado para el sostenimiento del negocio en general, permitiendo agresivas campañas de captación, casos claros de dumping y competencia desleal. Pues bien, la separación en dos de ambos negocios permitiría, teóricamente, un mejor control de cómo se emplea ese dinero, evitando que se convierta en una suerte de primo de Zumosol que machaque a las entidades que han hecho los deberes, en un banco zombi dopado por fondos públicos.
3. Facilita crear estructuras de financiación ad hoc de dichas masas de activos dañadas, así como agilizar las posibles operaciones corporativas, de carácter público o privado, que permitan ir recolocando, refinanciando o comiéndose dichos activos por las sociedades o instituciones que queramos. Por no hablar de que permite establecer un claro cortafuegos de hasta aquí hemos llegado, los marrones nuevos son nuevos y no entrarían en el Banco malo.
Una vez expuesto todo esto parecería que estamos ante un mundo idílico, que no cabría mejor opción. Lo cierto es que no es tan sencillo.
1. Esta claro que supone el reconocimiento de un fracaso. Veamos, por ejemplo, algo muy parecido que esta ocurriendo con los fondos de inversión inmobiliaria: la posibilidad de que los fondos de inversión segreguen sus activos ilíquidos de los líquidos para al menos dar posibilidades de obtener cash de los últimos. Un caso claro de Fondo bueno, Fondo malo. Y si, como señala ERRE esto supone la constatación de que, generalmente, algo se ha hecho mal. Pero aun así, y ahí discrepo de él, esta medida puede ser necesaria, es el equivalente a amputar la pierna para evitar que la gangrena se extienda. Eso si, a continuación hay que buscar al responsable de la infección para acabar con el y evitar que ponga en peligro el resto del cuerpo mutilado. Pero cortar hay que cortar en ocasiones. Y si, hace daño.