El efecto fotovoltaico se describió por primera vez en 1.839 por el científico francés Becquerel, aunque no fue hasta finales del siglo XIX cuando se construyó la primera célula solar fotovoltaica. Su rendimiento era muy bajo, sólo el 1%, pero demostró de forma práctica que, efectivamente, producir electricidad con luz era posible.
La historia de la tecnología fotovoltaica es apasionante. Fue en 1954 cuando los Laboratorios Bell descubrieron, de manera accidental, que los semiconductores de silicio dopado con ciertas impurezas eran muy sensibles a la luz. Estos avances contribuyeron a la fabricación de la primera célula solar comercial con una conversión de la energía solar de, aproximadamente, el 6% (hoy día se alcanzan en la calle cifras tres veces más altas). La primera nave espacial que usó paneles solares fue el satélite norteamericano Vanguard 1, lanzado en marzo de 1958. El precio de los dispositivos fotovoltaicos era tan alto que sólo este tipo de aplicaciones avanzadas, más algunas de índole militar o de telecomunicaciones, podía permitírselo. Era una forma de obtener energía inagotable en tanto en cuanto la nave estuviera dentro de los límites del sistema solar.
Ya en 1977 el precio de la célula solar bajó de los 80$. Para activar una bombilla de 60W se necesitaba un panel de 4.800$... La aplicación comercial de la fotovoltaica era aún claramente inviable. Sin embargo no se dejó de investigar. La ilusión por disponer de una energía limpia, gratutita y que aprovechara directamente la mayor fuente energética del planeta para convertirla en electricidad, impulsó los esfuerzos en investigación junto con aumentos de producción industrial que provocaron bajadas más pronunciadas de precio. Cada duplicación de la producción industrial de células fotovoltaicas lleva parejo aproximadamente una disminución del 20% del precio, se trata de la Ley de Swanson.
En 36 años, los mismos que tengo de vida, el precio de la célula fotovoltaica se ha dividido por cien y aún sigue bajando. Además, la eficiencia de las células sigue subiendo y se investiga en materiales que se sospecha no están sujetos a limitaciones físicas inherentes a los semiconductores y que podrían doblar o triplicar la eficiencia actual.
Hoy día hemos llegado a hitos insospechados años atrás. Se pueden adquirir equipos domésticos para pequeñas familias (equipos bastante más caros que las grandes centrales que aprovechan economías de escala), que posibilitan un suministro distribuido en un avance del concepto de smart grid a un precio de célula de 0,7 €/W y de 2,5€/W para toda la instalación. Este equipo, si se contara con una regulación que permitiera el balance neto como ocurre en muchos países incluídos 42 estados de los muy liberales EE.UU., haría posible que una familia al sur de los Picos de Europa que invirtiera 5.000 € hoy en su equipo fotovoltaico se ahorrara la compra de 3.200 kWh de electricidad cada año. Al cabo de los 25 años de vida útil del equipo se habría producido un total de 74.000 kWh de energía limpia y gratuita, lo que a un precio de la TUR de 0,1925 €/kWh (TUR más impuestos) supone nada menos que 14.245 €.
Yo no veo que la cuestión se deba centrar en discutir sobre si la paridad de red fotovoltaica ha llegado o no a muchas partes del globo, entre ellas a gran parte de España. Esto lo doy por hecho puesto que una familia que invirtiera 5.000€ obtendría 14.245€ en 25 años a precios de la electricidad de hoy, lo que supone que la amortización del equipo se dará en unos 9 años. Para mí la gran pregunta es a qué espera este gobierno para admitir la gran verdad: Que la bajada continuada de los precios de la tecnología fotovoltaica ya hace posible que el acceso a una fuente de energía limpìa, inagotable y gratuita esté al alcance de cualquier ciudadano y empresa de España sin primas a la producción.
La Ley de Swanson ha sido implacable: El aumento continuado de producción de equipos fotovoltaicos ha hecho posible la democratización del sistema eléctrico de cualquier país medianamente soleado. Pero claro, no olvidemos la conexión oligarquía eléctrica-partidos políticos que hace inviable que España cuente por fin con una regulación del sistema de balance neto que posibilite que la fotovoltaica sea por fin rentable sin ayudas de ningún tipo. Países como Dinamarca, Alemania, Brasil, Austria, Suecia, Australia, Estados Unidos y otros muchos, posiblitan que el ciudadano pueda generar su propia energía, autoconsumirla en el momento y ceder la sobrante para compensarla con la que consume cuando el sol no luce. Sólo en España, el país más soleado de Europa, se hace posible el milagro de la negación del balance neto para las renovables, especialmente si sirve para ahorrar una electricidad cada vez más cara.
Pero recuerden señores políticos, las leyes físicas como la de Swanson son implacables. Seguir protegiendo al oligopolio sólo retrasará lo inevitable.