Las dos principales utilities de Alemania, E.ON y RWE, están acometiendo la reestructuración de sus negocios de tal forma que cada una de ellas resultará en dos empresas, eso es en esencia un split. En este caso, ambas empresas están separando lo que tiene futuro, será rentable y tendrá crecimiento y un horizonte luminoso, de lo obsoleto, sucio y anacrónico. Es decir, estas utilities están creando una especie de "utility mala" que albergará los activos más preocupantes en Alemania (nuclear y carbón sobre todo) mientras que la otra empresa se quedará con renovables, redes de distribución y comercializadora de electricidad, en mi opinión las joyas de la corona.
Sin embargo, cada una lo está haciendo de forma diametralmente opuesta. Mientras E.ON optó en su día por desprenderse de las centrales nucleares y de carbón, centrales todas ellas a con un futuro más sombrío que la candidatura de Denzel Washington a la gerencia del Ku Klux Klan, RWE ha elegido el camino inverso: escindirá el negocio de renovables y redes, es decir, el futuro, en una empresa distinta, de la cual sacará a bolsa en 2016 el 10% ampliando capital por valor de 2.000 millones €.
Es decir, la futura E.ON se habrá desprendido de lo que creo no tiene futuro, mientras que la futura RWE se quedará por el contrario con los activos "ruinosos".
El mero hecho de que vaya a haber una separación de negocio no tiene por qué ser positivo para la acción. De ello se dieron cuenta los inversores que entraron alegremente en RWE durante la semana pasada al calor de la noticia del split. Hasta hoy la cotización de RWE ha caído tanto que ya cotiza al mismo precio de antes de la noticia publicada el pasado día 1 de diciembre.
Aunque la propuesta de split debe ser validada por el comité al efecto de RWE el próximo día 11, yo la doy por descontada, pues es una de las escasas vías disponibles para que una parte de RWE tenga futuro, aunque sea cargando con la mayor parte de la deuda del grupo a cuestas. Por su parte, preveo que el gobierno alemán no pondrá ningún impedimento a la operación.
Una vez explicado a grandes rasgos en que consisten las operaciones corporativas viene la pregunta del millón: ¿se puede sacar partido, nos podemos posicionar?
No dudo que a corto plazo la cotización de ambas empresas va a hacer de todo y con gran volatilidad, enhorabuena a los traders habilidosos del corto plazo. Pero yo, que trabajo mejor en el medio plazo, lo que veo bastante claro es que RWE o lo que quede de ella en 2016 va a ser bastante peor empresa que la que existe ahora, que ya tiene mala pinta. De hecho, no me extrañaría nada que intentaran inyectar dinero público en ella, ya sea convirtiéndola en un instrumento público-privado, en una fundación de tipo especial, etc, lo que sea con tal de tener el apoyo financiero necesario para acometer una de las tareas más costosas que existen en este sector: desmontar centrales nucleares con un mínimo de seguridad. La futura RWE será una especie de Enresa a la alemana de carácter gigantesco, yo no metería ahí ni un chavo salvo que le inyecten fondos a mansalva y muy por encima del coste teórico de desmantelamiento, siempre muy optimistas. Por si fuera poco, Alemania, abanderada de la lucha contra el cambio climático y principal exportador de equipos de energía renovable en el mundo, ojo, acabará prescindiendo de las centrales de carbón en cuanto le sea posible. Por tanto, si eres accionista de RWE ándate con ojo a pesar del dinero que vaya a captar tu empresa por la salida a bolsa de la "utility buena".
En el caso de E.ON podemos tener un escenario completamente opuesto. Si E.ON se desprende finalmente de la "utility mala", lo que quede de ella puede tener un futuro dulce, siempre y cuando no le dejen toda la deuda de la antigua E.ON para ella solita y su EBITDA sea razonable frente a los compromisos de pago en un futuro.
Mientras el panorama no se aclare, veo muy peliagudo invertir en unas empresas problemáticas que llevan registrando durante un buen tiempo una tendencia bajista descarada.
Hay valor allá fuera.