Leyendo el artículo de Javier García-Breva La chispa que me ha inspirado para perpetrar este artículo, habrá quien se preguntará que tienen que ver las renovables o la eficiencia energética con la economía del pelotazo y que por tanto este señor mezcla churras con merinas en este artículo. Pero yo creo que no pueden estar más interrelacionadas. Invertir en renovables y ahorro, en redes inteligentes y gestión de la demanda, es invertir a largo plazo, con ratios de rentabilidad razonables y por el bien colectivo y el interés general de la sociedad y puede cambiar el rumbo de un país entero. En cambio, lo que hemos vivido y aún vivimos en este país es la cultura del pelotazo, del sacarle millones a un piso en pocos meses (aún hay gente que lo cree posible), del oligopolio que compra a políticos (¿nombramos a todos los ex-cargos que están en las eléctricas, gasísticas y petroleras?), de las cajas de ahorro que financian proyectos faraónicos hasta la quiebra.
¿La culpa del desaguisado financiero español? Que les voy a contar que no se sepa, pero algo tendrá que ver el confiar en el pelotazo y el ladrillazo como negocio y dejarse mangonear por quien no se debe, cosa que no ha hecho por ejemplo la entidad más fuerte de España ahora mismo, CaixaBank, y que ha sido capaz de comerse y parece que digerir a Banca Cívica (y su emblemático rascacielos sevillano que ya no albergará los servicios centrales de la entidad) sin recibir ayuda alguna.
No puedo dejar de pensar que en el Norte de Europa es normal financiar desde la banca comercial equipos pequeños como geotérmicas para climatización que procuran el ahorro energético, mientras que aquí es difícil hasta que entienda el bancario de donde salen los flujos de caja. El project finance de una pequeña fotovoltaica en Alemania no es problema para un cajero de Baviera, pero aquí cuesta Dios y ayuda siquiera que no se te rían en la cara al explicar que el proyecto en sí es rentable tanto para el ciudadano como para el banco en ausencia de primas o ayudas ¿Cuánto de este dinero dilapidado por el pelotazo ladrillero habría servido para financiar proyectos rentables encaminados a reducir el consumo de petróleo o gas y de esta forma ser menos dependientes de la energía foránea y reducir las compras de 50.000 millones en combustibles fósiles al exterior? ¿Cuánto dinero invertido hace cinco años en procurar un ahorro energético habría vuelto ya a sus manos originales junto con un jugoso interés y habría servido para aliviar la sangría de divisas para comprar gas natural?
Es cierto que a las renovables les ha hecho mucho daño la imagen de cuatro o cuarenta piratas forrándose con el pelotazo fotovoltaico de 2008, pero debemos recordar que la fijación de una tarifa tan alta en su día es algo de lo que alertaba hasta la propia Asociación Fotovoltaica como algo malo. Los que trabajan en este sector decían que tanta proliferación de huertos solares no era el camino y daban la alerta a un ministerio indolente. Hoy, despejados de la resaca y demonizado el negocio de la energía limpia, queda claro cual es, y siempre ha sido, el discurso de la industria de la energía sostenible, del cambio de modelo energético que persigue Europa a través de sus Directivas.
Es realmente curioso que el cambio de modelo energético funcione sobre todo en países con una honda tradición de pensamiento colectivo y civismo exacerbado. Entonces, sabiendo como somos los españoles, ¿eso quiere decir que nunca podremos desarrollar un modelo como el de mi admirada Dinamarca ? No lo creo, prefiero conservar la esperanza porque precisamente estamos en uno de esos puntos de la Historia que no se sabe que va a pasar, pero intuyes que algo gordo pasará, uno de esos puntos indefinibles en que se está viviendo un cambio. Y lo notas en la calle a diario; la gente está harta, el millón de personas afectadas por las preferentes aún alucinando, los chavales yéndose del país a manta, los jubilados agrupándose en el movimiento iaioflauta… ¡ojo! Ni se sabe que ocurrirá, como dice Javier García Breva, la chispa puede saltar en cualquier momento porque la situación se deteriora demasiado rápido. De lo que podemos estar seguros es que los países que han adoptado el modelo económico que a nosotros nos gusta son hoy día prósperos, crean trabajo y riqueza, no sin dificultades, pero al menos viven sin que les dé una taquicardia diaria, y no creo que estén asentados precisamente en ninguna burbuja. Encima, que casualidad, son líderes en políticas de ahorro y energías renovables. Alemania, Suecia, Dinamarca, Holanda, son países con una larga tradición de ahorro e inversión que se remonta a la Edad Media y que nosotros podemos aprender en cualquier momento.
Debemos hacer el esfuerzo, bajo mi punto de vista, por asociar la marca o producto “eficiencia energética” a este tipo de economía sostenible, y que cada vez hablemos más de lo que hacemos como de una oportunidad de dejar atrás una economía en permanente crisis, una economía perpetuamente dependiente de recursos fósiles, sucios y en su mayoría extranjeros. Hablemos el lenguaje del bolsillo sin perder de vista que tocamos también el corazón de las personas. En el fondo hablaremos de despojarnos de una mentalidad caduca y falta de ilusiones.
