No se lo van a creer, pero había escrito un artículo que avisaba de la posibilidad de que en España suframos restricciones de suministro eléctrico si la reforma energética se concreta finalmente en una mera subida de tasas a las producción eléctrica. Lo tenía ya finalizado con sus enlaces bien colocaditos, los tipos de letras bien definidos y justo cuando le iba a dar al botón de publicación... ¡crack! Ha habido un apagón que ha dejado a oscuras buena parte de mi barrio. ¡Espero que no se trate de un hecho premonitorio!
El caso es que no puedo dejar de acordarme de la crisis eléctrica de California del año 2000. Entonces se registraron muchos apagones y crisis de suministro eléctrico entre 2000 y 2002 sobre todo, aunque los problemas tardaron bastante en resolverse por completo. Como en California, España tiene un sistema de generación eléctrica completamente liberalizado, lo que significa que en principio una central eléctrica es libre de ofertar su electricidad a la red o no. Evidentemente había todo un sistema montado para procurar que no falte electricidad en la red, pero cuando lo esencial falla, es decir, cuando las centrales incurren en pérdidas de forma masiva porque les cuesta más producir electricidad que venderla, nada impide a una central española ausentarse del mercado. Y quien dice una, dice miles. En California la generación de liberalizó y con ello los precios mayoristas, pero los precios minoristas estaban prefijados y sin posibilidad de subir. Cuando el coste de la producción eléctrica subió, muchos generadores se encontraron con pérdidas, algunos incluso cerraron o quebraron. Otros simplemente se negaron a producir electricidad porque no cubrían los costes. Fue un desastre debido a una pésima desregulación del sector, y nada menos que en el Estado más rico del país más rico del mundo.
La reforma energética que dicen los periódicos va a perpetrar el ministro Soria se limita en el plano eléctrico a una mera imposición de nuevas tasas a la poducción eléctrica discriminando entre fuentes convencionales o fósiles, renovables y centrales amortizadas (nucleares y grandes hidroeléctricas). A las primeras se supone les va a cascar un 4%, a las renovables entre un 11% y un 19%, y a las nucleares y grandes hidros un 10% y un 15% adicional respectivamente, aunque aviso que las cifras muy probablemente van a cambiar porque los originarios fueron proporcionados por la bruja Lola. La medida ha sido tan polémica que ya van dos semanas de retraso en su aprobación, la presión de los lobbies es feroz.
Espero y deseo que el gobierno recapacite y no intente solucionar el papelón eléctrico con una mera imposición de gravámenes a la generación eléctrica, no vaya a llevarse la sopresa de que las empresas echen cuentas y empiecen a cerrar centrales nucleares amortizadas (ya se amenaza con cerrar Garoña porque los números supuestamente no cuadran), las eólicas no oferten su luz de viento o las hidros renuncien a regular el sistema eléctrico. Aunque los infrautilizados 27.000 MW de gas natural operando en ciclo combinado dan cierta seguridad, combinados con unos 9.000 MW de cogeneración (también a gas natural) y cerca de otra decena de megavatios larga de carbón dan lo justo para pasar las épocas de mayor consumo eléctrico justitos (45.000 MW de dedemanda de potencia punta en lo más crudo del inverno), no conviene que un país muy escasamente conectado con sus vecinos, con una potencia nominal instalada de sobra (más de 100.000 MW) se encuentre de repente con una huelga de generadores completamente legal. Los precios se dispararían, por supuesto, y eso quizás pudiera salvar el suministro al contrario de lo que pasó en California. Pero lo peor sería que el sistema eléctrico con la mejor red de transporte del mundo se vería en la tesitura de, quizás, no poder asegurar el suministro a todo el mundo, aparte de gastarse un dineral en importar aún más combustibles fósiles para mantener la red en condiciones. Confío en que, como mal menor, el sistema de asignación de electricidad del mercado mayorista o pool sea capaz de permitir un traslado de costes al consumidor final, de esta forma el problema se limitaría a una subida de la factura entre un 20% y un 30% en un año. Esa sería la "cara amable" de la reforma.
Pero sobre todo, espero que si se aprueba la reforma como la conocemos se vaya cierto ministro a la puta calle. No se puede esperar siete u ocho meses a realizar una reforma de calado en un sector estratégico esencial en el país para al final acabar solucionando la situación al modo de los malos gestores: subiendo impuestos y encima con criterios de imposición y cuantía más que discutible que hacen que las empresas con intereses inversores por fin se convenzan de que este país es una república bananera.
Por cierto, que incluso para alguien muy concienzado de la cuestión energética como yo, siempre viene bien recordar lo que es estar unas horas sin electricidad. Se aprende mucho sabiendo lo muy dependientes que somos de este valiosísimo recurso que hoy en día se suministra en España a través de empresas privadas, las cuales por cierto ponen todo tipo de trabas para que uno no pueda ejercer su derecho al autoconsumo.