Señores la imaginación al poder, resulta que en La Vanguardia he visto algo de que Alemania y Francia pretenden cobrar por el uso de autovías a los extranjeros, mas o menos la cosa es (edición en papel)
No, si en principio la idea parece muy lógica, hacer pagar a quien usa, y como estas infraestructuras las han pagados los alemanes y los franceses a través de sus impuestos, pues lo que no somos de ahí parece lógico que tengamos que pagar por ello, el problema empieza cuando empezamos a “extraernos” de este concepto tan sumamente simplista (a mi entender) ya no es lo mismo ¿un transportista español en tránsito por Francia y Alemania no colabora en la finanzas públicas francesas? Que hace, carga carburante en La Jonquera (seguramente porque es mas barato que en el vecino país) y con la carga será capaz de llegar a Dusseldorf (por ejemplo) y volver sin repostar, que supone pagar IVA e impuestos de hidrocarburos, se supone que parará a comer ... entonces no es cierto que este transportista no colabore en las finanzas francesas o alemanas, el hecho es que si colabora, si contribuye al sostenimiento de la hacienda pública de estos estados.
Ahora traslademos esto a España, que mucho temo que estas ideas nuestros gobernantes las copiarán ¿cuál es una de las mayores industrias españolas? Convendremos que el turismo, pues como idea “poner pegas”, y aplicar tasas es una buena forma, no parece la mejor de las opciones, no para incrementar el turismo, sino solo para mantenerlo. Esto es como la tasa turística recientemente implantada en Catalunya, y no sé si en otras comunidades autónomas, de 0,50 € por estancia hotelera inferior a 7 días y para mayores de 16 años (una que se aplica a los primeros 7 días de estancia) pues amigos, ayudar al turismo pues no parece, al final es un mero afán recaudatorio, que podemos todos entender que la necesidad de ingresos del estado así lo aconseja, no obstante creo que nos olvidamos que con estas políticas solo en teoría se recaudaran mas impuestos, porque la realidad es que sus repercusiones tienen un efecto exactamente contrario, en forma de menor consumo, lo cual es finalmente menor recaudación impositiva.
